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Mundo

23 de Mayo de 2011

Elecciones no desactivan protestas en España

Los manifestantes aseguran que su movimiento contra la clase política sigue más vivo que nunca; aseguran que respetarán los resultados de las elecciones del domingo, pero no piensan dejar las miles de plazas que han copado alrededor del país exigiendo mayor apertura a la clase política.

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La protesta seguirá en las calles de España, al menos una semana más, según acordaron el domingo miles de personas reunidas en asamblea. Pero la llamada “revolución de los indignados” quiere algo más que acampar en las calles. Aspira a que mayo de 2011 sea una fecha inolvidable que se estudie en los libros de historia.

Una semana después del inicio de las protestas, el movimiento sigue más vivo que nunca, porque de Madrid se ha extendido a las principales ciudades del país. Son jóvenes en su mayoría, pero también desencantados de todas las edades que reniegan de la clase política y exigen un sistema más justo. Otro tipo de democracia, afirman.

Sus manifestaciones han marcado las elecciones municipales y autonómicas del domingo en España. Su “indignación” pacífica ha dado la vuelta al mundo. Ahora han decidido seguir acampados una semana más en la céntrica Puerta del Sol de Madrid, rebautizada por ellos mismos como Plaza de la Solución.

“Creo que la ilusión por continuar es máxima”, dijo Francisco Miñarro, de 32 años, uno de los portavoces del movimiento. “Respetamos las elecciones y lo que cada persona decida. Pero hasta que el sistema no mejore, nos tomamos los comicios con cierta indiferencia”.

La Puerta del Sol es ya lo más parecido a un microestado. Los acampados han organizado su Itaca particular. Un pequeño pueblo, donde hay servicios sanitarios básicos, lugares para comer, una biblioteca, una guardería y hasta un huerto. Unos llamativos toldos de color azul protegen los espacios comunes del sol y las altas temperaturas de la primavera madrileña.

No hay edificio, andamio o pared de plaza en la que no cuelgue algún mensaje reivindicativo. “Queremos una democracia mejor, que deje de haber esa quiebra entre el sistema político y la gente” , explicó Miñarro.

Sin embargo, Miñarro y todos los que apoyan las manifestaciones saben que no podrán aguantar mucho más tiempo en Sol y en las otras plazas de España.

Las protestas fueron declaradas ilegales durante el fin de semana, aunque la policía decidió finalmente no intervenir para disolverlas.

No quieren crear un partido político, porque, aseguran, sería traicionar sus ideales. Por eso, estudian aprovechar las oportunidades que les brindan las redes sociales y extender el movimiento por todo el país. Es lo que Miñarro define como una asociación en red.

Su objetivo es salir de las plazas e iniciar reuniones y asambleas para explicar los objetivos del movimiento a la ciudadanía. Defienden los servicios públicos y el acceso gratuito y universal a la sanidad, piden mayor control de los partidos políticos y una democracia con verdadera separación de poderes.

“Queremos una sociedad nueva, más justa y libre”, añadió Miñarro. “Creo que este es el movimiento más importante surgido desde el mayo del 68 francés”.

Algunos se miran en ese espejo: el de mayo de 1968 en Francia. Aquellas protestas explotaron en las universidades después de una década de prosperidad económica y se tradujeron en reformas políticas muy importantes.

Salvando las distancias, algo similar ocurre en España, donde después de una etapa de crecimiento sin precedentes, la crisis ha dejado al país con un desempleo del 21.3% y una actividad económica prácticamente estancada.

“No podemos quedarnos de brazos cruzados. Aquí estamos hablando de una crisis del sistema”, relató Artemio Buneta, un argentino de 40 años que vive en España y simpatiza con las protestas. “Las consecuencias de este movimiento en España no se verán hoy ni mañana, pero se verán con el tiempo”.

“Se trata de dejar un mundo mejor a nuestros hijos”, añadió. “La democracia que hace 30 años estaba bien para salir de la dictadura ya no sirve”, aseguró Ángel Conesa, de 39 años, en referencia a la transición democrática española tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975. “Se trata de cambiar un sistema obsoleto que no nos representa”.

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