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Mundo

11 de Julio de 2011

“El fútbol se lo robaron a la gente”

Nacido en Rosario en 1938, El Flaco es uno de los grandes oráculos del fútbol. Ahora habla sobre la Copa América, sobre el juego de su selección y sobre el estilo del Barça de Guardiola y del Madrid de Mourinho

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Por El País de España

La cita es en su despacho, en el microcentro bonaerense. Hace frío en la calle y dentro de la casa. César Luis Menotti se disculpa: “Esta mañana se estropeó la calefacción, iba a comprar una estufa porque me estoy helando”, explica. Bajo el cristal de la mesa del despacho, varias fotos de sus hijos. Encima, montoncitos de libros apilados. A su izquierda, entre ellos, Mi ciudad y mi gente, de Eladia Blázquez, La aznaridad de Vázquez Montalbán y Bajo Estado de sangre, de Tejeda… A la derecha de la vieja silla donde se sienta, un cenicero limpio recuerda que, no hace tanto, la conversación se hubiera llenado de humo.

P. ¿Cómo lleva el de haber dejado de fumar?

R. Mal. Me dijeron: “El primer mes es muy duro, pero después…” ¡Nada, cada mes tengo más ganas! Los médicos insisten en hacernos la vida más larga y menos agradable. Amargarnos la vida es lo que hacen ¡Y los cirujanos son peores! Ahora tienen una maquinita, como si fuera una play, pim pim, y ya te han operado. Se acabó la medicina profunda, lenta, ya no hay ni sangre en los quirófanos.

P. ¿Qué tal está de la operación?

R. No fue nada, tres días estuve en el hospital. Era una cosa pequeña, no estaba claro que me la tuviera que quitar siquiera, y yo le dije al médico: “Usted manda. Yo sé de futbol, no de pulmones. Luego, me dijo que no fumara, pero que podía hacer vida normal. ¿Vida normal para quién? Mi vida normal no es como su vida normal. El cigarrillo para los adictos es un compañero increíble, un amigo. He de pensar que el amigo se fue, que murió y no está más. Extraño el tabaco en la soledad y cuando escribo, mucho. Agradezco que me echen el humo a la cara, lo busco por las puertas de los restaurantes. Ayer, un señor sacó un habano a la puerta del bar y dijo: “Me voy”. “No, venga lo más cerca posible”, le dije.

P. ¿Del fútbol también se está quitando?

R. Uno recibe alguna recompensa a la lucha despiadada en contra del fútbol que traiciona su sentido de pertenencia. Como el Huracán salvó al fútbol argentino, España me reconcilió con el fútbol, me devolvió el apasionamiento por el juego. Verles jugar con los chiquitos pequeños fue reconfortante. El fútbol es el único lugar donde me gusta que me engañen. El fútbol son tres cosas: tiempo, espacio y engaño. Pero no hay tiempos, no se buscan los espacios y ya no me engañan nunca; me aburro de una manera que tengo la sensación que eso que llaman fútbol es otra cosa. Yo digo que el 99,9% de los entrenadores viven envidiando el juego del Barcelona. Todos quisieran ser Guardiola. Pero la mayoría no sabe cómo se hace.

P. Él dice que con buenos jugadores…

R. No, eso se lo come un pelotudo, yo no. Esto no es un señor que se para en la línea y dice: tocar, tocar y tocar, y que como son buenos le hacen caso. Lo de Guardiola es muchísimo más difícil que todo eso. Es producto del entrenamiento, de ideas claras, de saber hacerse comprender y ganar adeptos… Quedó demostrado que Guardiola es más importante que sus jugadores. Él dice lo contrario, claro… ¡qué va a decir! ¿Soy el mejor? Tampoco se lo cree. Pero vamos a revisar quién era Piqué antes de Guardiola, quién era Pedro, quién era Busquets. Ni siquiera Iniesta era titular, era discutido. Ahora son unos fenómenos. Lo cierto es que tuvo un punto de suerte.

P. ¿Por?

R. Encontró un camino facilitado por Rijkaard, eso es cierto. A veces, el entrenador que sale te deja unos líos tremendos. Rijkaard, en ese sentido, le dejó algo hecho. Pero, por encima de todo, está el convencimiento. Siempre digo que un gran director puede hacer una gran orquesta con grandes músicos y con músicos normalitos conseguirá una orquesta afinada que se escuche bien.

P. Entonces lo de los futbolistas…

R. Nada, mentira que Guardiola sea Guardiola por los jugadores que tiene. Es mentira. Tuvo a Eto’o, tuvo a Henry, tuvo a Ibra, ahora tiene a Villa… Y por el lateral izquierdo han pasado cuatro o cinco, a Mascherano le usa de central… Lo de Guardiola es muy serio y me provoca una envidia tremenda a mí también. Y tampoco estoy de acuerdo con otra cosa…

P. ¿Con qué…?

R. Cruyff tampoco fue el primero que empezó a hacerlo. El primero que intentó jugar como Guardiola en el Barcelona se llamó César Menotti. Y me costó la vida. ¡Nos pitaban por dar muchos pases! No sé si hubo otro antes, pero yo jugaba con Maradona de 9, parecido ahora a Messi, Carrasco y Marcos en las bandas, Schuster como juega Xavi… Y entraban en el descanso en el vestuario, empatados a cero y los jugadores ¡de un humor!: “Así no podemos jugar”, me decían, porque cada vez que Schuster se la daba a Alexanco nos pitaban. Con 3-0 sí… ¡olé, olé! Nos costó bastante. Migueli, cuando me fui, me dijo que si venía después de mí un entrenador que le hiciera marcar al hombre no jugaba más, porque estaba harto de pegarse con los delanteros. A veces ni existían, tenía que buscar al 9 y no jugaba. Y a él le gustaba tocarla porque era andaluz y la jugaba muy bien, pero como era alto y fuerte… Era muy bueno con los pies y le tenían como a una bestia.

P. ¿Por qué se fue del Barça?

R. Había fallecido mi mamá, volvía la democracia a Argentina y sentí que debía estar… Fui a comer con Núñez y me puso un cheque en blanco y me preguntó qué jugadores quería para quedarme. Y yo le dije que no quería ninguno, que lo que quería era que sacara del plantel a jugadores grandes, de prestigio increíble y que me paraban la subida de los jóvenes. Fue después de ganar la Copa del Rey, que entonces era una copita. Ahora la gana el Madrid y parece que haya ganado la Intercontinental. Pero, ¿a dónde quería llegar?

P. Estaba hablando de la importancia del entrenador.

R. Eso es, quería hacer un reconocimiento muy profundo del valor del entrenador. Es como el profesor, ¿qué influencia han tenido los profesores? Depende. Si eran buenos enorme, al 99%. Si eran malos, una mierda. Odié las matemáticas porque durante tres años me amargaron la vida tres profesoras a cual más idiota… Pero me enamoré de la química porque el profesor llegó el primer día fumando, llenó el pizarrón de fórmulas y nos dijo: “Esto se lo tendrían que aprender para el martes. Pero es imposible”. Y nos dijo: “Esto es para que sepan que la vida es como la química: hay que interpretarla”.

P. Yo creo que el profesor anda un poco devaluado…

R. No sé en España. Aquí hace 50 años que se produjo la desculturización. Es preocupante. La marginalidad ha llegado a la clase media-alta. Hubo quien se mató por las ocho horas de trabajo por jornada y ahora la gente hace 14 para poder vivir y no se queja…Eso sumado a que un país rico entre comillas produce miserables en el poder. Y lo primero que han hecho ha sido robarle a la gente el sentido de pertenencia. Parece que todo es suyo, incluso el futbol. Cuando el gobernador hace una calle parece que la ha pagado de su bolsillo. Nos robaron la música, nos roban los parques, las plazas y hasta el futbol. Y luego se extrañan que la gente se canse y acampe en las plazas.

P. ¿Les entiende?

P. Claro que les entiendo, esto es una mierda. No me quiero transformar en un escéptico, pero soy un pesimista feroz… Después de lo que he vivido, me siento un marxista hormonal, sin más explicación ideológica. Durante 70 años de mi vida he comprobado el desastre que ha hecho el capitalismo en todo lo que me rodea, incluido el futbol. Este país no tiene sentido. ¿Sabe qué me dijo un amigo de Barcelona que vino a hacer un estudio de la pesca del camarón?

P. No, no sé…

R. “Mientras Argentina no haga la revolución geopolítica, no le creas a nadie”. En 3.000 kilómetros no juntamos 600.000 habitantes; y solo en el barrio de Matanzas viven cuatro millones de personas donde debían vivir 500.000. No hay manera de vivir en una ciudad de 14 millones de habitantes. No tiene ningún sentido. Son solo votos que se usan para dirigir un país entero… La miseria es rentable para algunos. No les creo. No me mientan más mientras haya un chico en la calle. ¿Usted se acuerda de lo de Cromañón?

P. Sí, el incendio de la discoteca Cromañón…

R. Yo entraba a Independiente. Fue un escándalo, se murieron los pibes y los querían meter presos al grupo, una cosa disparatada. En aquellos días, volviendo del entrenamiento, me propuse preguntarles cuántos eran. Nueve en un semáforo, siete en otro. Del puente a mi casa conté 120, todos menores de 15 años que se iban a morir igual que los de Cromañón pero por la droga, la violencia, la injusticia. ¿Y quién responde de esos muertos de este estado?

P. ¿A qué le suena eso de “fútbol para todos” que pregona el gobierno?

R. El fútbol se lo robaron a la gente, ya no les pertenece. Por eso, la selección Argentina ya solo tiene espectadores. El que entiende de fútbol no va más, no tiene público, sino espectadores. ¿Qué lugar ocupa el fútbol en un estado? Es un negocio, bienvenido sea; si es un gran negocio que se come los tiempos, malo. Y así hemos acabado. El fútbol es educativo pasional, un lugar de expresión y el estado debe tener cierta vigilancia en tanto son sociedades sin ánimo de lucro. Pero ha mirado a otro sitio con las sociedades anónimas y han desaparecido clubes históricos, se los han fundido. Aquí tuvimos a grupos inversores que vendían por tres millones de euros y al club entraban 300.000, el resto para ellos. El deporte en este país, a nivel organizativo, es un desastre, se llegó a hacer secretaría de deporte y turismo, ¡como si se pudiera ser sastre y carnicero! Es de locos. Los militares siempre pusieron al más tonto al frente de deporte, siempre.

P. ¿Le quedan ganas de volver entrenar?

R. Sí, pero acá no. Yo veo la cancha y soy como el músico que ve una guitarra. Pero aquí no, para nada. Hay veces que estoy viendo las inferiores del Barça, que las veo por la televisión, y pienso: “Yo podría armar un equipo de inferiores y ganarles, pero los jugadores me durarían seis meses; el presidente vendería a medio equipo con 16 años. Es una vergüenza.

P. ¿Usted es de los que señalan a Grondona?

R. No. Bueno, Grondona tiene la culpa, claro que la tiene, por definición la culpa es suya antes que nadie. Pero no es el único. ¿Dónde están los otros proyectos? ¿Cuál es la permisividad que ha tenido el fútbol argentino con Grondona? O es miedo. Lleva 35 años haciendo lo que le da la gana. Aquí hay algo más grave, se han destruido instituciones maravillosas, Ferrocarril, Platense. Bueno, también ha pasado en España… Ver al Tenerife en Segunda B o la desesperación del Cádiz. Yo amaba al Cádiz, siempre me gustó… Me gustaba el Betis, mucho. El Loco de la Colina me hablo de dirigir el Betis. La cuestión es que vine del Atlético de Madrid y firme por River, y a la semana me llamó para ir al Betis. Me quería morir, siempre quise dirigir al Betis.

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