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Mundo

6 de Junio de 2011

Más que un ‘coach’

El Barcelona actual, considerado el mejor equipo de todos los tiempos, es creación de Pep Guardiola, un perfeccionista que le huye a la fama y tiene una devoción sin igual por el buen fútbol.

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Artículo publicado en www.semana.com

El FC Barcelona no tiene un hincha más fiel que su propio director técnico, el catalán Josep Guardiola. Desde que entró a las ligas menores de ese equipo, en 1984, vive y respira fútbol las 24 horas del día. Es tal su fervor que quienes trabajan a su lado dicen que a veces ni siquiera se acuerda de comer por pensar en el siguiente partido. Y aunque a Pep le incomoda el protagonismo y, por lo general, trata de ser muy prudente a la hora de celebrar sus aciertos, en el fondo sabe que el triunfo frente al Manchester United, en la final de la Liga de Campeones, es histórico para su carrera. En efecto, con 40 años, es el entrenador más joven en ganar dos veces este torneo y ya algunos medios se han atrevido a calificarlo como el mejor técnico que jamás haya tenido el Barça.

La hoja de vida de Guardiola es impresionante. Ha acumulado diez títulos locales e internacionales durante las tres temporadas, y en 2009, en un hecho sin precedentes, sumó a su palmarés los seis campeonatos posibles en un solo año (Liga de España, Liga de Campeones, Copa del Rey, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes). Aún así, intenta no distraerse por las estadísticas, y en la rueda de prensa luego de la victoria del sábado pasado volvió a dejar en claro que lo único que le importa es el juego: “Hasta que el árbitro pita el final de un partido, lo único que podemos hacer es ser los mejores en el campo”.

Los jugadores del Barcelona admiran a Pep por su dedicación y creen que la fórmula de su éxito está en que sabe aceptar con humildad las victorias y asumir con dignidad las derrotas. Entiende a sus pupilos porque también vistió la camiseta azulgrana y valora el talento de cada uno: “Yo no lidio con futbolistas, sino con personas. Ellos tienen miedo de hacer el ridículo frente a 80.000 aficionados y, por eso, debo hacerles ver que el uno sin el otro no son nada”. Muchos también aplauden el gesto de haberle dado la cinta de capitán al lateral izquierdo Éric Abidal, quien fue operado de un tumor en el hígado en marzo, para que recibiera la Copa en el estadio de Wembley.

“A la hora de juzgar o estudiar a Guardiola hay que tener en cuenta que debajo del traje elegante, el jersey de cachemir y la corbata elegida está el hijo de un albañil. Que dentro de los caros zapatos italianos hay un corazón en alpargatas”, escribió hace unos meses el cineasta David Trueba, uno de los mejores amigos del entrenador, en el diario El País de Madrid. Sus detractores, sin embargo, creen que la imagen de “Mr. Perfecto” no es real y que el respeto que muestra hacia sus contrincantes no es más que falsa modestia. Ante las críticas intenta mantener la calma, y solo el polémico José Mourinho, entrenador del Real Madrid, lo ha hecho enfurecer en público.

Pep se ha visto sometido a tanta presión en los últimos meses que estuvo hospitalizado varios días por cuenta de una hernia discal. Hace poco, cuando le preguntaron si estaba listo para asumir un reto mayor, solo atinó a decir: “¡Pero si ya tengo la espalda rota y me estoy quedando calvo!”. En todo caso, Trueba asegura que Guardiola es capaz de llevar su afición hasta las últimas consecuencias: “En sus sueños habla de fútbol. Tiene curiosidad por muchas cosas que no están en el fútbol. Pero a veces uno tiene la impresión de que las codifica de una manera especial. Que las futboliza. Si tú le cuentas una anécdota de Paco de Lucía o de Cary Grant, él la archiva con devoción, pero la aplica a su juego, como si fuera un ejercicio, como si le regalaras a un cocinero una raqueta de pimpón y lo primero que pensara es cómo usarla de sartén”.

Pep Guardiola nació en el pueblito de Sampedor, a unos 70 kilómetros de Barcelona, en el hogar formado por Valentí, quien se ganaba la vida como albañil, y su mamá, Dolors. Desde que era muy pequeño sus papás trataron de priorizar la educación sobre el deporte, pero al final no pudieron evitar que La Masía, la academia-internado de las categorías inferiores del Barça, lo fichara a los 13 años. Dolors cuenta que cuando lo fue a dejar a la residencia, el joven Pep no pudo ocultar su emoción al ver que la ventana de su cuarto daba directamente al Camp Nou, el estadio del blaugrana. Sin embargo, quienes lo conocieron en esa época no pensaban que ese niño duraría mucho tiempo en las canchas. “Siempre existió la duda de si sería capaz de encajar o no”, recuerda Guillermo Amor, un excompañero de equipo.

Pero en poco tiempo Guardiola demostró que, si bien no tenía un cuerpo atlético, era capaz de leer el juego como ningún otro. Ya en ese entonces era tan exigente consigo mismo que una vez, mientras recibía el trofeo al mejor jugador de un torneo de 1986, no podía parar de llorar porque acababa de perder un penalti. Cinco años después de ese episodio, el holandés Johan Cruyff, entonces entrenador del equipo, confió en su talento y lo convocó a la plantilla profesional en 1991.

Tras obtener 16 títulos, Guardiola firmó con el club italiano Brescia Calcio en 2001. Allí vivió uno de los episodios más amargos de su carrera cuando supuestamente dio positivo en una prueba de dopaje y las directivas lo suspendieron por cuatro meses. Entonces, el catalán pagó una fianza de 2.000 euros para evitar ir a prisión y se empeñó en demostrar su inocencia durante los siguientes seis años. Al final, las autoridades le dieron la razón, a pesar de que el hecho ya había quedado en el olvido. “He aprendido que si tienes la razón debes luchar contra el mundo entero si es necesario”, dijo cuando lo absolvieron del caso.

Esa obsesión por mantener su nombre en alto y siempre hacer las cosas bien ha sido una constante en su vida. “No importa cuántas veces Pep tenga que intentarlo -reconoce el centrocampista Xavi Hernández-. Estoy seguro de que si decidiera ser músico, sería el mejor músico, y si quisiera ser psicólogo, también sería el mejor psicólogo”. Guardiola, en efecto, tiene fama de buen estudiante y pocos saben que alcanzó a cursar un año de Derecho antes de dedicarse al deporte. “Se dice que los futbolistas tienen el cerebro en los pies, pero no se puede generalizar”, escribió hace algunos años en una edición especial de la revista Time.

El entrenador culé ha dicho que solo se quedará un año más en el banco del equipo catalán, pero aún no ha confirmado sus planes para 2013. La mayoría de los medios deportivos coinciden en que el Inter de Milán quiere ficharlo, mientras que otros aseguran que es probable que asuma la dirección de la selección de Qatar. Lo único seguro es que por muy jugosas que sean las ofertas que le hagan de aquí en adelante, no permitirá que la fama se le suba a la cabeza: “Cuando uno gana, las chicas se rinden a tus pies, pero eso no dura mucho”.

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