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Cultura

19 de Enero de 2013

La experiencia estética de la nota roja

La lectura del género periodístico denominado nota roja produce un efecto en la sensibilidad de quien la experimenta, y este efecto está estrechamente ligado al tipo de imagen que acompaña al relato de sucesos criminales o fatídicos. El objetivo de este artículo es mostrar algunas reflexiones en torno a la experiencia de la nota roja en el México prerrevolucionario, caracterizada por representar eventos reales a través de una combinación de imagen figurativa (grabado) y narración sensacionalista.

Por


Vía revistareplicante.com

La nota roja del Porfiriato tardío es aún una experiencia estética, pues moviliza procesos imaginativos e ilusorios en el lector. Conforme avanza el siglo XX, una nueva experiencia se agregará al menú de la sensibilidad de los lectores de nota roja, narrada con igual sensacionalismo pero ahora ilustrada por imágenes fotográficas, es decir, con registros de la realidad. La nota roja, ahora aparejada con la imagen fotográfica indicial, renunciará al filtro purificador de la representación figuracional para alcanzar su vocación original, la espectacularidad.

La nota roja: violencia y sensacionalismo
Por nota roja nos referimos al género periodístico por medio del cual se dan a conocer públicamente hechos relacionados con algún tipo de violencia. Para Lara Klahr [Nota roja, p. 53] se trata de “un conjunto de acontecimientos sociales que vulneran las normas penales”, una etiqueta que los periodistas utilizan para consignar actos de distinta naturaleza: delictivos (un asesinato), incidentales (un accidente aéreo) o incluso “naturales” (un siniestro).

Formalmente, la nota roja se caracteriza por presentar encabezados impactantes, con tintes de exageración y melodrama, y un diseño simple con colores llamativos. Esta última característica, eminentemente sensorial, está ligada al origen del término. La nota roja, refiere Irma Lombardo [De la opinión a la noticia, p. 88], sería llamada así a partir de 1889, cuando, como cuenta la leyenda, un diario de Guadalajara hizo circular por la ciudad ejemplares marcados con la mano empapada en tinta roja de un empleado de la imprenta para provocar horror sobre una noticia que hablaba de un asesinato. Otra hipótesis señala que este apelativo —nota roja— podría deberse “al sello rojo que el Tribunal del Santo Oficio imponía sobre sus sentencias” [Nota roja, p. 52].

Otro sinónimo de nota roja es el término “prensa sensacionalista”. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el sensacionalismo es “la tendencia a producir sensación, emoción o impresión con noticias o sucesos”, lo que habla de la reacción emocional que se establece entre este tipo de publicaciones y su público: la prensa sensacionalista (y no sólo el género denominado nota roja) busca activamente, como señala Grijelmo, “la sorpresa, el susto, la apelación constante al lector, y concibe el periódico como un espectáculo cuyo fin principal consiste en divertir o entretener”. La expansión de este tipo de periodismo a finales del siglo XIX en Estados Unidos motivó la aparición de un tercer término asociado, el de “prensa amarillista”: “aquella propagadora de noticias sensacionalistas, concebidas para atraer la atención escandalizando” [El estilo del periodista, p. 533].

Pero no es éste el lugar para profundizar en definiciones sobre la nota roja. Basta con retener dos características que serán útiles en el desarrollo de este artículo: la presentación de información sobre hechos violentos (causados por el hombre o la naturaleza) y su carácter productor de sensaciones.

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