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Opinión

2 de Septiembre de 2011

Felipe Cubillos: Soy un indignado

Columna publicada en diario La Segunda “Pertenezco a ese grupo de chilenos que después del terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010 nos hemos dedicado a ayudar a levantar escuelas, jardines infantiles, botes de pescadores y comercios que fueron destruidos por la fuerza de la naturaleza. Hemos sido miles los que hemos dedicado […]

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Columna publicada en diario La Segunda

“Pertenezco a ese grupo de chilenos que después del terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010 nos hemos dedicado a ayudar a levantar escuelas, jardines infantiles, botes de pescadores y comercios que fueron destruidos por la fuerza de la naturaleza. Hemos sido miles los que hemos dedicado nuestro mejor esfuerzo, nuestra pasión y nuestro compromiso en ayudar a volver a levantar a Chile. Lo hicimos desde la alegría y desde nuestra libertad”.

Así comenzaba la columna del empresario Felipe Cubillos que escribió para La Segunda el martes 30 de abril, como lo hacía cada 15 días desde que era parte del equipo estable de personalidades políticas, empresarios y líderes de los que formaba parte.

El texto hacía referencia al trabajo que había realizado el último tiempo y luego del terremoto del 27F. También se refería a la contingencia nacional y a la crisis educacional que vive actualmente el país y que el Ejecutivo no ha logrado solucionar.

El texto que se llamaba “Soy un Indignado”, haciendo referencia al masivo grupo que protestó en España por la crisis económica, continuaba así:

“Muchos lo hicimos donando a Teletón, Desafío Levantemos Chile, al Techo para Chile y a muchas organizaciones de la sociedad civil. Miles de jóvenes se volcaron a ayudar a miles de familias chilenas, y nos conmovimos con el sufrimiento, pero sobre todo nos cautivamos con el compromiso de tantos por reconstruir nuestra sociedad. Sabemos que todavía nos queda mucho por hacer.

Soy un indignado, porque trabajamos sin descanso para que ningún niño chileno perdiera su año escolar en 2010 y, junto a mucha gente, Lo logramos. Pero, un año después, vemos que miles de nuestros jóvenes están a punto de perderlo.

Soy un indignado, porque logramos levantar escuelas caídas para que nuestros niños pudieran estudiar, pero, un año después, otros las queman.

Soy un indignado, porque trabajamos sin descanso para levantar los pequeños comercios devastados por el terremoto y tsunami para que los emprendedores se volvieran a levantar; pero, un año después, veo a cientos de comerciantes como ellos que sufren los destrozos de sus locales cada vez que hay una protesta callejera.

Soy un indignado, porque un joven inocente ha perdido su vida tan sólo por haber estado en el lugar y momento equivocados (mientras escribo esta columna nos acabamos de enterar de que la bala que mató al joven Manuel Gutiérrez salió del arma de un carabinero; ojalá tengamos la mesura para condenar un hecho puntual y no a una institución completa, pues si es así escalemos también hasta los organizadores de las protestas)”.

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