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Cultura

17 de Octubre de 2012

La Ciudad de México, Acapulco y otros lugares vistos desde arriba

Fuente: Vice La mayoría de las fotografías de Pablo López Luz (Ciudad de México, 1979) son paisajes, tomas muy abiertas de espacios urbanos, hoteles, cinturones de miseria, o de la naturaleza: bosques, lagos o montañas. Aunque de entrada la fotografía de paisaje se puede pensar como más apolítica o neutral cuando se le comprara con […]

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Fuente: Vice

La mayoría de las fotografías de Pablo López Luz (Ciudad de México, 1979) son paisajes, tomas muy abiertas de espacios urbanos, hoteles, cinturones de miseria, o de la naturaleza: bosques, lagos o montañas. Aunque de entrada la fotografía de paisaje se puede pensar como más apolítica o neutral cuando se le comprara con imágenes más obvias, por ejemplo de rostros de gente sufriendo o de situaciones de guerra o pobreza, lo cierto es que un paisaje puede hacernos pensar sobre situaciones más generales, tan amplias como los espacios que presentan.

Los paisajes de Pablo López Luz nos muestran lugares que nos parecen muy conocidos, como la Ciudad de México o Acapulco, pero nos permite verlos no solo desde otro ángulo sino de una forma diferente, para así poder entenderlos de otra forma. El 31 de octubre y el 1 de noviembre, Pablo estará en el Gimnasio de Arte (en el DF) hablando sobre su proceso de trabajo. Como sabemos que muchos de ustedes no podrán lanzarse, hablamos con él para que nos contara un poco sobre sus fotos.

¿Cómo empezó tu carrera como fotógrafo?
Mi padre es galerista, así que una gran mayoría de mis memorias de pequeño (al menos las más importantes) están ligadas al mundo del arte: a museos, exposiciones, pero sobre todo a los artistas que mi papá conocía o con los que trabaja. Así que desde niño estuve sumergido directamente en el mundo del arte, y siempre supe que ese sería el camino que tenía que seguir.

Por otro lado, tuve un padrino alemán, que también era el mejor amigo de mi papá (un apasionado y aventurero que trabajaba para poder viajar y fotografiar, aunque también llegó a publicar algo de su trabajo), quien —cuando visitaba nuestra casa— organizaba unas cenas para proyectarnos las imágenes de su último viaje. Recuerdo estar absolutamente fascinado por el personaje, su profesión, y más por las imágenes que se proyectaban en la pared, todas de lugares lejanos y exóticos. Es una historia un tanto romántica, pero completamente cierta.

Más adelante comencé a estudiar la fotografía desde un punto de vista más concentrado (desde la prepa, cuando aprendí todo lo referente a técnica), y también tuve la oportunidad de relacionarme directamente con fotógrafos, en especial Graciela Iturbide, a quien admiro completamente y considero una de mis maestras. Supongo que fue aquí que realmente comprendí la importancia, relevancia y lenguaje de la fotografía.

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