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Opinión

24 de Enero de 2012

La tarea del ministro

Foto: Agencia Uno Opiniones van y vienen a propósito del arribo de Harald Beyer al Mineduc. Desde distintas veredas, en diverso tenor, pero la mayoría girando en torno al mismo eje: cuán capaz será de solucionar el conflicto educacional. Equivocado punto de partida. La revuelta estudiantil responde a la crisis de la obra refundacional de […]

Francisco Figueroa
Francisco Figueroa
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Foto: Agencia Uno

Opiniones van y vienen a propósito del arribo de Harald Beyer al Mineduc. Desde distintas veredas, en diverso tenor, pero la mayoría girando en torno al mismo eje: cuán capaz será de solucionar el conflicto educacional. Equivocado punto de partida. La revuelta estudiantil responde a la crisis de la obra refundacional de la dictadura, en particular, al fracaso de la focalización de las políticas sociales bajo el Estado subsidiario, concepción defendida desde trincheras ubicadas en lo más amplio del espectro político y pertrechadas por lo más granado de las elites del país.

Se trata de un problema que excede con creces la cuestión educacional y el ámbito de acción de un ministro, por más cartones que decoren su oficina y exaltaciones que le brinde la prensa dominante. No hay, por tanto, ofertón o maquillaje al modelo, ni destrezas individuales con la muñeca o el power point, que puedan destrabar la médula del conflicto. No es que el movimiento estudiantil esté jugando al todo o nada.

Reconocerá como avances conquistas parciales, siempre que vayan en la dirección de lo que la educación requiere y la mayoría del país demanda.

Pero para poner las primeras piedras de una reforma orientada por una noción de derechos sociales universales y de la educación como espacio de integración social, se necesita la concurrencia de amplios sectores sociales y políticos. Que dejen a un lado sus intereses particulares y se dispongan a actuar en beneficio del conjunto de la población. Menos que eso no sirve. Estamos hablando de alterar un modelo de políticas sociales que se impuso por las armas y se defendió durante 20 años. Cuán capaz sea de sumar y no restar a ese desafío es la vara con la que corresponde medir a Beyer y al Gobierno.

Estamos ante una oportunidad histórica para acometer esta tarea. Nunca se habían develado con tanta claridad los problemas de la educación, ni identificado sus responsables, ni debatido tanto sus posibles soluciones. Sí, tenemos una casta política experta en desaprovechar este tipo de oportunidades, pero tiene pocas alternativas. O más bien, las otras (apostar al desgaste, reprimir a destajo, introducir más mercado) sólo acentuarán el conflicto y la magnitud de los próximos estallidos sociales. Y el 2011 ya quedó demostrada la fuerza desestabilizadora que puede tener la desilusión de los hijos de este neoliberalismo a la chilena.

Así las cosas, Beyer tendrá que tomar postura. O está por proteger un modelo escandaloso, que reproduce desigualdades y condena a Chile al subdesarrollo. O se abre a cambios que contribuyan, en definitiva, a la modernización del país. A las finales, esa es la discusión. Y así es que aparece la otra vara con la que evaluar no al caballero, sino al “mundo” al cual supuestamente representa: la derecha liberal. Si acaso existe y tiene alguna dignidad, se verá en gran medida en cómo aborde Beyer el conflicto estudiantil.

Hoy, ante la cuestión educacional, un liberal de veras, de los que creen en la igualdad de oportunidades, la meritocracia y la libertad de elección, debiera estar por cambios por más igualdad, por fortalecer la educación pública y un rol más activo del Estado. Por tanto, más del lado de los estudiantes que del lado del Gobierno. Si Beyer acepta la tutela de la derecha fanática, si continúa agachando el moño ante el poder de veto que en educación ejercen la UDI y el empresariado más retardatario a través de Larroulet y sus boys en el Mineduc, ya sabremos de qué están hechos los autodenominados liberales.

De mantenerse a la zaga de la derecha fanática ante la cuestión educacional, les quedan dos salidas: o se cambian de coalición a buscar mejor suerte; o se buscan una forma más productiva de ocupar su tiempo libre y dejan de engañarse a ellos mismos y al país. En cualquier caso, rogaríamos que tomaran la decisión antes de marzo, para que los estudiantes sepan si el lugar para dialogar es el Mineduc, la Segpres o la Municipalidad de Providencia. De atreverse a salir del clóset, la tarea es clara: trabajar sin ideologismos y pensando en el desarrollo del país por un acuerdo que siente las bases de la reforma.

*Ex-Vicepresidente FECH

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