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Opinión

14 de Diciembre de 2011

“En cualquier lugar del mundo lo que hace la policía chilena es un crimen”

Estuvo en Chile reporteando el movimiento estudiantil para The New York Times.Hasta gases lacrimógenos y guanacazos recibió. Aceptó el encargo como una manera de ir dejando atrás el luto, de ya 4 años, en que se hundió tras la muerte de Aura, su mujer. Goldman da aquí una mirada extranjera pero informada y reflexiva sobre un año que , por el movimiento social, puso, mucho más que el telúrico del 2010, a Chile en el ojo internacional.

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“Más que responderles, yo quisiera preguntarles acerca de lo que está pasando acá en Chile”, dice Francisco Goldman cuando le planteamos que queremos conocer sus impresiones tras haber estado dos semanas en Chile, enviado por The New York Times, para reportear el movimiento estudiantil.

¿Qué nos preguntarías?
-Qué creen que pasará con esta elección de la FECH, porque yo fui a ver un debate entre los candidatos y me incomodó algo: me pareció injusto, y hasta machista, ver a todos los hombres atacando a Camila… Tuve una sensación, y tal vez esté completamente equivocado, de que los otros candidatos al atacar así a Camila estuvieran eludiendo su propia responsabilidad, porque muchos de ellos estuvieron también en la FECH durante este año.

Sí.
-Este no es solo un movimiento que ha conducido Camila Vallejo. Y parece un poco injusto que le echen toda la culpa a ella porque el movimiento ha fracasado. Además, yo no creo que el movimiento haya fracasado. Y si ha fracasado, ellos son parte del fracaso.

Tú has estado trabajando en un perfil de Camila; ¿te hiciste camilista?
-No, no. Yo estoy escribiendo sobre el movimiento. Y más allá de a qué partido pertenece, lo que me interesa es la manera en que ella le da coherencia a un movimiento de muchas tendencias.

Y el movimiento, ¿qué te ha parecido?
-Todavía estoy tratando de entenderlo. Yo vine aquí no sabiendo nada. Hace meses el New York Times Magazine me está pidiendo un artículo grande. Me ofrecieron hacer algo sobre Cuba, pero no me interesó nada, luego me pidieron algo sobre la exhumación del cadáver de Allende, como si fuera un gran misterio, pero yo les dije que ese no sería un artículo interesante porque no hay misterio forense: Allende se suicidó, eso está claro.

¿Y?
-Entonces me preguntaron qué me gustaría hacer y les dije que algo sobre el movimiento estudiantil chileno y esa rockstar dirigente que tiene. Y pasaron varios meses hasta que, hace poco -yo ya me había olvidado de mi propuesta- me llamaron, como tres días antes de venir, y me dijeron: “Sí queremos un artículo sobre lo de Chile, ¿quieres ir?”. Le escribí a mis amigos aquí, a Zambra, a Matías Rivas y a otros, y Zambra me dijo “Es un momento crítico, ven ya”. Llamé entonces al periódico y, aprovechando que la semana pasada no tenía que dictar mi clase, acepté. Y llegué acá sin saber nada a fondo, pero con los ojos abiertos.

¿Y qué has visto?
-He ido a muchos foros y debates, he estado escuchando.

Si llegaste no sabiendo nada a fondo del movimiento, ¿qué te hizo suponer que sería un buen tema para escribir?
-Ha sido muy raro para mí. En julio fui a Argentina a hacer un artículo para New Yorker…

¿Sobre qué?
-Sobre el Caso Noble. Un caso muy complicado y raro. Y fue para mí más raro aún porque me di cuenta que es la primera vez en cuatro años que escribo algo que no tiene que ver con Aura, mi esposa (muerta en 2007 en un accidente en el mar). Fue como volver a la realidad. Y yo pensé que me iba a hacer bien, porque había estado muy tenso trabajando en el libro sobre Aura, siempre hablando de ella, de la muerte y de yo, yo y yo. Entonces, ir a Argentina fue como dar un giro en 180 grados.

¿Por qué en 180 grados?
-Porque de repente era yo el que estaba buscando entrevistas, yo el reportero asqueroso que se mete y al que nadie le quiere hablar, al que casi echan de todas partes, siendo que yo había sido el entrevistado durante meses. Creo que eso fue saludable. Y esto que estoy haciendo acá en Chile es lo mismo. Estaba a punto de arrancar una nueva novela, pero aquí estoy, haciendo crónicas. Yo pensaba que jamás iba a volver a hacer crónicas. Estoy en un cruce de caminos en mi carrera. Me estoy encontrando conmigo mismo…¡por primera vez!

Hace justo un año, te entrevistamos aquí a propósito de que habías terminado de escribir “Say her name” (tu libro sobre Aura).
-Lo recuerdo.

Y ahí contaste que el luto lo viviste de la mejor o única manera que sabes: escribiendo. Y que un amigo tuyo te había dicho que te prepararas, porque tu luto iba recién a comenzar, y no a acabar, cuando terminaras ese libro. Y tú le dijiste que ojalá estuviese equivocado porque ya lo habías pasado suficientemente mal.
-Sí.

¿Y? ¿Fue así o estaba equivocado tu amigo?
-Fue un poco así. Todavía mis noches son muy difíciles. Tengo muchas pesadillas. Pero ya me siento como graduado en luto, tengo una licenciatura, pues he ido a la universidad del luto por cuatro años. Siento que el luto ya no tiene nada más que enseñarme. Y aunque el trabajo del libro fue muy duro, y luego los viajes y las presentaciones hicieron del año pasado uno muy difícil, también sucedió algo increíble.

¿Qué?
-Algo que me ha tocado muy adentro: cómo los lectores de “Say her name” se enamoran de Aura. Eso supera para mí los premios y el éxito que el libro ha tenido. Pasa fronteras. En Francia, en otro idioma, la gente se enamora de Aura. Y eso crea una sensación de comunidad: una comunidad de gente que quiere a Aura y siente su pérdida. Eso ha sido gratificante porque significa que, de cierta manera, yo cumplí con ella. Lo mejor que yo podía hacer es que la gente no se olvide de ella. ¿Qué más puedo hacer yo como escritor? Y ahora aquí estoy, amo este mundo, soy profesor universitario, Aura creció dentro de la UNAM, su madre, sus tíos, son profesores. Entonces, el de las universidades públicas es un mundo que yo conozco muy bien. Y por eso estoy muy interesado en esto que está pasando acá, en Chile.

EN CHILE

¿Y qué aprendiste aquí estas dos semanas reporteando el conflicto educacional?
-Que es absurdo este sistema educacional. Yo no sabía que era como era. Aprenderlo es muy relevante para un lector de EE.UU.

¿Por qué?
-Porque los tea party, la ultra derecha, siempre nos están tratando de vender que hay que sacar a los gobiernos federales de la educación, que hay que privatizar todo, pasar todas las cosas del Estado a los municipios, etc. Y acá en Chile tú ves qué absurdo, qué desastroso, qué injusto es eso. Lucrar con la educación es sucio. ¿Cómo vas a ensuciar las vidas de tantos jóvenes con lo que es la cosa más importante del mundo? ¿Hay un deber más importante que educar a los jóvenes?

La salud anda por ahí.
-Yo digo que la educación es aún más importante. Si< tengo que elegir una de entre esa dos cosas para que se haga cargo el Estado, elijo educación. Con una educación que funcione vas a tener una ciudadanía mejor preparada para asumir responsabilidades como crear un buen sistema de salud. En EEUU hay mucha injusticia en el sistema educativo también, pero tiene sus cosas buenas. En cambio nuestro sistema de salud es un desastre. Hay quienes argumentan que el sistema de salud de los EEUU está destruyendo la economía, porque los precios se han disparado, está todo tan caro, y es tan injusto, es un gran desastre... Entonces, cuando llegué acá, no me fue tan difícil entender lo que a uno le cuentan. Pero no sólo entendiste el diagnóstico que ha hecho el movimiento respecto a que este sistema no da para más, sino que compartes dicho diagnóstico, ¿no?
-Sí, claro, es que es una educación única en el mundo. Si fuera una buena idea manejar la educación así, otros países lo harían. Pero nadie más lo hace. No es buena idea (risas).

Te encontraste acá con una generación joven, fuiste a foros, entrevistaste a Camila y otros líderes, ¿cómo ha sido ese encuentro?
-Yo brevemente vi un poco de esto cuando estaba en la universidad. Los últimos movimientos contra la guerra de Vietnam. Yo era docente cuando terminó esa guerra, y me acuerdo cómo los dirigentes estudiantiles se convirtieron en estrellas de la universidad. Me ha dado mucha nostalgia acordarme de eso. Pero esta venida a Chile ha sido también una experiencia muy divertida.

¿Por qué?
-Porque volver a hacer crónica ha sido demasiado ridículo para mi edad y para quien soy profesionalmente. Ando aquí frustrado tratando de conseguir entrevistas con estos jóvenes de 23 y 22 años. Es como si yo estuviera persiguiendo a mis estudiantes para entrevistas. Un poco humillante, ¿no? Pero la humillación siempre es buena porque te muestra que no eres tan importante como a veces crees. Ha sido muy chistoso. Aquí hay una comedia. Yo veo que están muy ocupados, pero además, como todos los jóvenes, se creen el centro del universo. Todo es absoluto para ellos. Los encuentro muy serios.
Ustedes díganme: ¿por qué son tan serios acá los jóvenes?

Tal vez porque, aparte de que el asunto educacional es serio, en Chile la seriedad es un valor muy importante. A la gente poco seria en Chile le cuesta mucho hacerse un espacio, y no estamos hablando de los payasos, sino de la gente que echa mano al escepticismo, a la ironía, a la informalidad. La corbata, la apariencia de seriedad, la supuesta excelencia o experticia, todo eso aquí tiene más crédito que una buena idea presentada informalmente, con irreverencia y humor.
-Sí, ya veo. Eso viene de España, ¿no? Porque, por ejemplo, en mi país si tú eres muy serio no te toman en serio. El humor es un gran arma. Un hombre que de veras es elocuente, que sabe cómo convencer a un público de su punto de vista, vas a ver cómo sabe echar mano al humor. En cambio acá, yendo a estos foros y debates, me he sentido como en esas novelas rusas donde todos son muy serios, llenos de revolucionarios e intelectuales serios.

Dostoievski con calor.
-¡Oh, con mucho calor! Pero una cosa sí: hablan muy bien los jóvenes líderes. Y hay algunos que sí tienen sentido del humor y son más relajados, mientras otros están siempre serios; incluso cuando ya no están en el foro sino comiendo siguen muy serios. Pero son muy elocuentes en general. He pensado que si yo fuera papá de estos líderes jóvenes me sentiría muy orgulloso de ellos, que tienen tanta valentía, que están tratando de hacer algo. Esa es mi primera impresión. Ya, después de ver varios foros, de entender el asunto un poco mejor, hay ciertas cosas que me tienen incómodo.

¿Como cuáles?
-Es muy difícil decirlo porque no quiero sonar como si estuviera juzgando, pero son cosas que me pregunto a mí mismo.

Por ejemplo…
-Yo no entiendo por qué hablan tanto de la derrota cuando mucha gente que observa este movimiento desde afuera lo ve como muy exitoso, como algo muy importante que va a ser de mucho beneficio para Chile.
¿En qué cosas ves que ha triunfado?
-Primero, en que ha desmoralizado completamente a un gobierno derechista. Eso siempre es bueno, eso es un logro. Qué lástima que nosotros no pudimos nunca desmoralizar a Bush.

¿En qué notas que este gobierno está desmoralizado?
-Todo el mundo lo dice. Cuando uno baja a 30%, es un gobierno fracasado. Tú no puedes gobernar, no puedes tomar iniciativas sin respaldo de la población. Su plan de gobierno ha sido completamente derrotado por este movimiento.

De acuerdo, pero los que mencionas son efectos asociados, pero el propósito principal, explícito, que es cambiar la ley que rige a nuestra educación, no lo han logrado; por eso, supongo, hablan de cierto fracaso, más allá de los logros culturales que han tenido, que son inmensos.
-Sí, pero yo creo que han creado las condiciones para ganar. Un gobierno derechista, que tiene el control del Congreso, no va a bajar las manos y rendirse. Entonces, el movimiento ha apuntado bien al partir creando un consenso entre la población de que este cambio es necesario, pues así en una próxima elección la población votará por representantes que aseguren el cambio que este movimiento ha levantado. No es lo mío dar recetas, pero yo creo que la meta ahora, lo que el movimiento debe buscar, es cómo mantener ese consenso vivo y cómo hacerlo crecer, etc. No sé cómo lo harán, pero sí sé que es muy idealista pensar que un gobierno derechista vaya a decir “Ok, ustedes tienen la razón, vamos a cambiar todo”. Eso no va a pasar. La primera etapa es sacar a este gobierno. No sé cuál es la segunda.

MARCHAS, SOLDADOS Y MEDIOS

Has ido a un par de marchas, ¿qué te han parecido?
-Sé que hace unos meses eran muy festivas, pero estas que me tocaron a mí también lo fueron. Yo pensé : “Oh, qué festivo”. Mucha música, mucha gente… Siempre te hace feliz ver a jóvenes divirtiéndose.

En las marchas la juventud es menos seria…
-Mucho menos seria. Es en los foros donde se ponen muy serios. Yo había buscado una marcha en la mañana, pero no la encontré y solo pude llegar al final, cerca del Club Hípico. Había mucho gas en el aire, y cosas quemadas. Ahí me tocó hablar con los chavitos secundarios, que me dijeron que siempre pasa lo que estaba pasando: que al principio era una marcha pacífica, que al final habían llegado los encapuchados, que nada tenían que ver con ellos, que eran infiltrados de la policía según ellos para provocar. Y les creí, eran niños que estaban achacados por lo que estaba pasando.

¿Y cómo te fue en la otra marcha a la que fuiste?
-Obviamente yo no quería ser víctima de ninguna violencia.

¿Y?
-Estuve viendo de cerca y la primera cosa que noté es que al final de la marcha estaba todo el mundo muy pacíficamente celebrando. Había un callejón que sale del parque donde estábamos. Y se notaba que al final de ese callejón había una fila de soldados (efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros). Y guanacos, carros, todo muy provocativo. Yo lo primero que me dije fue “¿por qué están ahí, si no pasa nada?”. Es obvio que se ponen ahí en una actitud de provocación.

¿Te pareció eso?
-Totalmente, estaban como invitando a algo… Yo me puse cerca, a observar, y de repente noto que unos pocos encapuchados salen y empiezan a lanzar cosas. Eran muy pocos y estaban cerca de los soldados. Y por otro lado había una masa de miles de inocentes que no estaba haciendo nada violento, nada.

¿Y?
-Y de repente me fui de ahí, porque todo el mundo me dijo que no me quedara porque se iba a poner violenta la cosa. Y de repente cunde el pánico y viene uno de estos carros encima de nosotros echando gas. Empezamos a correr por ahí y viene otro carro. Entonces partimos para el sur y venía otro. Era como una pesadilla. Me di cuenta que nos estaban atrapando. Se puso horrible, y una masa enorme -yo entre ella- estaba protegiéndose tras los árboles mientras la policía la estaba atacando desde todos lados, y doy fe que era solo gente totalmente pacífica. Nadie estaba haciendo nada, y la policía nos atacaba, mientras que no hizo nada para perseguir y atrapar a los encapuchados, nada. Entre esos encapuchados seguramente hay de todo, pero mi intuición es que hay gente ahí metida para darle pretexto a la represión. Es una estrategia muy obvia. Me vi metido en un ambiente de pánico total, con todo el mundo cegado por el gas y yo además completamente empapado. Había un montón de soldados con sus escudos y sus palos, eran como un equipo de fútbol americano. Todos juntos, parapetados.

¿Y?
-Y qué suerte tuve que salí corriendo por la derecha y no por la izquierda, porque al momento en que yo salí corriendo, los soldados entraron por la izquierda y se lanzaron encima de toda esta gente que como yo estaba tosiendo, cegada por el gas, y empezaron a golpearlos. Yo no podía creer lo que estaban viendo mis ojos. En cualquier lugar del mundo eso es un crimen, un asalto con armas que puede causar la muerte a gente completamente indefensa. Yo no sé si eso pasa en todas las marchas, me dicen que sí. Fue entonces cuando me caí y me hice estas heridas (muestra los brazos y una pierna con magulladuras y moretones).

Protagonista -o antagonista- de todo este movimiento ha sido la prensa; luego de este episodio que narras, ¿pudiste ver si los diarios chilenos lo informaban y cómo?
-No, no informan. La gente me había advertido de esto pero yo no lo creí tanto. Dijeron los diarios y noticieros que hubo marcha, que hubo disturbios, que hubo violencia, que quemaron un auto. Pero nada de la represión. Y me dijo Andrea Insunza algo muy interesante.

¿Qué?
-Que le quemaron el camión a un hombre y que las noticias solo mostraron eso y al hombre compungido, pero ella vio una entrevista más extensa con este mismo señor, que dijo que igualmente apoyaba a los estudiantes, que la suya era una causa justa. Eso no salió en los diarios ni en la TV.

HINZPETER

¿Cómo crees que esto va a evolucionar, qué futuro le ves?
-Me imagino que si la gran mayoría de chilenos quiere cambiar su sistema de educación, para que el país empiece a tener un sistema de gobierno democrático que cuadre con la idea que tenemos en el resto de los países de occidente de qué es un gobierno democrático, pues entonces este cambio tiene que suceder. Este sistema que ustedes tienen, que llaman creo binominal, no es representativo. Todo el mundo debe protestar aquí, porque es mentira llamar a esto un sistema democrático, pues no lo es.

¿Qué es, entonces?
-Es como una extraña máquina, rarísima, que viene de la dictadura. Es como estar entre dictadura y democracia.

Le llaman democracia protegida.
-Pues es una muy mala idea. Es no tratar a la gente como adultos, es faltarle el respeto a tu propia población. Yo no tengo simpatía por ningún gobierno totalitario, hay que tratar siempre de mejorar la democracia, donde la gente, si tiene mayoría, pueda ganar el gobierno.

Algo nos decías que ibas a hacer respecto a la agresión de la policía…
-Lo pondré en mi reportaje para The New York Times. Yo le escribí al ministro Hinzpeter, primero pidiéndole una entrevista y, segundo, queriendo saber qué químicos me echaron los policías. Quiero saber con qué gases me bañaron. Me ardía mucho. Incluso ayer me salió una nueva roncha. Y saben por qué. Porque estaba haciendo mi maleta y tomé la camisa que llevaba puesta el día de la marcha y esa camisa está tan contaminada que me abrió una nueva roncha.

¿Y te contestó Hinzpeter?
-No.

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