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Opinión

25 de Enero de 2012

Un homenaje que deshonra a todo un país

Próximo a cumplirse 10 años desde que se erigiera la estatua al ex almirante José Toribio Merino, es el momento propicio para meditar acerca del impacto que genera su figura y si es ético levantar ese monumento. Cuando una institución decide levantar una estatua –más aún al hacerlo en la denominada “Avenida de los Marinos […]

Karla Rubilar
Karla Rubilar
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Próximo a cumplirse 10 años desde que se erigiera la estatua al ex almirante José Toribio Merino, es
el momento propicio para meditar acerca del impacto que genera su figura y si es ético levantar ese
monumento.

Cuando una institución decide levantar una estatua –más aún al hacerlo en la denominada “Avenida de
los Marinos Ilustres”– es para realzar el legado y mantener vivo el recuerdo de alguna figura destacada.
En este caso, el aporte del “honrado” difícilmente va más allá del conflicto y la memoria de una etapa
muy dolorosa y oscura de nuestra historia reciente.

Es totalmente comprensible lo difícil y violento que resulta ver una estatua que “resalte la figura” del
ex marino para los familiares de personas que desaparecieron tras estar detenidos en recintos de la
Armada durante el mando del almirante Merino, o peor aún, para quienes sufrieron vejámenes y torturas
en esos lugares.

Esta lamentable e indignante decisión –tomada dicho sea de paso durante un gobierno de la
Concertación– resulta comparable al homenaje que se realizara a Miguel Krassnoff en dependencias de
la Municipalidad de Providencia.

Ciertamente, las Fuerzas Armadas tienen autonomía para realizar sus funciones, pero esa autonomía
no puede servir para pasar a llevar principios básicos que rigen la vida en sociedad. En este caso, los
derechos humanos.

Las Fuerzas Armadas y de Orden son patrimonio de todos los chilenos, y por lo mismo su actuar debe
ser en pos de la unidad nacional y no de fomentar la división entre los chilenos.

No podemos aceptar como sociedad que se cambie la historia, ni en libros ni con homenajes
y monumentos a personajes que cometieron o fueron parte de delitos de LESA humanidad.

Los países crecen y se construyen con memoria. Es de esperar que en el futuro los
principios de respeto irrestricto a los DDHH estén tan internalizados en nuestra comunidad
que ningún particular, ni menos una institución del Estado, piense que es posible realizar
estos “homenajes” que deshonran a todo un país. Y si defender los DDHH siempre significa
que me cataloguen como no de derecha, bienvenido sea. Creo en una derecha democrática
como existe en el mundo y caminaré todos los pasos que sean necesarios para que para
otros sea más fácil defender esta convicción. Chile se lo merece.

*Diputada RN

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