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Cultura

8 de Septiembre de 2011

La nueva prédica de Gustavo Cordera

Fito Páez dejó de ser el flaco sufrido y se convirtió en el panzón feliz. Charly García se rehabilitó. Vicentico abandonó el encanto Cadillac -el de la potencia de una adolescencia errática y de letras políticas- para empezar a hablar de yoga, de encontrarse a sí mismo, de estar en paz con el universo y […]

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Fito Páez dejó de ser el flaco sufrido y se convirtió en el panzón feliz. Charly García se rehabilitó. Vicentico abandonó el encanto Cadillac -el de la potencia de una adolescencia errática y de letras políticas- para empezar a hablar de yoga, de encontrarse a sí mismo, de estar en paz con el universo y bla bla bla.

Debe ser una maldición del rock.

Del rock argentino.

Tal vez de crecer.

O de cambiar cuando los fans esperan que no cambies nunca.

Gustavo Cordera hace tiempo, 1988, estudiaba en la universidad, tenía novia, auto, un negocio, 25 años; una vida armada que se desarmaba en un viaje al Carnaval de Río cuando descubre que hay un país distinto a esa Argentina que todavía vive debajo de una sombra de dictadura reciente y, con eso, se da cuenta de algo: él, que nunca ha hecho música, tiene ahora la energía -las ganas- de hacerla.

Aparece la Bersuit y, ahí, el Gustavo que se recuerda: el que destroza a Menem cantando Señor Cobranza, el que canta canta “Si esto no es una dictadura/vení y agarrala que está dura” en “Se viene el estallido”.

Es el Gustavo de la rabia.

El que predica política apenas puede.

Pasan los años. Viene un cambio tan intenso como el de los días de Río de Janeiro pero hacia otra dirección. Ahora, se siente ahogado en la Bersuit porque el grupo se convierte en un espacio hostil en el que no tiene lugar.

Dice, Gustavo, desde su casa en Uruguay a The Clinic Online:

-Me pareció que el rock en ese momento era muy superficial. El que hacíamos nosotros y el movimiento en general. Ya era un movimiento vetusto pesado y en decadencia, con formas de música reciclada, con miedo, siempre buscando las grandes convocatorias, los grandes estadios, siempre tratando de conservar el resultado que había conseguido y yo quería experimentar algo nuevo, quería buscar algo nuevo en el arte. Quería algo distinto.

-Decías en algunas entrevistas que vino un proceso de sanación. ¿Sanación de qué?

-Fundamentalmente de mi propia mente, de mi propio pasado, de mi propia forma de ver el mundo. La ambición, el miedo, la ira, culpar a los demás por lo que a vos te pasa, victimizarse. Creo que eso forma parte de la cultura-rock que es súper adolescente también. Ya no pude más habitar ese lugar porque me parecía que estaba haciendo un careta cantando cosas que no veía, no sentía.

-¿Cultura rock argentina o universal?

-A mí me parece que forma parte de una cultura rock universal. Creo que el rock no tuvo la transformación que el mundo está teniendo. El rock perdió esa cosa de experimentar, de mostrarle a la gente novedades, esa cosa de darle una vuelta a la música latinoamericana, a la música de nuestra tierra.

-Pero en Argentina es imperdonable dejar el rock. A ti no te lo perdonan. Es como una traición.

-Sí, sí, es una traición. Pero la lealtad es otro de los conceptos que yo estoy empezando a ver. La lealtad y la traición, que es un concepto mafioso, que tiene que ver mucho con la altura de los tiempos, tiene que ver con el pensamiento facistoide, fachista. Hay mucho en Latinoamérica de eso. Cuando uno toma un rumbo distinto es un traidor y, a los traidores en la década del setenta, se los asesinaba. Cada vez que uno piensa distinto, es un traidor. Cada uno que toma un viaje nuevo, es un traidor. Fijate lo que pasa en las parejas, también. Cuando uno dice: ché, loco, me gusta otro, quiero estar con otro hombre, estoy enamorado de otra persona. Es una traición. Es una traición estar enamorado de otra persona. Es una traición transformarse.

El Gustavo transformado tiene una nueva prédica que se arma de frases hechas:

-Lo más importante es no traicionarse a uno mismo.

De felicidad:

-Hoy estoy muy feliz porque estoy haciendo música, porque sonrío sobre los escenarios, porque tengo esa fuerza de cuando uno vuelve a empezar.

Y de trascendencia:

-Tengo entusiasmo. Entusiasmo que quiere decir tener a dios en el cuerpo.

-Me imagino que, claro, no es un dios judeocristiano.

-No. Estoy en mi propia religión. Yo soy mi propia religión. Soy mi propia experiencia de vida. Creo en mí, creo en mi alma, creo en mi cuerpo, creo en vos, creo en la naturaleza, creo en el sol, creo en su poder, en la luna, en los astros, en todo.

En todo: en una entrevista en un diario argentino dijo que canta con las ranas, que le habla a las plantas. Acá, al teléfono, dice que no está en lo de las drogas duras, que ahora tiene experiencias con la ayahuasca, que hace lecturas de aura, de cartas astrales. Dice: “Hoy día los seres humanos nos hemos olvidado de nosotros mismos”. Y: “También empezás a separarte de la cabeza. Separarte del ego”. Y: “Tenés que crear un alma”. Y: “Tenés que trabajar para empezar a conocer mi voz interior para empezar a conocer mi alma”.

Andrés Calamaro, uno que ha insistido en no dejar de ser un adolescente rockero, se burla del amor de Gustavo por las plantas y los animalitos diciendo que, ahora, el ex Bersuit se la pasa abrazando árboles en Punta del Este.

Pero Gustavo, claro, no viviría en Punta del Este nunca. Vive en La Paloma, una balneario más piola. Una suerte de Con Con a lo que es Reñaca. Porque la nueva prédica de Gustavo, por supuesto, se construye desde la sencillez:

-El uruguayo no entiende la parada del súper rockstar argentino. Por suerte no la entiende. Me aceptan así. Yo estoy vestido con unos buzos, unos pantalones llenos de pintura, gordito, salgo a la calle como toda la gente. Esto se llama look paloma profundo. Toda la gente tiene esa cosa de tomar ropa vieja, ropa de no sé cuántos años que no es linda pero que está buena porque es tu ropa y no tenés la necesidad de vestirte de ninguna manera ni de mostrar nada ni de andar en tal auto.

-Pero cuando llegaste eras más argentino ¿no?

-Sí. Sí. Fue difícil entrar en esa sintonía. De hecho me robaron siete veces el primer año que estuve.

-¿Por qué?

-Y, porque consideraron que era una estrella, un millonario.

El nuevo Gustavo está lejos de la Bersuit -ahora tiene otro grupo, La Caravana Mágica, con el que viene a Chile en octubre- que volvió hace poco con el mismo nombre pero sin él.

Gustavo sale diciendo en una entrevista que eso le duele. Y el grupo, le dice de vuelta en su twitter: “Nos amuraste a sony con un contrato eterno, te llevaste 425 mil U$$ y dejaste la banda.Y ahora estás triste? “

-¿Qué piensas de eso?

-Es tan viejo, tan pasado, que no tiene ninguna incidencia en mí. Bersuit es mi cuerpo, es mi corazón, soy el fundador de la banda, soy el que hizo el ochenta por ciento de las canciones que la gente canta: el estallido, la bolsa, la Murguita del sur, el Baile de la gambeta, la argentinidad, un pacto, etcétera, etcétera y etcétera. También fui el líder durante veinte años de esa banda y, así llegamos, a River, y fuimos una de las seis bandas que logró llenar River en la historia de Argentina. ¿Qué más podés decir? Estoy ampliamente contento por haber sido el fundador y creador, y conductor de las canciones de Bersuit. Pero ahora estoy en otro viaje.

Gustavo Cordera y la Caravana Mágica

Viernes 7 de OCTUBRE – 21:00 HORAS, INDUSTRIA CULTURAL (Cueto 1470, Stgo. Centro)

$ 8.000 Hasta el 30 de Septiembre.
$ 10.000 Desde el 1 de Octubre hasta el 6 de Octubre
$ 12.000 Día del Evento.

Entradas disponibles bajo el Sistema TICKETMASTER
FALABELLA Y CINE HOYTS, ENTRADAS SIN RECARGO, TIENDA DISCOMANIA (21 DE MAYO 583 LOCAL 894)

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