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Mundo

5 de Mayo de 2012

La mujer que puede desbancar a Carla Bruni

Por Semana.com Los manuales de periodismo dicen que los comunicadores deben evitar involucrarse con las fuentes. Bueno, hay excepciones que terminan con buen final. François Hollande conoció a su actual compañera, la periodista Valérie Trierweiler, durante las elecciones legislativas de 1988, cuando él era candidato a la Asamblea Nacional y ella la encargada de cubrir […]

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Por Semana.com

Los manuales de periodismo dicen que los comunicadores deben evitar involucrarse con las fuentes. Bueno, hay excepciones que terminan con buen final. François Hollande conoció a su actual compañera, la periodista Valérie Trierweiler, durante las elecciones legislativas de 1988, cuando él era candidato a la Asamblea Nacional y ella la encargada de cubrir las actividades del Partido Socialista para el semanario Paris Match.

Una década más tarde, ella hablaba de una relación de “cómplices”, y él la describía como “(su) periodista preferida”. A finales del 2005 el vínculo tomó un matiz sentimental y poco después comenzó a ser conocido —por lo menos en forma de rumor— en algunos círculos parisinos.

Dos años después, en 2007, los franceses escogieron el noveno presidente de la Quinta República. En esas elecciones la entonces compañera de Hollande, Ségolène Royal, se enfrentó a Nicolas Sarkozy, quien a la postre resultó ganador. Ese resultado marcó la continuidad en la política francesa y significó una nueva derrota para la izquierda, que no gobernaba desde 1994, cuando terminó el segundo periodo de François Mitterrand. Asimismo, este periodo desencadenó el final de la pareja Hollande-Royal, que había resistido casi cinco lustros y otras tantas elecciones.

Para la historia de ‘François y Valérie’, sin embargo, ese momento significó un punto de giro, pues definió el final del secreto a voces de su relación (por cierto ya conocida por Royal), y el comienzo de su vida pública como pareja. Al respecto, no deja de ser llamativo que el electorado haya digerido con singular velocidad su idilio, pues a su relación no se atribuye la derrota de Royal, ni una disminución de la estatura moral de Hollande. En cierta medida, sucedió lo contrario.

El factor T

Hay señales de que Trierweiler ha sido una fuerza positiva de la campaña de Hollande, comenzando por su popularidad compartida. Si bien en las elecciones no se eligen primeras damas, la pareja Hollande-Trierweiler ha sido anunciada como la preferida de los franceses. Según el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) es de hecho la más popular del país con un 40% de aceptación, muy por encima del 26% de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni.

Los resultados resultan llamativos, pues los sondeos son unánimes al dar a Hollande como el ganador de la segunda ronda electoral, que se celebrará el próximo 6 de mayo, y por ende a Trierweiler como la nueva primera dama de Francia. Al respecto, más allá de los proyectos que quiera desarrollar como tal —”es un papel muy complicado”, afirma ella “porque no está definido (…) y cada una hace lo que quiere”— sus eventuales funciones ya han tenido un instructivo prólogo durante el periodo electoral.

Como lo advierte un perfil publicado por el diario Le Figaro, no ha pasado desapercibido que —además de acompañar a Hollande a sus discursos y encuentros— esta experimentada reportera tenga una oficina en su sede de campaña, envíe correos electrónicos con correcciones a las emisoras radiales (para indicar por ejemplo que Hollande no se tiñe el pelo), o sugiera la manera de llamar a los otros candidatos (para decir por ejemplo “Marine Le Pen” en vez de “Marine” a secas).

El apoyo que ha brindado no es pues solo emocional, sino también estratégico y ejecutivo, lo cual ha atizado la atención de los medios, que ya ‘de oficio’ habían estudiado su biografía. Consciente de la situación, Trierweiler expresó en enero que durante la campaña haría “lo necesario para responder a la curiosidad”, advirtiendo que lo haría con límites que ella misma se pondría, pues tenía claro que “el candidato es François”.

Como era de esperarse, sus esfuerzos para evitar ser el centro de atención mediática fueron en vano.

¿La ‘primera periodista’ de la nación?

En las campañas políticas las simplificaciones y los ataques son moneda corriente. El más llamativo que ha recibido Trierweiler ha sido ‘el Rottweiller de Hollande’, una expresión acuñada por un político de derecha a quien el mismo Sarkozy tuvo que desautorizar. El más grave ha sido sin embargo una investigación en su contra de la Dirección de Información de la Prefectura de Policía de París, por la que la periodista presentó una denuncia que, por el momento, ha sido archivada por las autoridades.

El más triste y cercano lo recibió sin embargo el 8 de marzo, el Día de la Mujer. En la edición de esa fecha de Paris Match —la revista donde ha trabajado 23 de sus 46 años de vida—apareció en la portada una fotografía suya de plano medio, mirando directamente a la cámara, que titulaba el especial que se le consagraba: “La encantadora ventaja de François Hollande”.

Aunque Trierweiler se ha descrito como una “espectadora activa” de la campaña y “hollandesa de vieja data”, el reportaje le cayó como una bofetada, pues la investigación había sido hecha a sus espaldas. Además de señalar que algunas de las fotos del artículo se usaron sin su conocimiento ni su consentimiento, subrayó el “sexismo” de la revista y recordó en un trino de Twitter a todas las mujeres ‘en cólera’. La revista no tardó en responder por el mismo medio explicando que si bien era cierto que no se había discutido con ella sobre la carátula, se trataba de “la independencia” editorial, y que “ella era la mejor ubicada para entenderlo”.

En parte, la periodista se encontraba en una situación similar a la de su colega Letizia Ortiz cuando en octubre de 2001 se supo en la cadena de televisión TVE —para la que presentaba el Telediario 2— que estaba saliendo con el príncipe Felipe.

Independientemente de sus preferencias y gustos por la privacidad y el control de su imagen, Trierweiler pasó en un lapso breve de tener cierta presencia mediática, a afrontar una celebridad absoluta de enorme interés para el público general. Su infancia feliz en un barrio popular en Angers, sus tres hijos de un matrimonio precedente, sus reacciones, sus declaraciones, su comentada belleza: todo pasó a ser un tema de interés periodístico.

Sin duda la presión continuará. ¿Podrá Trierweiler cumplir con su deseo de seguir ejerciendo su profesión de llegar Hollande al poder? Es seguro que se desvinculará de su revista de toda la vida. Es probable que busque entrevistar personalidades extranjeras.

Queda sin embargo por saber hasta qué punto seguirá asesorando la imagen y las estrategias de su compañero, que de ser presidente de Francia tendrá que enfrentar una de las mayores crisis económicas de los últimos cincuenta años.

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