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Opinión

13 de Abril de 2013

Pepe Mujica, la izquierda uruguaya y el peronismo

El reportaje que el presidente otorgó a la revista Lento. Críticas al peronismo, a los K y a Montoneros. "Nosotros somos republicanos", aclaró.

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Vía Perfil.com.ar
Desde Montevideo

El presidente José Mujica reconoce que tiene un interés especial por estudiar el peronismo. Dice que se trata de un fenómeno político que la izquierda uruguaya “vio mal y de manera tardía”, entre otras cosas por la influencia que tenían ciertas nociones europeas en sectores históricos, como el Partido Comunista o el Partido Socialista (PS).

“Y la izquierda argentina, empezando por el Partido Comunista [argentino] también se paró muy mal respecto al peronismo, al punto de que se ubicó con los aliados más conservadores. Hubo una campaña que enfrentó a Juan Domingo Perón con la fórmula [José] Tamborini-[Enrique] Mosca, y parte de la izquierda apoyaba a Tamborini. Los peronistas resumían la situación diciendo ‘Perón o [Spruille] Braden’, que era el embajador de Estados Unidos”, dijo Mujica.

—Y cuando surge el Movimiento de Liberación Nacional/Tupamaros, ¿qué visión tenían de la izquierda peronista?
—Nosotros teníamos relaciones y tuvimos refugiados acá a peronistas de izquierda que habían quedado perseguidos. Por ejemplo, Joe Baxter, que anduvo por acá y después terminó con [Mario Roberto] Santucho. Esas corrientes lo que tenían de particular es que se ubicaban dentro de un nacionalismo de izquierda, movido por una interpretación a lo Jorge Abelardo Ramos de la historia de América latina. Al final, más adelante, surge de ahí Montoneros.

—¿Y qué los diferenciaba de ellos?
—Cuando uno los rascaba un poco… eran peronistas. O más que peronistas. Eran devotos de Santa Evita. Y a nosotros eso nos paspaba.

—¿Evita o la devoción en general?
—La devoción esa que tenían. Es evidente que nosotros como sociedad somos un pueblo mucho más laico, más afecto a lo ideológico. Nos costaba. Pero sintonizábamos con ellos en que era necesaria una interpretación de la liberación nacional acorde a nuestras circunstancias, hija de nuestras contradicciones. Y, por lo tanto, que requería un camino que debía ser nuestro, que lo teníamos que forjar entre nosotros.

—Pero cuando ves esa devoción hacia Eva Perón, ¿dirías que sentís empatía o es otra cosa?
—En mi caso, yo lo respeto porque los entiendo. Pero no participo porque no puedo dejar de ser uruguayo. Y nosotros somos laicos como la puta, es otra cosa. Se lo debemos a (José) Batlle y a su tiempo, en gran medida. Barrimos con todo lo otro. Ojo, las masas cubanas respecto de Fidel y del Che Guevara no son tan distintas. Vas a Cuba y te encontrás un altar que tiene a la Virgen y al Che. Y tienen sesenta años de revolución (…)
“Estuvimos seis años con el turismo cortado al pedo. No venía ni el loro. ¿Qué beneficio recibimos? Jodernos”, afirma.

—En el gobierno de (Tabaré) Vázquez, cuando fuiste ministro, ¿lograste marcar algún matiz en medio de aquella fiebre nacionalista o anti-argentina?
—Yo me dediqué a desinflar eso, porque sabía que no nos llevaba a ninguna parte, a jodernos, a tener los puentes cortados hasta el año del golero. Y me dediqué a lo contrario, lo cual no quiere decir una apología de lo argentino. Es conocer los puntos débiles de ellos. El tema de los vecinos es un problema de sentido común. Los vecinos a veces son más importantes que los familiares: es casi seguro que en un momento de necesidad urgente vas a precisar más de los vecinos que de aquél que está lejos. Es sentido común. Yo sé que la gente se empieza a dar manija, pero como soy veterano me acuerdo de las cosas. Acá tuvimos una gran sequía y hubo una baja de la producción ganadera, una crisis bárbara. Era la época de Perón. Y Argentina nos mandó unos embarques de carne para consumo interno, y como siempre hay algún vivo en los frigoríficos, parte de esa carne la marcaron y la mandaron para Holanda. Después en Argentina se enteraron. Fue a jugar Peñarol a la cancha de Independiente y les tiraban churrascos, al grito de “muertos de hambre”. Así que nosotros también tenemos de las nuestras.

—Pero aparte del sentido común es evidente que a una parte de la izquierda uruguaya le molestan cosas del Gobierno argentino.
—Hay cosas de estilo que uno puede siempre discutir. Pero hace siete años que vienen diciendo que la Argentina explota, y la verdad es que no explota. Es terca. Ahora van a meter una cosecha de soja de 22 mil o 23 mil millones de dólares. Siguen ahí, no explota nada. Y tengo claro que cuando a la Argentina le va bien, repercute acá, y cuando le va mal también repercute. Con el Río de la Plata tuvimos líos desde el origen. El primer conflicto que tengo registrado en la memoria es de 1790, en la época de la colonia, con el puerto de Buenos Aires, así que no nos tenemos que impresionar. Sin embargo, Perón, ya anciano, abrió las puertas a un tratado de reconocimiento a derechos que hasta ahí no teníamos. Capaz que el Perón viejo aprendió de las cagadas del Perón joven. Al tener conflictos entre nosotros, le terminamos haciendo el juego a los de afuera. Ahora, uno tiene que atenerse a un principio de no intervención, que es el más conveniente para los países pequeños. Yo he tratado de cultivar la amistad aun con la oposición argentina. Duhalde ha venido a comer a ese rancho [señala el Quincho de Varela], y cuando [Mauricio] Macri reinauguró el Teatro Colón fui, y sé que no le gustó nada al Gobierno argentino. Pero fui porque le había prometido. O sea: te quiero mucho, te respeto, pero mi independencia es mi independencia, porque creo que al Uruguay le conviene estar bien con los vecinos. Ahora, de todas maneras, no se puede catalogar de facho ni nada por el estilo al gobierno de Argentina, y a veces creo que nos pasamos.

—En alguna discusión con la presidenta Cristina Kirchner, ¿le has reprochado que los obstáculos comerciales o diplomáticos que pone Argentina generan problemas, por cómo reacciona la oposición uruguaya?
—Sí, cómo no. Y en general lo que hemos logrado ha sido por esa vía. Hay mucha bulla. Si averiguás los años que le llevó a (Luis Alberto) Lacalle lo del dragado del [canal] Martín García quedás espantado. Nosotros ahora estamos dragando, hay una draga del puerto y vamos a seguir. Y lo conseguimos todo así, le planteamos lo de hacer una empresa mixta, de los dos Estados, para zafar de las licitaciones y que no nos roben. Dijeron que sí, después que no, porque se les armaba lío con las cuentas que tienen afuera. Y al final desembocamos en este boniato, es a través de la Comisión Administradora del Río de la Plata. Pero nos pidieron que no hiciéramos bulla, porque tienen líos con los intereses del puerto de Buenos Aires. Y estamos ahí, ahora va a haber algún replanteo en el Mercosur.

—¿Cómo te imaginás, después de esta fase de acercamiento, que pueden ser las relaciones con Argentina en un próximo gobierno del Frente Amplio en Uruguay?
—A mí me interesa mucho arreglar las relaciones con Brasil, afinarlas, porque eso me da garantías, en parte, para incidir en la mejora de las relaciones con Argentina. Trato de ir por el camino más largo, porque Argentina es sensible a eso.

—¿A los argentinos no les gusta ver a Uruguay muy pegado a Brasil?
—Nos van a tener más consideración.

—¿Y si gana Vázquez, qué pasa con Argentina?
—Y Tabaré va a volver, yo creo que va a volver. No tengo dudas de que gana las elecciones. El no tuvo problemas con Argentina, tuvo problemas con el tuerto Kirchner, que era bastante baboso. Dios lo tenga en la gloria.

—Fue algo más personalista…
—Ah… los hombres cuando disputan quién es más hombre que el otro. Ahí perdemos la perspectiva de lo que le conviene a la gente.

—¿Entonces ayudó al acercamiento que estuviera Cristina como presidenta?
—Ayudó, sí. Kirchner era difícil. No es lo mismo. Uno de los aciertos del tipo fue la pelota que le dio a la gente más joven, el aparato que les ayudó a construir. Utilizando todos los resortes del Gobierno, desde luego. Y eso sí es bien peronista. En Argentina eso camina, nadie lo discute. Acá sería el escándalo. Nosotros somos muy republicanos. El gran defecto de estas fórmulas semipopulistas es que indirectamente son medio cesaristas, termina quedando la corte y los que están alrededor de la corte. Y terminan generando una categoría poco republicana dentro de la sociedad. Se produce una nueva nobleza. Eso es lo más peligroso que tienen. Los hombres muy fuertes, más que peligrosos por ellos, son peligrosos por aquellos que los terminan rodeando.

—Por eso de ser más realistas que el rey.
—Sí, porque muchas veces son piojos resucitados. Dios me libre.

Lee el artículo completo en Revista Lento.

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