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Opinión

23 de Octubre de 2012

El secuestro de la poeta

Nunca me pasó nada en el DF y eso que anduve de noche y tomé los taxis escarabajo que me desaconsejaron, porque cuando fui a hacer una residencia ahí nos dieron un folleto con advertencias donde venía hasta el dibujo del tipo de taxi que no debíamos tomar. Y me fui a meter solo a […]

Germán Carrasco
Germán Carrasco
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Nunca me pasó nada en el DF y eso que anduve de noche y tomé los taxis escarabajo que me desaconsejaron, porque cuando fui a hacer una residencia ahí nos dieron un folleto con advertencias donde venía hasta el dibujo del tipo de taxi que no debíamos tomar. Y me fui a meter solo a Tepito y a veces incluso tomaba una micro hasta donde llegara. Y eso que fuimos a un carrete re tarde con Luigi Amara y Jorge Fernández Granados y su esposa. Él es un poeta ciego con el que medio mezcaleados salimos a recorrer algunos conventillos tipo vecindad del Chavo que hay en el centro de la ciudad como a las tres de la mañana. Él me preguntaba qué era lo que estábamos viendo y yo se lo describía. Cuando llegó su esposa nos dio flor de sermón, que cómo se les ocurre a un extranjero y a un ciego andar mezcaleados por ahí a esa hora.

Pero jamás me pasó nada, y he ido muchas veces (invitado por los los mexicanos, por el Fonca. De hecho, en la feria de Guadalajara se presentará una antología de la UNAM con mis cosas y las de otros latinoamericanos). En una divertidísima crónica, el novelista Álvaro Enrigue, de Guadalajara, habla de lo que le sucedió a un exitoso escritor chileno de haykúes en México: lo asaltaban desde que se bajaba del avión hasta cuando iba a comprar fósforos. En un momento pensaron en no juntarse con él, ya que era un verdadero imán para los cogoteros. A propósito de secuestros, cuando vino Álvaro Enrigue, a quien tuve la suerte de conocer en Oaxaca, en Chile lo secuestraron con champaña, todo fue medio secreto y le seleccionaron las visitas, de manera que no tuve la oportunidad de saludarlo siquiera. Me pregunto si es posible escribir sobre el DF y los poetas sin tener reminiscencias de Bolaño, supongo que sí, y de paso es lindo hacerle un guiño ahora que pasó de moda, ahora que está en un rincón muy oculto de nuestro disco duro.

Me contó la poeta Rocío Cerón que una vez iba por el centro del DF y la metieron a un auto, luego la hicieron sacar plata de un cajero y esperar no sé cuánto tiempo dando vueltas para sacar nuevamente plata. No sé a quién se le ocurre asaltar a un poeta, pésima idea, el hecho es que lo poco que tenía se lo robaron. En las vueltas haciendo tiempo para volver a sacar plata, y sin tener muchas alternativas, ella se relajó y empezó a conversar con sus captores. No hubo síndrome Estocolmo pero sí hubo ese intercambio de visiones de mundo que desembocaron como es lógico en los motivos de la opción delictual y la situación social de sus captores. Estos eran devotos de la Santa Muerte y con Rocío pasaron revista a varios temas, entre los cuales estaba uno de sus temas predilectos: la muerte (era que no, son mexicanos) y luego los lugares del DF en donde según ellos penaban, en donde por ejemplo habían ocurrido fusilamientos o torturas atroces durante la revolución. Luego hablaron del mercado de Sonora, de brujería, y continuaron con ese tur alternativo sui generis en donde ella iba apuntada tranquilamente con una pistola. Cuando le preguntaron a Rocío en qué se ganaba los frijoles, comenzó a hablar de su condición de profesora, hasta que saltó la pregunta por el libro que llevaba, creo que era “Basalto” y cacharon que lo había escrito ella. Demás está decir que una persona que escribe poesía de verdad jamás y por ningún motivo del mundo se autodenomina poeta. Quienes lo son de verdad prefieren mentir diciendo que son empleados, vendedores, cualquier cosa. Y el que se autodenomina poeta simplemente no lo es, como los farsantes que abundan.

En ese sentido, la cosa funciona igual que en el hampa: nadie hace gárgaras con sus hazañas, nadie se autodenomina choro ni menos alardea con su especialidad (choreo de autos, lanza, intimidación, etc). Cuando se dieron cuenta de la autoría del libro, sintieron cierta simpatía por ella y le dijeron algunos poemas en rima, algunas plegarias a Malverde, que es el santo con bigotes de los narcos, y a la Santa Muerte. La charla fue un verdadero taller piloto para Rocío y hubo una retroalimentación mutua. Hasta que le llegó el turno de leer y comentar sus poemas en el auto en movimiento. Poemas raros, con algo de Octavio Paz, imágenes minerales que, a pesar de lo herméticas, fueron disfrutadas y comentadas por sus captores (yo creo que ahí esta mexicana exageró la historia cual argentina, porque la fantasía de todo escritor es que gente fuera del mundo de las letras disfrute lo que uno hace). Luego la dejaron en un sector alejado y peligroso del DF, en donde Rocío les rogó que le dejaran plata para la locomoción, a lo que accedieron.

Cuando me contó esto, se me olvidó preguntarle en qué estado andaba cuando le sucedió, pero había bulla en el Jacalito, un lugar de reviente chilango en donde tocaban a cada rato la cumbia El Santo, El Cavernario, punkerío, ska y vacilones varios para bailar y poguear como locos nadando en chela, en qué estado andaba cuando le sucedió eso. Quería saber en qué estado andaba ella durante el secuestro, porque cuando se anda ‘en poeta’ por llamarle de alguna manera a esa euforia escritural que lo deja a uno en una especie de santidad gozosa sin ganas de comer y en donde uno hace cosas como caminar por lugares en donde de otra manera lo matarían a uno y en donde todo pareciera ser filmable o escribible, ahí nada le sucede a uno. Es como a las parejas de enamorados, que por algún motivo también parecieran atravesar la selva en pijama rosado sin que nadie les diga nada y al contrario, se sienten bendecidos por su presencia. Alguien me dijo el otro día que los choros no cogoteaban a los poetas, pero a los narradores y periodistas sí, porque no les gustaba la mirada sacadora de película de estos últimos, esa mirada de sapos fijados y clasistas, por eso más que por el hecho que las cosas tarde o temprano se filtren. Me parece una sana discriminación.

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