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Cultura

27 de Julio de 2011

El oro de Pascua Lama

En el documental de Carmen Castillo -El tesoro de América: el oro de Pascua Lama- hay dos mundos. El de los que no quieren que la empresa Barrick llegue al lugar y el de los que -claro está- sí. Una voz en off, la voz de Carmen, se pregunta mientras avanza el documental: -¿Es posible […]

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En el documental de Carmen Castillo -El tesoro de América: el oro de Pascua Lama- hay dos mundos. El de los que no quieren que la empresa Barrick llegue al lugar y el de los que -claro está- sí.

Una voz en off, la voz de Carmen, se pregunta mientras avanza el documental:

-¿Es posible que haya un punto de contacto entre estos dos mundos?

Y, ahora, al teléfono, le responde a The Clinic Online:

-Conocerse siempre es fundamental pero los dos mundos son opuestos. En uno priman las palabras progreso, rentabilidad y otro sería una visión del mundo que es un lenguaje que hay que inventar pero podríamos decir que es el de la palabra comunidad. Entonces creo que esas dos visiones tienen que conocerse para que podamos avanzar. Para que podamos avanzar y vivir hoy día la política tiene que recuperar su lugar. La película busca exigir reivindicar, llamar a la valoración de la política como el ente que por definición tiene que reflexionar para que todos los actores confluyan. Alguien tiene que zanjar. Lo que yo observo en el mundo neoliberal es que ya no existe la política.

-¿Cómo defines política?
-Como el momento en que un colectivo de ciudadanos se constituye democrácticamente a partir de la idea de la comunidad, de lo común y no de la administración del capital como estamos acostumbrados a ver hoy día. La clase política opera despegada de la sociedad civil. Hay todo un sector que dice: “La política no” y yo digo la política sí, pero la política que está al servicio del bien común y que se pone a pensar igualmente, con la misma prioridad, en la sobrevivencia de la humanidad que tiene que comer y la salvaguarda de la naturaleza. Para mi no hay dos religiones apartes: una religión que es del mercado el crecimiento el progreso y otra que es volvamos todos a vivir pegados a la tierra. En la película las comunidades son completamente modernas…

-Pero pareciera que hay más simpatía hacia lo más primitivo.
-Lo primitivo no es porque sea bonito y todos seamos buenos. A mi no me gusta pensar que lo ecológico se pueda pensar fuera de la realidad. Y la realidad es que, efectivamente, tenemos que alimentarnos, vivir y -si no hay recursos no hay agua- no podemos vivir. Entonces ¿cómo vamos a discutir los problemas grandes, graves que son de la energía, de la extracción de los minerales?. Yo no tengo respuesta. Pero la manera que me parece inmediata y urgente es que la política reocupe su lugar. Y de ahí vean y discutan, y que los colectivos sean escuchados, y que se determine si Hidroaysén es la única solución o hay otra. Que se defina democráticamente. Pero en serio. No en votaciones en que la gente no está inscrita o no quiere votar, o con una clase política que se desprende y funciona allá arriba, sola

-¿No rechazas Hidroaysén en bloque?
-Yo podría decir, evidentemente, entre el agua y el oro, el agua. No me cabe ninguna duda. Pero entre tener y no tener energia…mi papá, Fernando Castillo, que conoce la cuestión mejor que yo, dice que mejor hacer represas chiquititas que una tremenda. Pero mi lógica no es esto o lo otro.

-Decías que el debate ecológico no puede hacerse aislado de la realidad. ¿Piensas que es elitista?
-Yo diría, para ser clara, que la ecología tiene que ser una lucha socialista aunque esa palabra parezca ya que no tiene razón de ser. Y al decir socialista quiero decir que tiene que ser anticapitalista. La toma de conciencia, la resultante de tus batallas son inciertas porque no puedes saber cómo vamos a hacer para vivir, me parece fundamental.

-¿De dónde viene la masividad de las marchas?
-De la necesidad. Ahí es donde están equivocados los poderes que son, digo yo, ciegos porque cuando tienen que tomar una decisión no saben las consecuencias de lo que están haciendo en lo local. En el caso de Hidroaysén es exactamente lo que está pasando en el movimiento estudiantil con la convocatoria amplia hacia sectores que no son estudiantes. Es decir: “Esta forma de vivir no nos gusta”. “Esta forma de vivir que tenemos como único valor de que no podemos ser pobres porque somos pobres y no somos nada, no podemos ser artistas porque si somos artistas y no ganamos nada, no somos nada, esa forma de vivir del mundo contemporáneo -porque es igual en Europa- ya no es posible.

Carmen Castillo vive en Europa, Francia. La última vez que vino a Chile fue en marzo de este año y ve diferencias

-Ahora sí estamos viendo lo que yo veía pero era invisible en el mundo popular chileno. Hay algo que se cristalizó en el movimiento popular. Simbólicamente, fue en la ocupación de la Alameda que fue sin miedo, con alegría, con creatividad. A mí me parece muy importante estar muy atenta a lo que está pasando porque Chile es el pais mas antiguo del mundo con un modelo neoliberal perfecto. Entonces si de esta sociedad emerge ese grito ya basta y esa indignación, de la que hablan en Europa, es porque está clarísimo que no andan bien las cosas. La gente está harta. Yo estoy muy muy, muy conmocionada también, como ciudadana francesa, porque me doy cuenta de que cuando todo el mundo piensa que ya nada se puede hacer, de que todos se sienten amaestrados por el sistema, de repente se aparezca -aunque sea minoritario- una cristalización de un descontento mundial.

-¿Por qué pasa ahora?
-Tiene que ver con una juventud con una cultura política bien impresionante que no sé de donde viene. No hay discurso de “la Verdad”. No hay discurso autoritario. No hay claridad de a dónde vamos, pero qué importa. Qué importa si nadie sabe. Nadie sabe a donde va esto pero lo que me parece claro es que hay una apuesta más firme, más masiva, de actuar políticamente sin saber con certeza a lo que vamos. Es una apuesta a lo incierto. Y eso cambia todo. Cuando uno apuesta a que vamos a hacer esto y a que vamos a ganar, y no gana, uno se deprime. Nuestra generación tenia un proyecto claro. Y ese proyecto se acabó. Ahora tenemos que aprender a actuar sin una certeza. Pero diciendo que lo que tenemos no nos parece bien porque es injusto porque es indignante porque es todo lo que sabemos.

-¿Ahora se actúa sin certeza pero con indignación?
Sí. Yo creo. Yo creo que eso es lo más nuevo que hay.

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