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Opinión

4 de Septiembre de 2012

¿Son los impuestos un robo?

Como la derecha es mayoritariamente la posición de los privilegiados (con el surgimiento de la llamada “UDI popular” se puso de moda negar este hecho, pero los datos están ahí: no hay presidentes de la CUT de derecha, y la derecha sólo ha podido “doblar” en un distrito electoral: el más rico de Chile), su discurso es monotemático: hay que bajar los impuestos, siempre. Hay que bajarlos porque a los más ricos siempre les convendrá pagar privadamente por lo que necesitan, y no compartir “su” riqueza con el resto. Ellos creen que los impuestos son un robo, una forma de esclavitud o de trabajos forzados. Por eso El Mercurio publica periódicamente artículos que calculan cuántos meses del año uno trabaja “para el Estado”, con la lógica de que si yo pago un determinado porcentaje de mis ingresos como impuesto yo trabajo como esclavo para el Estado por ese mismo porcentaje de días.

Fernando Atria
Fernando Atria
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Claro, ellos no dicen que quieren bajar los impuestos para promover el interés de los más ricos, y elaboran sofisticadas explicaciones que pretenden mostrar que la rebaja de impuestos beneficia a todos menos a los ricos, o que beneficia a los ricos sólo incidental y marginalmente. Sin embargo el punto es siempre el mismo, legitimar en público esta idea de que pagar impuestos es una forma de esclavitud. Entonces la idea es: cómo pagar impuestos es siempre malo, es como un robo, que a uno le “devuelvan” es siempre bueno, porque es como que al ladrón le baje cargo de conciencia y quiera reparar con celo el mal causado.

Pero podría decirse que este gobierno ha mostrado que lo anterior es una caricatura, porque precisamente ha sido la derecha la que ha propuesto lo que denomina una “reforma” tributaria que persigue la finalidad de recaudar más. ¿No muestra esta reforma que la derecha ha hecho las paces con los impuestos?Definitivamente no. Lo que muestra es que ellos conocen la táctica de “una paso atrás, dos adelante”, lo que desde luego puede confundir el análisis. Para no perderse, pocas cosas resultan más ilustrativas que los avatares de la “reforma” tributaria.

Dicha “reforma” no estaba, desde luego, en los planes del gobierno. Al contrario, ella fue impuesta por un movimiento estudiantil que el gobierno declaro exhausto desde el segundo día. Y ya que se vio forzado a llevar adelante una “reforma” tributaria de menor envergadura para prevenir una mayor en el futuro, el gobierno pretendió conseguir algo a cambio en la pasada. Pretendió reducir la aptitud del sistema impositivo para redistribuir el ingreso, reduciendo su progresividad (idealmente, ellos tendría puro IVA, que es proporcional). La lógica es que si nos han de cobrar impuestos nos cobren lo mismo a todos, para que los ricos no paguen más que los pobres. Por eso el proyecto original incluía una significativa rebaja de las tasas marginales especialmente a los tramos más altos. Afortunadamente no lo lograron.

Lo que es más elocuente sin embargo, es la otra “rebaja” de impuestos que contenía el proyecto: el “crédito” tributario por gastos en educación.
Originalmente, la idea era “devolver” a quienes habían gastado de su peculio por la educación de sus hijos parte de lo que habían pagado. El argumento, en sus momentos más líricos, fue que se trataba de “compensar en parte el esfuerzo que hace para sus hijos” la sufrida clase media. Pero claro, como se trataba de “devolver” lo cobrado como impuestos (porque los impuestos son como un robo), la propuesta del gobierno tenía un límite natural: sólo podía beneficiar a los que habían pagado algo. Entonces se vinculó al pago del financiamiento compartido: a quienes pagaran financiamiento compartido se les devolvería parte de lo pagado.

La regla era inverosímil; era prácticamente una provocación, porque es indudable que el financiamiento compartido es parte de los aspectos de nuestro sistema educacional que fomentan su segregación cada vez más fina. ¡El gobierno quería ahora fomentar más la segregación del sistema escolar! Pero lo que el gobierno quería no era segregar el sistema escolar todavía más, sino devolver impuestos, que son (siempre) un robo. Y entonces cayeron en cuenta de que , aunque para devolver es necesario que alguien haya pagado algo, ese pago previo no tiene por qué ser por financiamiento compartido. Después de todo, quienes no pagan financiamiento compartido también gastan en educación: en cuadernos, en uniformes, etc. Y entonces, después de algunas discusiones, se llegó a la solución con la que se obtuvo el acuerdo de la oposición: la de devolver 100 mil pesos a todos quienes tengan hijos en edad escolar, con un tope que asegura que eso sólo beneficia a la “clase media”.

Por supuesto, ya no se trata de “devolver” lo gastado en educación, precisamente porque ya no hay ninguna necesidad de acreditar haber gastado en educación para tener derecho a que a uno le devuelvan: basta tener hijos en edad escolar (en educación municipal o particular subvencionada). Por consiguiente, no es una devolución, sino un descuento, una rebaja. Y como es una rebaja, beneficia sólo a quienes pagan impuesto a la renta, que son el 18% más rico de los chilenos. El 82% restante no se beneficia, aun cuando tenga hijos en edad escolar, simplemente porque como no paga impuesto a la renta no hay nada que devolver (o rebajar).

Si la derecha dijera lo que de verdad cree, tendría que decir: no hay problema en beneficiar sólo al 18% más rico, porque son ellos lo que han sido despojados, porque los impuestos son un robo. Pero en vez de esto, hablan sobre la necesidad de proteger a la “clase media”… una curiosa clase “media” que va desde el decil 8,2 (más abajo no hay beneficio, porque no pagan impuesto a la renta) hasta el decil 9,3 (más arriba no hay beneficio, porque sus hijos van a la educación particular pagada). Esta muy bien beneficiar a esa clase media que cubre al 11% de los habitantes, pero ¿qué pasa con el resto? ¿No tiene el resto derecho a ser beneficiado también?

Lo razonable habría sido beneficiar a todos los que tienen hijos en edad escolar, con la única excepción de los más ricos. Para esto habría sido necesario beneficiar a todos los que tuvieran hijos en la educación municipal y la particular subvencionada, pagaran o no impuesto a la renta. Esto es lo que el gobierno hubiera intentado hacer, si lo que le interesara fuera beneficiar a quien necesitara ser beneficiado, y no legitimar públicamente la idea absurda de que pagar impuestos es como ser víctima de un robo. Porque la manera de beneficiar a todos es evidente, y no requiere ningún esfuerzo contable o burocrático, ni siquiera una modificación de los formularios de declaración de impuesto a la renta. Es subir la subvención educacional.

Un alza de la subvención educacional significaría que el Estado le esta “devolviendo” a todos los que tienen hijos en establecimientos municipales o particulares subvencionados; pero no les está devolviendo en dinero, por así decirlo, sino en especie. Pero el problema es que “beneficiar” a todos de este modo transmitiría el mensaje precisamente contrario al que la derecha quiere transmitir: haría evidente que cobrar impuestos no es un robo, es una manera de financiar sistemas que los benefician a todos. Por eso la derecha insistió en devolver “en dinero”, pese a que para hacerlo fue necesario negar el beneficio a los más pobres, cuando “devolviendo” en especie podría haber alcanzado fácilmente a todos. Hicieron lo primero para enfatizar, incluso cuando estaban alzando los impuestos, que ellos son un robo, por lo que mientras más impuestos sean devueltos en dinero (es decir, mientras menos impuestos se cobren) mejor.

Pero tam,bién muestra quienes se benefician de los “descuentos” tributarios: al “devolver” en dinero no es posible beneficiar más que al 18% más rico. Si se reconoce lo que para el 82% restante es evidente, que los impuestos no son un robo sino una manera de contribuir entre todos a financiar ciertos aspectos de la vida de cada uno, entonces lo que hay que hacer para beneficiar a todos es precisamente no bajar los impuestos, sino subir el gasto. Y si para aumentar el gasto es necesario subir los impuestos… bueno, ¿no era ese todo el sentido de esta “reforma”?

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