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Cultura

25 de Enero de 2012

“No voy a inauguraciones. Son puro bla bla y traguito”

Sin saber de arte ni conocer a artistas, Carmen Waugh, en los años 50, armó su primera galería, transformándose en la pionera de la difusión comercial del arte en Chile. Faride Zerán acaba de publicar un libro contando su historia. Acá, Waugh habla de la Avanzada, de su bullada salida del Museo de la Solidaridad. Y recuerda divertidamente a Matta.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

Foto: Alejandro Olivares
Reacia a las entrevistas, muy de pocas palabras, Carmen Waugh (79) ha cultivado siempre un bajo perfil.
Recién ahora, a propósito del libro biográfico “Carmen Waugh. La vida por el arte”, de la periodista
Faride Zerán, es que se conocen aspectos desconocidos de la vida de una de las primeras galeristas
chilenas y pilar fundamental del Museo de la Solidaridad Salvador Allende.

Fue en el año 55 cuando Waugh armó su galería sin manejar conceptos artísticos ni conocer a ningún
artista. Pero con la ayuda de Nemesio Antúnez se abrió paso en un rubro entonces en pañales.

Si no tenía nociones básicas de arte, ¿cómo se fue guiando? ¿A puro ojo?
-No sé… fue surgiendo. De a poco fui adentrándome… no sé.

¿Qué tipo de personas compraban obras en esa época?
-Poca gente.

No había interés.
-Nada.

¿Y la gente qué cuadros le compraba? ¿Elegía uno que combinara con el living?
-No sé. No sé. Hay gente que hasta el día de hoy compra cuadros de fulano que le combinan con el
color de la cortina.

¿Cuál era su criterio para escoger a los artistas que exponían en su galería?
-No escogía. Llegaban. No había otro lugar.

Pero a pesar de eso, me imagino que usted tenía algún filtro para decir qué exponer y qué no.
-Bueno, por supuesto. No me recuerdo, pero puede haber llegado, qué sé yo, un vendedor de la calle
Ahumada al que yo le haya dicho no, no exponemos eso”.

¿Cuál es el arte que a usted sí le interesa?
-Que pregunta tan difícil. Lo que me interesa es la buena factura de la obra, el resultado de la obra,
eso.

LA AVANZADA, MATTA
Hasta el 72, Waugh tuvo su galería, la que mantuvo, principalmente, gracias a la venta de marcos,
porque vendiendo obras, según ella, “no me hice rica”. Se fue a España a cargo de traer las obras que
habían donado artistas para la UP a pedido de Allende. Y se quedó allá e inauguró una galería. Luego de transitar por Italia, país donde vivió con el poeta Juan Gelman, del que fue pareja durante dos años,
y por Nicaragua para la Revolución Sandinista, donde tuvo un romance breve con Julio Cortázar, del
que poco le gusta hablar, vuelve en los 80 a Chile, donde formó el centro cultural La Casa Larga. Ahí se
daban cita los intelectuales que se habían quedado en Chile y los que de a poco empezaban a retornar.
Nunca la censuraron. Y, dice, por ese espacio transitó gente de todos los colores políticos. “Pero por qué
tendría yo que estar matriculada con un artista de izquierda o derecha. En La Casa Larga no tuve, por
ejemplo, la oportunidad de haber hecho una exposición a Claudio Bravo, que me habría encantado, un
hombre absolutamente de derecha. No te voy a decir nombres pero expusieron artistas que no eran UP,
pero que tampoco eran pinochetistas a muerte, pero sí gente de RN o de un partido conservador”.

¿Cuál fue su relación con la escena de Avanzada?
-En realidad, poca. Quizás no entendía bien lo que ellos pretendían. Tampoco me interesé en
averiguar. Me vinculaba con ellos, obviamente, pero no de una manera muy cercana.

Más allá de eso, ¿cuál es el aporte que ve en la Escena de Avanzada?
-Cumplió un papel y tuvo logros muy importantes en ese momento en Chile. Me parece que fue un
movimiento importante, muy importante. No te puedo decir más porque no sé más.

Hablemos de gente que sí le interesó, como Matta, de la que fue representante.
-Sí.

Este año se celebra su centenario en el Centro Cultural La Moneda. Tengo entendido que usted el año pasado organizó un homenaje en Temuco para que la gente de poblaciones pudiera ver la obra de Matta,
donde él se hubiese sentido más feliz.

-Sí. En La Granja, donde también ayudé con una muestra en homenaje, dije que Matta no es de allá,
de La Moneda.

¿Por qué dice que no es de La Moneda?
-Por el presidente que tenemos. Matta, un hombre de izquierda, hubiese estado mucho más de acuerdo con la exposición que está hoy en el Museo de Bellas Artes que con la de La Moneda. Por los personajes que hay en La Moneda en este momento, el gobierno de turno.

¿Recuerda alguna anécdota con él?
-Hay tantas con Matta que no sé qué decirte.

Pero alguna…
-Ya. Matta viene a Chile por el 81 y me llama por teléfono para decirme que quería ubicar a unos compañeros de colegio. Me dio el nombre como de cuatro personas que yo no conocía. Y llega Matta y lo primero que dice es por qué no le había traído a fulano de tal. “Ay, Matta, es que este señor trabaja en el campo y viene poco a Santiago”, le respondí. Y me dice: “Bueno, pero ubícamelo y me lo traes”.

¿Y?
-Ubico al caballero y lo llevo al Hotel Crillón, donde se alojaba Matta. Y cuando llegamos, lo llamo para presentarle a este señor. Y se para, le pega una mirada al señor y me dice “estái loca, Carmen, cómo se te ocurre traerme a un viejo de mierda como éste, un momio, no, no”. “Pero sí es tu amigo”, le reproché. “No, no lo quiero ver”. Le tuve que decir al señor que Matta estaba ocupado. Así era. Tenía esas salidas. No había que creerle.

MUSEO DE LA SOLIDARIDAD

Ya en democracia, Carmen Waugh se hizo cargo junto a su amiga Payita del Museo Solidaridad Salvador Allende. Estuvo en el cargo directivo hasta que la echaron, de un día a otro, en 2005. Su salida es confusa. Ella aún no la tiene clara.

Tengo entendido que la razón que le dieron cuando la echaron fue que querían rejuvenecer el museo….
-No lo digo yo, sino que la Faride en el libro.

Ya. Pero finalmente trajeron a uno más viejo que usted: A Balmes, que la pasa por varios años.
-Claro. Exactamente. Isabel Allende, en una entrevista en El Mercurio en ese tiempo, dijo: “La Carmen ya cumplió una etapa, una persona que lo hizo muy bien, pero necesitamos gente más joven para hacerse cargo del museo”. Pero no fue ese el motivo por el que me echaron.

¿Sino cuál?
-Me echaron porque me echaron, nomás. Pero ella dio esa explicación. Y asume Balmes, que debe ser
como diez años más viejo que yo.

Ahí rompió la amistad con él…
-Claro. Me dolió que, siendo tan amigos, no me contara. Éramos amigos de toda la vida. Teníamos contacto permanente. Si Balmes me hubiese dicho “Mira, Carmen, me ofrecen esto”, yo habría estado feliz. Pero no dijo nada. Y me enteré por una tercera persona. De ahí que nunca más hablamos. Me lo encontré en la calle una vez y nada.

Después de su paso por el Museo de la Solidaridad, ¿por qué no siguió siendo galerista?
-Porque estoy vieja.

¿Hay límite de edad para serlo?
-No, pero así estoy bien.

LA VACA LECHERA

Como galerista, ¿cuál de las obras le fue más difícil de vender?
-No sé… Hay obras que nunca se vendieron y que eran de muy buenos artistas.

¿Por ejemplo?
-No, cómo te voy a decir nombres. No se vendían por falta de conocimiento e interés del público. Pero te puedo decir cómo somos los chilenos.

¿Cómo somos?
-En el siglo XIX, mis abuelos viajaban a Europa en barco con sus señoras, las nanas, los nietos, los hijos, además de una vaca para que les diera leche. Llegaban a Francia, por ejemplo, y querían comprar un cuadro y compraban lo primero que veían.

¿Y qué compraban?
-Esos carros romanos, con un gladiador arriba, pegándole a los caballos. O muchos cuadros de cacería. De esos vas a ver cientos acá en Chile. Los argentinos viajaban igual con vacas y todo lo demás, pero se hacían aconsejar. ¿Y qué compraron? A los impresionistas a precio de huevo. Por eso Argentina tiene un museo con una colección impresionista estupenda. Y nosotros nada, porque la mentalidad del chileno demuestra una falta de cultura.

¿Y eso ha cambiado?
-Ay, por Dios, qué pregunta. ¡Por supuesto!

Pero recién me dijo que sigue habiendo gente que compra cuadros que combinan con el sillón…
-No sé. No sé. Lo que te decía… a ver dónde dije que había cambiado.

Recién…
-No había cultura respecto del asunto y compraban lo primero que veían. Pero eso ha cambiado.

¿En qué lo nota?
-En Santiago, ¿cuántas galerías hay? Quince o veinte. Antes no había ninguna.

¿Visita esas galerías?
-De repente. No voy a inauguraciones porque me cargan. Tanta gente y no ves nada. Puro bla bla y tomarse un traguito. No. Eso no.

¿Qué hace que una galería sea buena o mala?
-La calidad de lo que exponen. Una buena galería es la que expone buena obra. Y en Chile hay buenas galerías como la Patricia Ready, la Isabel Aninat, ArteEspacio y más.

¿Por qué todas estas galerías se van al barrio alto y no siguen los pasos como GALMET, que se fue a la periferia?
-No sé, pregúntele a ellas.

Se lo pregunto porque su galería estaba en el centro.
-Es que no existía el barrio alto tampoco.

¿Sino se habría ido para allá?
-No lo sé…

¿Qué le parece ChACO?
-Es una buena iniciativa. Se pueden ver muchos espacios y galerías, muy bueno.

¿Qué piensa del arte chileno actual?
-Estoy bien alejada del tema. No estoy en el circuito y si voy a ver exposiciones no son todas…

Y de eso que ha visto, ¿qué le ha llamado la atención?
-No recuerdo. Voy a ciertas galerías, no a todas, sino estaría el mes completo viajando de una galería a otra.

¿A quién le daría el Premio Nacional de Arte?
-Tengo mi candidato, pero me lo reservo. Cómo voy a decir una cosa así.

¿Y por qué no?
-No sé… Este año se lo dieron a Gracia Barrios, siendo que mi candidato era otro, pero ella es merecedora absoluta de ese premio.

¿Cuál era su candidato?
-Bueno, era Ricardo Yrarrázaval, que tiene un nivel estupendo.

¿Por qué no le gusta dar entrevistas?
-Uno a veces se arrepiente de cosas, de tonteras que uno dice, y dan ganas de no haber hablado.


CARMEN WAUGH
LA VIDA POR EL ARTE
Faride Zerán
Lumen
2011, 172 páginas

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