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Opinión

6 de Junio de 2011

El peor momento de Hinzpeter

Foto: Agencia Uno. Ni bien llegado a Chile de sus vacaciones en Italia, el presidente Piñera disparó: “la política está mala”. Así, de sopetón, sin decir agua va y como si hablara de un ente externo en el que no participa, hizo un particular mea culpa donde acusaba el golpe tras su desplome en la […]

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Foto: Agencia Uno.

Ni bien llegado a Chile de sus vacaciones en Italia, el presidente Piñera disparó: “la política está mala”. Así, de sopetón, sin decir agua va y como si hablara de un ente externo en el que no participa, hizo un particular mea culpa donde acusaba el golpe tras su desplome en la encuesta Adimark de mayo.

Mala la política, entonces, malos los políticos. Mala la presidencia, malo el Parlamento, malo el sistema y malo, especialmente malo, el encargado de hacer política en el seno de un gobierno que en catorce meses demostró no ser el de los mejores.

La escena se produjo el domingo pasado en La Moneda, después de que el mandatario convocara a un comité político de emergencia para calmar las aguas en la coalición oficialista y pedir un discurso único a sus ministros.

Aunque escueto, el mensaje del presidente podría conceptualizarse como un llamado a revisar el manejo político desde La Moneda. Al más puro estilo Bachelet cuando retaba en público a sus ministros.

Fue por esto que su reclamo tuvo nombre y apellido: ”Le he pedido al ministro Hinzpeter que como jefe de gabinete refuerce la coordinación, para que ésta funcione como una orquesta afinada, y no con descoordinaciones”.

Así, como a un niño que se ha portado mal, el padre -ese padre que todo lo quiere hacer y firmar y decir y protagonizar- llamó la atención públicamente a su mano derecha como una señal de que las quejas de la UDI habían sido asimiladas: hace falta un trabajo político en La Moneda porque el encargado de jugar este rol ha estado con la cabeza en bombas y pistolas.

El llamado de atención del presidente a Rodrigo Hinzpeter -que horas más tarde reconoció la falta de una coordinación política- cerró una semana negra para el otrora hombre fuerte de Palacio.

Si bien su figura se comenzó a ver debilitada con la entrada al gabinete de Andrés Allamand y Evelyn Matthei, dos viejos zorros de la política y que en poco tiempo han logrado opacar al vicepresidente, especialmente en el caso de la titular del Trabajo; su figura no se había visto tan vapuleada como hasta estos días, cuando ha sido apuntado con el dedo como el culpable del empantanamiento del Gobierno.

En La Moneda señalan que la escena que protagonizó un grupo de parlamentarios de la UDI con un disco pare resultó especialmente dolorosa para el ministro: pocas horas antes, la temida evaluación sobre su aprobación mostró que su gestión caía ocho puntos porcentuales a 59 por ciento en mayo, volviendo al nivel de enero, cuando amenazó sin mediar negociaciones con la aplicación de la Ley de Seguridad del Estado por el paro en Punta Arenas.

Sin embargo, este primer coscorrón no es una señal de que el ministro corra el riesgo de perder la pega y tener que retomar su estudio de abogado. No. Pero sí algo que nunca antes había ocurrido: Piñera reconociendo que el error estaba justo ahí -como él lo ha dado a entender- en el corazón de su gobierno.

Pese a lo anterior, si hay alguien con el puesto asegurado en el gobierno es precisamente Rodrigo Hinzpeter: diez años de escudero del presidente -en episodios como la caída de la candidatura de Lavín en 2005 o su cerrada defensa de los conflictos de interés de Piñera- hacen que el ministro respire tranquilo. Por ahora.

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