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LA CALLE

5 de Octubre de 2012

Dato útil: cómo viajar sin pagar ni uno en alojamiento

Esta es la idea de la comunidad Couchsurfing.org Personas de todo el mundo ofrecen desde un sofá hasta una pieza para alojar viajeros. Además, si está sólo y aburrido en una ciudad nueva, también puede encontrar amiguitos que lo saquen a pasear y carretear. Es bien parecido a Facebook. Te inscribes, haces tu perfil, y […]

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Esta es la idea de la comunidad Couchsurfing.org Personas de todo el mundo ofrecen desde un sofá hasta una pieza para alojar viajeros. Además, si está sólo y aburrido en una ciudad nueva, también puede encontrar amiguitos que lo saquen a pasear y carretear.

Es bien parecido a Facebook. Te inscribes, haces tu perfil, y hasta puedes conectarlo con Facebook para encontrar a tus amigos. Después de eso, buscas en cualquier lugar del mundo (incluso la Antártica) y encuentras más de 4 millones de personas dispuestas a recibirte en su casa. Sin cobrarte ni uno. Sólo por la buena onda.

Así funciona Couchsurfing.org, una organización sin fines de lucro que pronto pasará a ser una empresa, según afirma Forbes. Daniel Hoffer, presidente y cofundador del sitio, señaló a Time que “creemos que la gente es fundamentalmente buena, y nuestro servicio está diseñado bajo esa premisa. Cada vez que te permites ser vulnerable, tomas un riesgo, y normalmente la vida te recompenza ese riesgo”.

Pero el “riesgo” se reduce por ejemplo, con la certificación. Por un mínimo de quince dólares, puedes certificarte. La página confirma que tu tarjeta corresponde a tu nombre y dirección y quedas aprobado. Si no quieres certificarte, no hay problema. Igual puedes navegar, buscar alojamiento y ofrecer tu casa.

Sebastián, estudiante universitario, se fue de mochileo con un amigo que se iba de intercambio a Austria. Y allá se quedaron con Andrea, de 22 años y que vivía sola en un departamento de un ambiente. Les ofreció el sillón-cama por cuatro días, y como sus horarios de trabajo variaban mucho, hasta les pasó llaves de la casa.

Pero no es fácil elegir dónde quedarse. Una buena guía es que todos quienes han recibido viajeros, tienen referencias, porque te piden evaluar a la persona donde te quedas y después también evalúan si fuiste un visitante cara de raja o buena onda.

Sebastián, viajero y chileno y su amigo mandaron unos 12 mails. Al principio no cachaban una, así que hicieron un mail tipo y se los mandaron a todos. Hasta que una mujer les respondió algo como: “feliz te alojo, pero esta es una carta genérica que le mandaste a todo el mundo y con eso yo no puedo confiar en ti”.

Después de eso empezaron a ver que cada persona tiene en su perfil una lista de preferencias: “la gracia es darte al menos un par de minutos para ver qué les gusta y mandar un mail personalizado, porque así también tú te encuentras con gente que tenga gustos parecidos. De repente hay gente que ha estado en Chile, entonces les pones cosas como: ‘vi que estuviste en Chile, ¿cómo lo pasaste?’ Porque también esa es la idea, crear un vínculo con la gente”, cuenta Sebastián. Aunque más que elegir dónde alojarse, el desafío fue que alguien aceptara a dos hombres en su casa. Por eso, la idea es entrar a Couchsurfing con una mente abierta, shúper loca y con ganas de conocer a mucha gente.

La gracia, además, es conocer las ciudades desde la perspectiva local, no como turista. A Sebastián y su amigo Andrea los llevó de paseo, les dio datos para chupar barato y salieron a carretear. Para no parecer malos huéspedes, ellos compraron algunas cositas y le cocinaron empanadas. Dejaron todo limpiecito y la austriaca estaba fascinada. Pero de repente les preguntó qué habían hecho con la basura. “La botamos”, respondieron a la obvia pregunta. Pero a ella no le cayó nada bien: “resulta que allá reciclan todo, y no podía creer que hubiésemos botado la basura toda junta. No se enojó ni nada, pero como que igual le dio lata”. Así se van conociendo las distintas culturas más allá de la típica visita al museo famoso.

Por eso, también existe otra modalidad que es el “hangout”. Ahí la gente crea foros para conocer gente que le muestre la ciudad, o salgan a tomarse una cerveza, a almorzar o a carretear. En Santiago, por ejemplo, hay varios extranjeros que vienen a vivir a Chile y les gustaría conocer las montañas, la naturaleza y salir a carretear. Desde 9 a 23 personas les responden para organizar un asado en el Parque O’Higgins, tomarse unas chelitas o ir de paseo por el centro.

Un chileno dice que se quiere ir mochileando hasta Brasil, pasando por Perú y pregunta quién se suma. Y se suman muchos. Otro arma una junta semanal de Couchsurfing en Santiago y confirman italianos, alemanes y chilenos: “no importa si no conoces a nadie, para el final de la noche tendrás muchos amigos”, dice el evento. También hay gente de región que quiere ir a Santiago a un concierto y pide alojamiento por una noche, ojalá con gente que también vaya al espectáculo.

Couchsurfing dice que de todas las experiencias que se comparten, el 99,83% han sido positivas. Andrea, la austriaca, ha alojado al menos a otros cinco viajeros, y siempre está saliendo con extranjeros que andan de paseo. Sólo recuerda una mala experiencia, en la que un belga hablaba demasiado abiertamente sobre los nazis, tema que allá es tabú. Pero se tomó el café con el belga y se fue.

Si quieres saber más información, aquí pueden encontrarla: Couchsurfing

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