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Opinión

16 de Noviembre de 2011

“La verdadera revuelta no se termina nunca”

Estuvo en Chile invitada por la Universidad de Chile, el Instituto Francés de Chile y Puerto de Ideas. La autora de “Sentido y sinsentido de la Rebeldía”, “El genio de las mujeres” y “Al comienzo era el amor, Psicoanálisis y Fe”, conversó con The Clinic sobre la violencia, la primavera árabe y la singularidad del movimiento chileno.

Ana Rodríguez
Ana Rodríguez
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Foto: Alejandro Olivares

A fines de octubre, un grupo de ateos encabezados por Julia Kristeva llegó hasta la ciudad de Asis, en Italia, invitados por el Papa para participar de la Jornada Asis por la Paz. Por primera vez, no creyentes eran invitados a asistir a las reflexiones. Kristeva, dice, nunca había visto tantos religiosos juntos en su vida. Y no se conformó con sólo ir a mirar: sus esfuerzos se enfocaron en convencer a las autoridades religiosas para que intervinieran con el gobierno sirio para la liberación de una mujer psicoanalista que se dedicaba a realizar psicoterapias grupales donde trataba el temor -en todas sus formas: a la guerra, al gobierno, al agua, al otro, a los aviones- y que fue encarcelada por el gobierno.

-La encerraron porque el gobierno le teme a la gente que lucha contra el temor- dice Kristeva.

La lucha de Kristeva por la liberación femenina empezó en un plano más profundo, cuestionando temas como la sexualidad, la paridad, la diversidad cultural. Y se materializó cuando creó el 2008, con motivo del centenario de la escritora, el Premio Simone de Beauvoir, para entregárselo a las mujeres que están amenazadas de muerte, por ejemplo por el integrismo islámico.

-Así es como en la actualidad trato de hacer una reflexión profunda, pero a la vez actuar de manera concreta.

Toda su vida, Kristeva luchó para que las mujeres dejaran de ser consideradas como idénticas. Diría ella que durante los movimientos de emancipación de los seres humanos desarrollados desde las crisis de las religiones en el siglo XVIII -“donde el ser humano quiso buscar no el paraíso en el cielo, sino en la tierra, en las nuevas reglamentaciones sociales”- las rebeldías fueron más bien comunitarias. La idea aplica también para los burgueses que cortaron las cabezas de los aristócratas, para la lucha del proletariado contra la burguesía y para los movimientos anticolonialistas del tercer mundo. Revoluciones que mucho aportaron, pero que a veces devinieron en totalitarismos.

El peligro, dice Kristeva, es que el feminismo corra esta misma suerte.

-Efectivamente cuando hablamos de la comunidad de mujeres, no tenemos en cuenta las diferencias entre los individuos- explica.

Y eso es justamente lo que Simone de Beauvoir fundó en El Segundo Sexo, definiendo la felicidad como libertad, y la libertad como la capacidad de trascenderse a sí mismo.

-Eso implica conocerse a sí mismo, producir una creatividad específica y singular, y poder compartirla con los demás.
Por eso, Kristeva cree que si el movimiento feminista continúa, habría que invitar a cada una de las mujeres a desarrollar su propia creatividad y compartirla con los demás. No es una invitación al narcisismo, sino a una creación singular y compartida, explica la psicoanalista.

-Cuando mis estudiantes me dicen: “pero usted no ha escrito un libro sobre la mujer”, yo les digo: La mujer no existe, sino el género de cada una de ellas. Para mí existe una multiplicidad de tipos de personas diferentes y singularidades. Escribí un libro que se llama “El genio femenino”, donde traté de explicar, desde el feminismo, que decir que todas las mujeres son iguales es equivalente al totalitarismo. Lo que me interesa es la persona en toda su singularidad.

¿Cómo se vive esa singularidad en el mundo actual?
-En la crisis actual, que es a la vez financiera, existencial, social, filosófica, no es un buen momento para lo que tiene que ver con la singularidad de las personas, porque se busca que todo el mundo sea igual. Esta situación de crisis lleva a los seres humanos a calcular en vez de pensar y de sentir, y mucho menos aún de amar. La singularidad se manifiesta en el pensamiento, en el amor, en los sentimientos. Este es un momento malo, pero quizás en este momento de crisis puede haber una rebeldía, una especie de resurgimiento de todos estos aspectos.

LA LLAMA DE ALLENDE
En Chile llevamos varios meses de movimiento estudiantil. En su impresión, ¿cuál sería el sentido más profundo de esta revuelta?
-Estoy muy impresionada por este movimiento, me han dicho que es una joven mujer la que lo lidera. Para mí sigue siendo un enigma cómo es posible que, en un país donde todavía no está el derecho al aborto, donde aparentemente no hubo grandes movimientos feministas, donde me parece que el tema de la paridad no se plantea todavía, me impresiona que en este contexto, -pero no solamente en Chile, sino en toda América Latina- existan muchas mujeres que hayan tomado una postura de líder, incluso por encima del Estado. Es interesante. Estamos hablando de historias donde el individuo nació de un blanco tirano y un negro esclavo, y el hijo de esa pareja, en caso de ser mujer, tiene mucha fuerza. Estando aquí he visitado la Villa Grimaldi. Me dio la impresión de que todo lo que sabemos del período de Salvador Allende, toda esta inspiración rebelde y enamorada de la libertad de los chilenos, esa antigua llama, la antigua pasión por esta libertad ha vuelto, a pesar de Pinochet, a pesar de que todavía no está todo resuelto.

Volvió con las movilizaciones estudiantiles…
-Lo que yo entiendo de este movimiento es que es una doble reivindicación. Primero, reconocer el rol público de la educación y darle los medios económicos, de manera de no perjudicar a los estudiantes por derechos de inscripciones que son inviables. Pero me parece que detrás de eso y de manera implícita, hay un deseo de mejorar el contenido de la enseñanza, y justamente de cambiar: de pasar de un pensamiento que consiste en calcular hacia una forma de pensar más profundizada, más interrogativa y más crítica, que plantee problemáticas sobre la sociedad moderna. Y que para llegar a eso no basta con producir solamente ingenieros, o financieros, sino también especialistas en ciencias humanas. Ahora me voy de Chile a Argentina y vamos a crear una cátedra común con la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Paris 7, donde yo dicto clases. Será una institución académica argentina donde habrán muchos intercambios entre los franceses y los argentinos. Y a mí me interesaría hacer lo mismo con la Universidad de Chile.

¿Sí?
-Lo voy a proponer al presidente de la Universidad de Paris 7, voy a tratar de dar la mano a los que están haciendo la revolución, diciéndoles: “no vamos a cambiar sus sistemas de enseñanza ni tampoco aliviar los impuestos, sino que tratemos de trabajar juntos en cuanto a contenidos de enseñanza o investigación”. Tratar de encontrar nuevos objetos, temas de estudio que tienen que ver con la vida social.

Hablas de que con la dictadura se apagaron ciertos fuegos. ¿Cuál crees que es la importancia de la identidad y la memoria en una revolución?
-Di una clase durante dos años en la Universidad de Paris sobre el tema de la revuelta. Para mí una revuelta no es solamente una protesta que consiste en anular la ley que me oprime, sino también un regreso, un retroceso para apropiarse de los valores y de la memoria, y apropiarse de la tradición de un pueblo, de una cultura, para renovarlos y volver a adaptarlos a las nuevas características de la época. La verdadera revuelta es un cuestionamiento permanente, no se termina nunca, como dice Freud, es un análisis interminable.

¿Cuál sería el rol de la violencia dentro de la revuelta? ¿Qué la justifica?
-La violencia es parte esencial del comportamiento humano. Yo soy psicoanalista, entonces estoy en contacto permanente con la agresividad y el deseo de muerte de la gente hacia sí misma y hacia sus cercanos. En momentos de crisis esta lucha toma forma entre diferentes actores y puede volverse muy sangrienta. Yo apuesto, espero, como humanista, que es posible transformar la agresividad, pasar de una violencia mortal a debates de ideas y propuestas.

¿Y la autoridad, en este caso?
-Ese es el gran problema del mundo moderno, quién encarna la autoridad. Generalmente. la autoridad la toman los que tienen dinero, que presionan al pueblo con amenazas sobrenaturales o trascendentales, yo creo que la autoridad hoy en día es la que se construye en el debate político. Si tomamos el ejemplo de los indignados de Chile, yo supongo que esta mujer, Camila Vallejo, se ha vuelto una autoridad, por las conversaciones, por su comportamiento y por lo que dice, pues demuestra esa capacidad de estar en justicia. La autoridad en el gobierno y en la Constitución existe también en la opinión y en la democracia, es la voz de la mayoría la que la hace. Y en estas circunstancias, es la resonancia que dan los medios de comunicación lo que puede o no provocar un movimiento más amplio que pueda influir en el gobierno y su capacidad para emitir otras leyes.

En ese sentido, ¿cuales serían los pro y los contra de las nuevas herramientas que entrega Internet?
-Creo que en este punto precisamente los nuevos medios de comunicación son muy importantes, porque crean una opinión. Pero tienen que ser a la vez analizados, retomados. Que los otros medios de comunicación se dediquen a pensar los temas más tranquilamente, que retomen lo que se dice en estos nuevos medios. Estos nuevos medios de comunicación sirven, pero también reducen la comunicación y reducen estos temas a elementos del lenguaje. Y pueden dar lugar a la difusión amplia, pero de ideas que pueden ser restrictivas o hasta peligrosas, porque en el fondo amplían el espacio de difusión pero no profundizan las ideas, ni tampoco lo que yo llamo la experiencia interior, que es crítica, que se hace preguntas, que plantea problemáticas

Se pierde la singularidad
-Sí. Como en el caso de la primavera árabe, que conduce al retorno de la religión. Y ahora habría casi que volver a movilizarse contra el retorno de la religión. Eso significa que la comunicación no equivale a la libertad.

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