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Opinión

6 de Junio de 2011

“Sigo siendo el mismo cabro chico que expulsaban de la sala de clases”

Ahora es el periodista que está detrás del nuevo estelar exitoso de Canal 13, En su propia trampa. Pero ha sido más: encaró al Intendente de la Región Metropolitana en plena dictadura, fue quien denunció a Lavandero y quien tuvo que soportar que el ex senador contratara a espías para investigarlo. Éste es Emilio Sutherland, el hombre detrás de varios de los grandes golpes periodísticos que ha habido en Chile.

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La historia de Emilio Sutherland contada rápido -muy rápido- podría ser así: partió en Espectáculos en La Tercera hace tanto tiempo que bailó la venida de The Police al Festival de Viña, luego cubrió Iglesia y Vicaría de Solidaridad en la era Pinochet, llegó el 93 a canal 13, diez años después a Contacto, su gran golpe periodístico fue la denuncia al ex senador Jorge Lavandero y, ahora, conduce el programa “En su propia trampa”, que se dedica a descubrir y poner en ridículo a estafadorcillos.

La historia, contada un poco más lento, podría tener como punto de partida los años ochenta, el día en que Emilio fue el protagonista de un titular del desaparecidísimo Fortín Mapocho: “Intendente insultó a periodista y se quedó hablando solo”.

El intendente era Sergio Badiola. El periodista era Emilio. El insulto, este:

-Badiola llamó a una conferencia de prensa para anunciar como una muestra de la apertura del gobierno militar la autorización de un acto de la oposición en el Parque O’Higgins. Yo era un pendejo y se me ocurrió hacer la segunda o tercera pregunta de la conferencia. “Intendente, ¿por qué a los que apoyan al gobierno le permiten una marcha por la Alameda, desde Baquedano hasta la Moneda, y a la oposición la mandan al parque? ¿No cree que eso es injusto o existe un doble estándar?”

Entonces Badiola le gritó.

-Me preguntó varias veces qué pensaba yo. Le dije que él daba la conferencia y que por respeto a mis colegas, esperaría su respuesta.
El viejo se salió de sus casillas y me gritó de un extremo a otro de la mesa, que era bastante larga, la siguiente expresión “¡Su actitud me parece muy poco viril!”

Emilio tomó lo grabadora y salió corriendo. Después supo que todos los periodistas , salvo el de TVN, se retiraron por solidaridad mientras Badiola les decía que no lo hicieran, que la conferencia todavía no terminaba. Después, llamó a Emilio al diario.

-Me pidió que lo fuera a ver, acompañado del director del diario La Tercera, Arturo Román. El viejo, con testigos presentes, me dijo: “La cagué, no sé lo que me pasó. Te pido disculpas, y si quieres que me ponga de rodillas para pedirte disculpas, lo voy a hacer”.

Pasaban cosas, esos días. Después llegó la democracia. Y Emilio, a la tele. Y, desde la tele, fue que denunció a Lavandero.

Caso Lavandero

-Hay toda una historia desconocida de como este señor, y uno de sus abogados, Matias Balmaceda, hicieron un trabajo muy sucio para neutralizarme…

-Cuenta
-Contrataron varios detectives para buscarme alguna yayita. Incluso contrataron a un detective privado que es amigo mio….

-¿Cómo eso?
-Déjame ver cómo te cuento esta historia. Tiene tantas aristas que voy a latear…

-Latea.
-Lo primero es que la fiscalía de Temuco, donde Lavandero era amo y señor, se negaba a investigar las denuncias que existían. Un día, incluso, yo fui a la fiscalía de Temuco con el famoso video donde captamos al ex honorable dando un palmoteo en el trasero a una menor. Estuve dos horas en la mañana y dos horas en la tarde, intentando darles los antecedentes al fiscal jefe y a un asesor de la fiscal regional. Las manos del fiscal jefe tiritaban y el asesor transpiraba como condenado. Al final logré el objetivo en Santiago, mostrando el video a una persona de la Fiscalía Nacional.

-¿Y?
-El asunto es que el abogado Matías Balmaceda, cuando vio que la situación se les venía mal, contrató a un detective privado amigo mío. Este detective, antes de viajar a Temuco, me preguntó qué hacer. Yo le dije que hiciera lo que él estimara conveniente, que no podía darle instrucciones. En fin. Viajó a la novena región y el abogado de Lavandero le pasó 350 mil pesos en efectivo. Este detective me comentó: “Estos gallos están locos, quieren que te intercepte el celular”

-¿Y qué pasó?
Luego este detective llegaba al canal, con una cámara chica bajo el brazo y me invitaba a tomar café en el casino. Obviamente me preguntaba sobre lo que estaba haciendo con el caso y yo le contaba una serie de antecedentes que para nosotros no eran relevantes, porque formaban parte de la vida privada de Lavandero y no eran necesariamente delitos. Bueno, por ese video, a este amigo lo felicitaron porque, según le dijo el abogado, ninguno de los otros detectives, que eran seis a la fecha, había logrado sacarme tanto dato. En fin. En poco más de dos semanas, le pagaron dos millones de pesos. Nunca quise contar estos episodios porque entendía que eran gajes del oficio…

Sherlock Holmes

-¿Y cuál es el placer de dar un golpe periodístico? Porque me imagino que es más que la sensación de justicia.
-Es una mezcla de sensaciones. A mí siempre me da gusto descubrir cosas. Creo que, a fin de cuentas, sigo siendo el mismo cabro chico que expulsaban de la sala de clases por leer bajo el escritorio libros de Sherlock Holmes. Descubrir quién es el malo me alucina. Denunciarlo públicamente. Y es gratificante, además, porque uno siente que la labor periodística es un aporte…

-¿Y no has sentido a veces que es una profesión muy inútil? A la larga, no cambia el mundo…
-Yo creo en el efecto mariposa. Aunque sea un granito de arena, no está demás. Y me gustan los periodistas agresivos. Hay que serlo. Me cargan los periodistas relacionadores públicos. En esa trinchera yo no podría estar.

-Pero después de golpes como Lavandero ¿No es pescar pececitos muy chicos lo de tu nuevo programa?
-La viña del Señor tiene pescaditos de todos los portes. En “En su propia trampa” las redes están para aquellos pequeñitos, pero que -como las pirañas- pueden hacer daños a muchas personas. En “Contacto” pueden aparecer esos “peces gordos” que a todos los periodistas nos gusta atrapar.

-Trabajan con cámara oculta. ¿Qué opinas de su uso?

-Es una herramienta para registrar a quienes cometen delitos. No tengo ningún sentimiento de culpa por el uso de micro cámaras. Creo que son necesarias, indispensables, para poder reflejar cómo actúan los delincuentes y pillos. Es de perogrullo que si tu intentas grabar con una cámara al descubierto, no vas a lograr registro alguno. Por el contrario, existe la posibilidad muy concreta que recibas un palmoteo que no es precisamente de agradecimiento.

-Pero a veces ponen en situaciones a gente a la que incentivan el delito en vez de captarlos en algo naturalmente.
-Pero ahí creo ser muy serio. Disculpa que sea tan autoreferente, pero creo que es un punto importante. Me preocupo mucho de no caer en un delito que es justamente “la inducción al delito”. Por lo general, cuando tengo dudas, cuento con la asesoría de abogados del canal y consulto con policías y fiscales.

-Hagamos ficción: si Hinzpeter llegara a felicitarte por tu trabajo contra la delincuencia: 1. ¿Qué le dirías? 2. ¿Qué pensarías?
-Jajaja. 1. Que estoy haciendo mi pega, no más, po. Y que falta que ellos hagan la suya porque la gente honesta sigue enrejada en las poblaciones. 2. Chuta, qué pensaría….hum…que hay gato encerrado y que yo soy un ratón de cola pelá.

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