Fuente: KIEN&KE Un día Escolástico Méndez se sentó en un set de televisión y frente a un periodista respondió un cuestionario. Se estaba haciendo pasar por Diego Armando Maradona, y tanto los televidentes como el entrevistador pensaban que estaba frente al auténtico futbolista. Mientras Méndez aparecía en los televisores de la nación, Maradona estaba en […]
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Un día Escolástico Méndez se sentó en un set de televisión y frente a un periodista respondió un cuestionario. Se estaba haciendo pasar por Diego Armando Maradona, y tanto los televidentes como el entrevistador pensaban que estaba frente al auténtico futbolista. Mientras Méndez aparecía en los televisores de la nación, Maradona estaba en otra parte riéndose de la broma, era el único que conocía la trampa.
Pagado por los bares, Méndez llega en camioneta de vidrios polarizados seguido por escoltas. La gente, creyendo que se trata del original le hace calle de honor. El falso Maradona ocupa una mesa en la zona VIP, se toma varios vasos de whisky mientras firma autógrafos, y habla con las coquetas jóvenes que siempre han soñado con compartir un rato con Maradona. Después de unas horas se marcha dejando una estela de asombro de asombro y admiración en los asistentes. A veces la información se filtra a la prensa anunciando que Maradona estuvo de rumba en el bar, a la semana el sitio se llena de gente con la esperanza de que el futbolista regrese. Ese es el negocio de los establecimientos y para eso contratan a Escolástico.
En el día tiene la oportunidad de comer gratis en finos restaurantes con la única condición de que actúe como el futbolista y se siente al lado de algún ventanal. Cuando los caminantes miran distraídos hacía el interior creen estar al frente del ídolo argentino y piden aunque sea un plato de sopa para tenerlo cerca. Una forma publicitaria para llenar el restaurante de comensales.
A diferencia del original, el imitador toma un bus para dirigirse al centro de Buenos Aires y sentarse allí para esperar a los turistas. Los confundidos no pueden evitar acercarse con sonrisas nerviosas y tímidamente le piden una foto. Méndez cobra 5 dólares si la cámara es del turista o 10 dólares si la foto es con su cámara. Los admiradores quedan aún más confundidos al pensar que la economía del jugador está tan mal que tiene que cobrar por foto.
Tiene cinco hijos y solo una esposa que no tiene derecho a ser celosa. Ella sabe que a Escolástico nadie le coquetea, pero que a Maradona le llega un harem de mujeres.
Para las eliminatorias para el Mundial de Francia de 1998, la selección de Argentina llegó a Colombia con el imitador para un jugar un partido contra Colombia en Barranquilla. Méndez opacó el encuentro. Los medios locales enfocaron al supuesto Maradona y los hinchas estaban enloquecidos. Fue tanta la fama que los organizadores tuvieron que contratar de afán unos escoltas para que Méndez pudiera ver el partido en paz.
Al siguiente día, en complicidad con los argentinos timbró en la puerta de la casa del ‘Pibe’ Valderrama. “Diego, bienvenido a mi casa” dijo el futbolista colombiano al abrir la puerta. El falso Maradona no pudo sostener la broma y juntos rieron.
Si su vida fuera ser Escolástico Méndez no habría viajado a media docena de países, hospedarse en los mejores hoteles y comer en exclusivos restaurantes. Tuvo la suerte de parecerse al ídolo argentino y su vida se la debe a él.