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LA CARNE

18 de Mayo de 2013

La pornografía en los tiempos de la fibra óptica

Uno podría pensar que en los tiempos en que cualquiera puede tener acceso a cualquier tipo de pornografía esta industria estaría viviendo su etapa dorada, pero no es así.

Por



Vía Sopitas

Y todo tiene que ver con que la gente está bajando su consumo de películas, y la renta de videos pornográficos, lo cual es natural ya que todo esto lo pueden encontrar gratis en la Internet. Internet nació como aquella red donde la gente comparte cosas y como ésta ha sido su filosofía desde su nacimiento hasta ahora, es muy difícil que los internautas se pongan a considerar pagar una película porno entera. Es por eso que han nacido propuestas como la nefasta ley SOPA.

En Internet, si de algo tenemos oferta es de sitios porno (aunque la oferta no es tan grande como nosotros creemos y algunas cifras escandalosas quieren aparentar) la mayoría de los sitios porno son tubes, páginas que nos pueden mostrar ciertas escenas en streaming (porque descargarlas también es algo que está cayendo en desuso) completamente gratis. Esto ha llevado a la bancarrota a algunas productoras porno y a otras las ha llevado a mermar drásticamente sus ganancias.

Parece que para poder acoplarse a los nuevos tiempos, la industria del porno debe verse creativa y debe ofrecer algo más que la imagen. Algunas ofrecen accesos a web cams exclusivas para espiar todo lo que hace una actriz porno o contactos con mujeres de otros países que cumplen los deseos de los espectadores. También se ha invertido en la animación 3D y en plataformas interactivas en las que uno escoge a los personajes y lo que realizarán.

Un producto como el de las películas porno en el cual en lo que menos se pone atención es en la trama es perfectamente reducible a sus escenas. En la actualidad, son contados los sitios que te ofrecen películas completamente acabadas en las cuales la historia es un plus dentro de la película, en vez de eso, son las situaciones las que nos cuentan algo de la historia o de la relación que estamos contemplando, por ejemplo, ya no buscas una película con un título, buscas películas de repartidores, de enfermeras, amateur, las de engaños, las vouyeristas, etc… Además de que los sitios de porno han hiperespecializado la larga oferta en categorías como: chichonas, gordas, negras, latinas, enanas, MILFs, pelirrojas, rubias, Gilfs, y un sinfín de categorías que podrían ponernos a pensar en una categorización un tanto racista.

Esto tiene una doble explicación, por un lado, el porno es una extralimitación de los discursos dominantes, es la representación en película de los límites de la racionalidad machista, racista, clasista, etc. Un sueño onírico del hombre en el cual todas las mujeres están deseosas de ser penetradas y gritan de alegría con sólo ver un pene (y casi cantan y brincan cuando las penetra uno). Cosas que están completamente alejadas de la realidad (y no digo que a las mujeres no les gusten los penes, lo que digo es que una relación sexual como las del porno no están basadas en algo real –y no deberían ¿por qué?–). Para verlo más claro, en la pornografía gay pasa lo mismo. Así como en la heterosexual todas son mujeres quieren ser penetradas (y ya que pasa, extrañamente, están satisfechas) en la gay todos los hombres quieren experimentar con otro hombre (profesores, jefes, empleados, amigos, amigos del hermano, hombres casados, jardineros, mayordomos, masajistas, deportistas, TODOS).

Además de lo anterior, el porno es algo dirigido principalmente a la vista, si sólo vamos a tener contacto con la pornografía a partir de la vista, ¿no es lo más normal que la mayor parte de las categorías tengan que ver con cosas visibles como la piel, el cabello, la forma del cuerpo?

Esto también es más visible en la pornografía gay en la cual hay categorías basadas en la cantidad de cabello, la musculatura (si son fofos, osos, musculosos, flacos, etc.) o la edad del cuerpo en cuestión (aunque a veces no corresponde con la edad real del actor).

Pero con la Internet, las clases menos privilegiadas ya tienen acceso a la pornografía (cosa que hace cientos de años, incluso menos, era un artículo de lujo reservado para los ricos y poderosos). De esta manera es que todos nos topamos con esas irrealidades pornográficas, las cuales no están mal, la mayor parte de las construcciones culturales parten de las extralimitaciones del discurso dominante (muchas veces para hacer una crítica), el problema viene cuando uno confunde lo que ve con la realidad.

Mujeres y hombres con el sexo exagerado (no son solamente mujeres sexuadas como todas las demás, sino que tienen los senos abultados, usan un cierto tipo de ropa que grita «mira soy una mujer que coge», el trasero, los penes monumentales, etcétera) son una construcción cultural que distan muchas veces de lo que realmente existe (no hay que negar una especie de pornificación de la cultura en la cual esas exageraciones del sexo las vemos de igual manera en las actrices de las telenovelas, en los programas familiares, en los periódicos, en los concursos de belleza, en las modas, las lobukis y reguetoneras, así como los mirreyes y reguetoneros también se visten el sexo y a veces lo transgreden).

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