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Mundo

16 de Febrero de 2013

El perfil definitivo de Pepe Mujica, un grande del Uruguay

Es un personaje tanto de un cuento gauchesco como de un romance de la izquierda armada. Fue militante de la guerrilla urbana Tupamaros, le dieron seis tiros, estuvo quince años preso, once de ellos en la solitaria, donde llegó a beber su propia orina para no morirse de sed. Disputó la primera elección a los 59 años y nunca más perdió - fue senador reelecto y, hace dos años y medio es presidente de Uruguay. Un maestro.

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Fuente: vvv.revistapiaui.estadao.com.br

Su única hermana había fallecido el miércoles.  Era la benjamina, tenía 71 años.  Una semana después, el 15 de agosto, lo esperaban en el Hipódromo Nacional de Maroñas, en Montevideo, y estaba atrasado.  Pepe Mujica, presidente del Uruguay, se enteró, inmediatamente al despertarse, de la muerte de la madre de un compañero de militancia política y decidió visitarloantes de comenzar con la agenda oficial.  Era lasegunda vez en siete díasque iba a un velorio.  Mientras lo esperábamos en el Hipódromo, María Minacapilli, susecretaria personal de hace diez y ocho años, recibió un llamado.  Acababa de morir Renzo Pi Hugarte, un conocido antropólogo uruguayo, víctima de unparo cardíaco.  María cortó el llamado con rostro incrédulo.  Inmediatamente llegó Mujica.  Saludó a los periodistas con gran simpatía antes de que lo abordara su secretaria y tomara conocimiento de la muerte de su gran amigo.  Mujica tiene77 años.  Es algunos meses más joven que Hugarte.

Aquél miércoles, Mujica debería ir a Pan de Azúcar, una ciudad con un poco más de 6.500 habitantes, a 100 kilómetros de Montevideo, para lanzar un programa que permite a los niños acceder a un curso de lengua extranjera en sus laptops.  Actualmente en Uruguay, los 300 mil alumnos dentro de la red pública de enseñanza cuentan con una computadora personal donada por el gobierno.  El presidente, sin embargo, cambió la agenda la tarde anterior.  En el hipódromo, firmóunconvenio para un programa de capacitación de jóvenes.

Pepe Mujica es un personaje tanto de un cuento gauchesco como de un romance de la izquierda armada.  Fue militante de la guerrilla urbana Tupamaros, le dieron seis tiros, estuvo quince años preso, once de ellos en la solitaria, donde llegó a beber su propia orina para no morirse de sed.  Disputó la primera elección a los 59 años y nunca más perdió – fue senador reelecto y, hace dos años y medio es presidente de Uruguay.

Mujica fue descubierto por los jóvenes del continente luego de anunciar en junio, que Uruguay podría llegar a legalizar el comercio de la marihuana.  Otra imagen muy seguida en las redes sociales es la de un político buena onda, personaje de un reportaje simpático del diario El Mundo, de España, que lo llama “el presidente más pobre del mundo”.  Un artículo de la revista británica Monocle dijo que es “el mejor presidente del mundo” y “el héroe no reconocido deAmérica Latina”.  Mujica vive en una chacra llamada La Puebla, en los alrededores de Montevideo, en una casa de un dormitorio con techo de chapa.  Dona 90% de su sueldo de presidente, equivalente a 25 mi reales.  El único bien a su nombre es un “escarabajo”azul de 1987.  En el sitio de la Presidencia uruguaya declara como profesiónoficial: “chacarero”.

Pero no era el Mujica buena onda que gobernabaUruguay a principiode agosto.  Era invierno, Montevideo estaba gris y hacía frío.  El tiempo lluvioso estaba en sintonía con el humor del presidente.  Se pasó toda la ceremonia en el hipódromo, mirando al vacío, con el codo apoyado en la mesa y el mentón apoyado en su mano.  El dedo índice le cubríala boca como quien pide silencio.  Comió dos bizcochos, exprimió limón dentro delté y lo bebió.  Estaba triste.

Al anunciar que la ceremonia estaba por finalizar, el mediador preguntó si Mujica tenía “alguna reflexión”.  Luego de algunos segundos en silencio, fue lo que hizo: una reflexión.  No saludó a sus excelencias presentes, como en general realizan los políticos, ni hizo discursos sobre los hechos y proyectos del gobierno.  Solamente se acercó al micrófono y dijo cuanto mejor sería la sociedad si las empresas desarrollaran “inteligencia social”.

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