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Nacional

5 de Junio de 2012

UNIACC: los efectos de la nefasta simbiosis mercado-Estado

* Foto: Camilo Montes Muñoz Mientras en el 2011 hervía en las calles de Chile el movimiento estudiantil, en medio de las esperanzas juveniles y del descontento social, podía notarse el frío calculismo del capitalista que, como buen scout, está siempre listo, convirtiendo toda crisis en oportunidad. De lucro. El año termina con serias amenazas […]

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* Foto: Camilo Montes Muñoz

Mientras en el 2011 hervía en las calles de Chile el movimiento estudiantil, en medio de las esperanzas juveniles y del descontento social, podía notarse el frío calculismo del capitalista que, como buen scout, está siempre listo, convirtiendo toda crisis en oportunidad. De lucro. El año termina con serias amenazas a la ya destrozada educación pública superior: disminución de la perspectiva de inscripciones para el año venidero, sumada a deserciones de alumnos contrarios a los paros y los despidos de funcionarios y profesores para cerrar la cuenta comprometida con los largos paros, forjan un duro escenario para sus rectores y respectivas comunidades universitarias.

Por otro lado, el gobierno trata de responder a la presión ciudadana con acciones paliativas y mucha retórica, empujando la discusión con la guata, ya que ha dejado más que claro que no hay voluntad política para debatir los problemas estructurales y el sesgo ideológico que enmarcan el sistema de educación superior chileno actual. Por lo tanto, no hay que sorprenderse de que se adopte la clásica salida política para evadir el tema desviando la atención de la opinión pública: el chivo expiatorio.

UNIACC: el Chivo Expiatorio

Según publicó Ciper, en 2010 curiosamente TODAS las universidades postulantes fueron acreditadas por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Una de dos: o las universidades chilenas son impecables o un retórico sistema de acreditación que no selecciona ni acredita un pepino – queda a criterio del lector escoger. Sin embargo, luego de la presión callejera del 2011 surge un inesperado informe rechazando la acreditación de una universidad emblemática: UNIACC. Símbolo de educación privada, es una universidad notoria por sus altos aranceles, además de haber sido protagonista del reciente escándalo de las becas Valech. En otras palabras: una presa fácil para los medios de comunicación y con una semilla de antipatía fertilizada en la opinión pública.

Sin la acreditación UNIACC perdió, en el 2012, alrededor del 40% de sus inscripciones, gracias a la imposibilidad de sus alumnos de postular al Crédito con Aval del Estado (CAE) – gran trofeo monetario para las universidades acreditadas. Los efectos se sintieron y a principios de mayo la guillotina fue accionada: cerca de 150 despidos entre funcionarios y profesionales mixtos (profesores con funciones administrativas). Los alumnos lo supieron al día siguiente, sin gran consideración, delicadeza o cualquier sesgo de empatía por parte de los ejecutivos de la empresa.

En los días que siguieron, el silencio fúnebre de los amplios pasillos vacíos de la universidad eran interrumpidos por diálogos que empezaban con una dosis de humor negro ¨¿Sobreviviste?¨ y por la alegre mezcla de batucada con cacerolazo de los estudiantes que realizaron un histórico y consistente paro en una universidad privada para presionar por justos ajustes. Liderados por Periodismo, Comunicación Audiovisual y Comunicación Digital – que perdieron profesores queridos, staff administrativo y director – se sumaron paulatinamente, Música, Artes Visuales y otros, revolviendo los campi de Avenida Salvador.

Simbiosis Fatal
La crisis de UNIACC apunta, necesariamente, para la absurda dependencia que las universidades privadas chilenas desarrollaron con el Estado chileno, una relación esquizofrénicamente simbiótica entre iniciativa privada y financiamiento privado estatal a través del mecanismo de acreditación – léase CAE – que poco o nada tiene que ver con los ideales de la mano invisible del mercado ni mucho menos con los de una sociedad pautada por un Estado que garantiza los derechos sociales básicos de la población a cambio de nuestros impuestos, como lo demandan las luchas sociales que siguen activas en todo el país. El sistema de acreditación chileno no es más que un burdo intento de sobornar a las universidades para que cumplan con sus funciones sociales, las que suelen ser, en países más serios del mundo, nada más que la obligación inherente y vinculante al derecho mismo de existir de dichas instituciones.

Esta simbiosis que puede revelarse fatal para UNIACC y otras en el futuro no es exclusividad del sector educacional superior, es un patrón que se repite en otras áreas tan diversas como transportes, educación básica y media, sistema de pensiones, minería, salud y muchos otros. Es una gran oportunidad para que la sociedad chilena desnaturalice este absurdo pacto y recupere sus servicios públicos, uno por uno, lucha tras lucha, en la calle y en el Congreso, certificando definitivamente, en mediano plazo, el óbito de estas promiscuas relaciones por medio de las que el empresariado lucra usando y abusando de las necesidades básicas de los ciudadanos, mientras el estado plebeyo grita desde la hinchada pidiendo con su mejor sonrisa al DT que por favor coloque en la cancha al crack para que el equipo pueda finalmente desempeñar su mejor fútbol.

Educador, profesor taxi en UNIACC entre otras, coordinador de la Agrupación de Académicos a Honorarios de Chile ahonorarios.org @celoo

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