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Opinión

12 de Diciembre de 2012

¿Adiós, tío Chávez; bienvenido Maduro?

Por Manuel Gaitán para El Tiempo La situación de Venezuela se muestra como una de las más dramáticas de sus encrucijadas históricas. El anuncio del presidente Hugo Chávez de designar al canciller y vicepresidente, Nicolás Maduro, como el candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) -partido mayoritario del Polo Patriótico y del abigarrado conglomerado […]

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Por Manuel Gaitán para El Tiempo

La situación de Venezuela se muestra como una de las más dramáticas de sus encrucijadas históricas. El anuncio del presidente Hugo Chávez de designar al canciller y vicepresidente, Nicolás Maduro, como el candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) -partido mayoritario del Polo Patriótico y del abigarrado conglomerado político conocido como el ‘chavismo’-, ha puesto de acuerdo a voceros, como el excandidato Diego Arria, al periodista Vladimir Villegas y el analista Luis Vicente León: el sábado 8 de diciembre terminó el período real, efectivo, de la conducción del país por parte del presidente Hugo Chávez.

A menos que suceda un milagro. “Por ello estoy aferrado a Cristo, uno siempre ha vivido de milagro en milagro”, expresó Chávez en su alocución televisada. El patetismo de su invocación no alcanza a ocultar las nuevas claves de la realidad política venezolana.

Chávez ha designado a Maduro como su heredero en la conducción del chavismo. Y ha dejado en un segundo plano el liderazgo de Diosdado Cabello, quien es el presidente de la Asamblea Nacional, jefe del ala militarista del chavismo y un notorio amigo y protector de los llamados boliburgueses, personajes enriquecidos gracias a sus estrechos contactos con las altas esferas.

Llama la atención la designación del almirante Diego Molero Bellavia como ministro de la Defensa. Chávez lo eligió por encima de destacados oficiales del poderoso ejército, su fuerza de servicio y la siempre decisiva fuerza aérea. Molero es el oficial que declaró que “ahora sí tenemos patria” y que esta es “socialista y revolucionaria”, en contravención de la normativa constitucional que impide el uso partidista de las FF. AA.

El almirante Molero se muestra como la garantía de que las Fuerzas Armadas son y serán leales a Chávez y al chavismo. Y se entiende que al madurismo como corriente mayoritaria dentro del chavismo.

El analista Gustavo Coronel y el periodista Teodoro Petkoff apuntan con buen tino analítico que la petición de Chávez al pueblo venezolano para que el vicepresidente Maduro termine el período presidencial y sea electo presidente en nuevos comicios, en caso de circunstancia sobrevenida que inhabilite a Chávez como presidente y por tanto para asumir la presidencia en el próximo mes de febrero, es inconstitucional.

La falla absoluta que plantea esta posibilidad obligaría a Cabello a ejercer la Presidencia. El dictamen final quedaría en manos de la Sala Electoral de la Corte Suprema de Justicia. Su dictamen permitirá observar si obedecen la petición de Chávez, una vez alejado de la Presidencia.

¿Está maduro el madurismo para ejercer el poder?

El madurismo sería la primera tendencia hegemónica del chavismo. Allí confluyen la mayor parte de los cuadros políticos del PSUV, de neto origen de izquierda revolucionaria, junto con la alta y media burocracia regional, de gran importancia por el manejo de los recursos del Estado y por la sólida capacidad de movilización de cuadros políticos que ha demostrado en más de 11 elecciones nacionales.

Parte importante de los diputados del Polo Patriótico ante la Asamblea Nacional son afectos a Maduro, a pesar de que su jefe institucional es Cabello.

El sector petrolero es un componente decisivo del madurismo. Su poder económico y simbólico es de gran importancia en la sociedad venezolana. Podemos afirmar que el madurismo es el sector popular dentro del chavismo.

La unción de Maduro por Chávez es un factor de importancia capital en el apoyo del alma popular chavista a la figura del canciller. Falta saber si este sentimiento emocional puede ser mantenido y acrecentado por el canciller con la maestría que supo manejar Chávez durante largos 20 años.

La gran fortaleza de Maduro se deriva de su ejercicio como ministro de Exteriores durante seis largos años. Él supo tejer una buena relación diplomática y de cercanía con Fidel y Raúl Castro, quienes tienen un buen concepto de su liderazgo. Los intereses cubanos y sus apoyos a Venezuela están a buen resguardo bajo su eventual presidencia.

Los aliados latinoamericanos y los nuevos aliados multipolares, tales como Rusia, Irán y China, son testigos participantes de la correcta gestión de Maduro.

Esta le ha permitido ahondar las relaciones militares con Rusia, que gozan de la aprobación de las FF. AA. Los oficiales venezolanos reconocen la eficiente gestión del Canciller en el proceso de rearme del ejército, la aviación y la armada. Ellos tienen muchos más motivos de agradecimiento con Maduro que con Cabello, a pesar de que el presidente de la Asamblea es un militar retirado.

Sin embargo, su relación con las FF. AA. es lejana. Es bueno recordar que el único oficial que ha tenido un verdadero liderazgo y un contacto cercano y afectivo con los oficiales se llama Hugo Chávez.

Los dirigentes chavistas le reconocen a Maduro el haber logrado mantener el muy dispendioso conjunto de programas sociales, gracias a los cuantiosos dineros del Fondo Chino, que ha permitido al gobierno que se concrete un extenso programa de obras públicas dentro de las que se destaca la Misión Vivienda.

Estos dineros, que se han obtenido por adelantado, con garantías de petróleo a futuro, le han permitido cuadrar la caja al gobierno en los últimos cuatro años.

Ahora bien, y en el plano más inmediato, la meta del PSUV es ganar todas las gobernaciones en disputa este domingo. Ello le permitiría cohesionar al partido, a las Fuerzas Armadas y a los factores de poder interno y externo que inciden en el gobierno venezolano. Es la posibilidad de aislar a Diosdado Cabello y a su corriente militarista.

Es el resultado que esperan para continuar con la siguiente etapa de la revolución bolivariana: el estado comunal.

La oposición, al igual que en los años del chavismo, tiende a jugar un papel de segundo orden en el proceso político. Sus líderes y el pueblo opositor no saben si alegrarse o entristecerse por el fin del mandato de Chávez. Una crisis del chavismo antes que una propuesta acorde con la realidad nacional parecen ser su nueva esperanza.

Un chavismo colectivo por siempre es la petición expresa de Chávez, quien en su alocución de despedida les pidió al pueblo, a las FF. AA., a los colectivos y al PSUV: “¡Unidad, unidad, unidad!”.

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