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Cultura

1 de Julio de 2011

La obra que descoloca a los políticos

Francisco Medina está en esa clasificación terrible de gente que hace de todo y que todo lo hace bien. De esos que fueron presidente de curso en el colegio, que estaban en todas las actividades extraprogramáticas, que cantan bien, que bailan bien, que son bonitos, que son el mejor alumno de su carrera -Teatro en […]

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Francisco Medina está en esa clasificación terrible de gente que hace de todo y que todo lo hace bien. De esos que fueron presidente de curso en el colegio, que estaban en todas las actividades extraprogramáticas, que cantan bien, que bailan bien, que son bonitos, que son el mejor alumno de su carrera -Teatro en la Chile- y que definen todo eso con esta frase:

-Pendejo mamón insoportable, estaba metido en todas las hueás.

Porque, piensa, hay que ser un poco así para estar en teatro en Chile. Un poco lumbrerita y un poco- muy trabajador.

-En Chile egresan al año dos mil actores y el medio te puede absorber, con cueva, cincuenta por año. Divídelos en teatro escolar, universidades, teatro, televisión. Hay mil novecientos cincuenta actores cesantes al año. Porque no está regulada la hueá de las universidades. Cuando yo entré fue el boom del teatro. Todas las universidades abrieron escuelas de teatro.

­-Ahora bajó un poco.

-Sí po. Es que las universidades están cachando que están invirtiendo un montón de plata en carreras que no pueden pagar. Yo hice clases en la Universidad de Las Américas, donde a los alumnos les daban un crédito a veinte años. Y eran niños de cualquier parte y su prueba especial de admisión era una entrevista personal. No medían ni vocación ni talento. Ese egresado de teatro no va a poder pagar un crédito a veinte años. El nivel de campo de los artistas en Chile no lo soporta

-¿Se la ha jugado Cruz Coke por los actores?

-No está haciendo ni una hueá. Ha actuado pero no sé si es actor. No sé si entiende el valor de esta hueá.

Lavín, Allamand y Piñera

Otras cosas del currículum perfecto de Francisco son haberse ido a Berlín por un año a una beca de danza-teatro, estar en la obra El Olivo en Santiago a mil -que se va pronto de gira fuera de Chile-, estar en la obra Cabaret -éste es su último fin de semana-, pegarle una cachetada a Lavín y puntearse a Piñera. Todo por Cabaret.

Cuando lo llaman para el casting de Cabaret, suma: musical + Teatro Municipal de Las Condes + teatro comercial = hueá flaite.

Pero va a la audición.

-¿Por qué?

-Un poco porque me faltaba pega. Porque quería una hueá nueva, porque venía llegando de Berlín con lo de la voz y la danza, y la música; Cabaret me parecía un tremendo montaje, y el personaje era el mejor de todos los personajes.

Su personaje: una suerte de payaso-juglar que canta canciones, que se ríe de todos y que hace esto:

-El personaje toma a alguien, lo cachetea, le agarra el culo, lo sube, lo baja, se lo puntea. La gente se caga de la risa. Pero muchas veces la risa hace que no se den cuenta del nivel de opinión que uno pone. Si saco a Allamand a bailar y Allamand me dice: “Es que no sé bailar” y le digo: “Yo te enseño, mira”, vestido con pestaña postiza, labial rojo, y vuelvo a decirle: “un pasito hacia la izquierda, hacia la izquierda, hacia la izquierda”. O si saco a Lavín y se queda mudo. “¿Cómo te llamas? , le digo. No habla. “¿Pero por qué no hablas ahora?. ¿Quieres bailar?”. “No sé bailar”, dice. Y le digo: “Realmente los políticos nunca saben nada.” La gente se mata de la risa.

-Pero él no tan muerto de la risa o sí.

-Es que es descolocante. Detrás de la pestaña postiza y la lentejuela del cabaret yo creo que todo pasa piola.

-¿Por eso crees que él y el público permiten eso? Si fuera en otro lado menos abc1 quizás no lo harían

-Yo creo que tiene que ver mucho con el personaje. Es tan divertido el personaje que le aceptai todo. Y cuando le aceptai todo no te dai cuenta que ha hecho. Como lo de pegarle la cachetadita a Lavín

-Y qué onda Piñera.

-Fue raro Piñera. Tenían un poco de miedo de que me pasara para la punta con Piñera. Y no querían que lo hueveara. Pero si el personaje huevea a las autoridades que sean, por un tema de la obra con el poder, si el personaje tiene la posibilidad y el placer de ver a cualquier ser humano poderoso que esté en la sala, lo va a huevear. El hueón es presidente de Chile. Cabe de cajón que hay que huevearlo.

-Y es lo más hueveable que hay.

-Más encima. Es la oportunidad de la vida. Y bueno, dependía un poco de si se quedaba en el segundo acto y de si la seguridad me dejaba pasar. Y pasé, y nada: lo saqué a bailar primero y hubo aplauso y ovación inmediata

-¿Qué hacía él?

Se paró. Naturalmente, cualquier político, si lo ponís en público y lo aplaudis se va a parar. Cuando Allamand no se quería parar, la gente lo aplaudió y se paró. Y acá todo el teatro sabía que estaba él. Estaba en primera fila. Pasaba algo en la obra, se daban besos en la obra dos hombres y la gente lo miraba. Era un doble espectáculo.

-¿Qué más hiciste?

-Lo tomé y le dije que no iba a poder ni pestañear con la operación.

-¿Pero se reía?

-Sí, se reía

-¿Como cuando Kramer lo huevea y pone cara de “puta la hueá” o sinceramente?

-Puta. No sé. No lo analicé. Yo igual estaba como nervioso. Pero lo saco a bailar y le agarro el poto, y todos guajaja. Y le digo: “no voy a hacer nada que tú no quieras y no te va a doler”. Y empezó con: “Yo te conozco a ti” – lo que hacen todos los políticos- “te llamas Francisco Medina”. Le dije: “No te conozco a ti así que da lo mismo”. Entonces le doy la vueltita, lo agarro por detrás y digo: “Un, dos, tres por mí y por todos mis compañeros”.

¿Por qué el un, dos, tres?

-Creo que tengo en mi biografía todas las deudas del país: voy a reclamar por Hidroaysén, creo en la libertad del matrimonio homosexual, soy un deudor de mi crédito universitario, creo en la previsión porque no tengo nada. A nivel simbólico estoy representando a Chile entero, un poco.

-¿Y lo recibirá así el público del Municipal de Las Condes?

-El público se sorprende un poco. Esperan la película con Lisa Minelli. La versión teatral es mucho más agresor que la película. Hay gente que lo encuentra bonito. Que se queda con la lentejuela y con los bailes. Pero gente -me ha pasado- que se acerca y dice: “Disculpa, sabes que yo venía a ver la película y la obra es súper fuerte, opina mucho”.

-¿Eso te lo ha dicho algún político de derecha?

-No han ido al camarín.

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