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Mundo

19 de Mayo de 2013

Divorcio con perros: desde régimen de visitas hasta pensión alimenticia

Vía Perfil La heladera para ella, la PlayStation para él, y el perro a compartir. Puede parecer parte del guión de la película La guerra de los Roses, pero no es así. La división de bienes presenta un nuevo conflicto frente al valor que toman las mascotas en estos años, en los que el 78% […]

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Vía Perfil

La heladera para ella, la PlayStation para él, y el perro a compartir. Puede parecer parte del guión de la película La guerra de los Roses, pero no es así.

La división de bienes presenta un nuevo conflicto frente al valor que toman las mascotas en estos años, en los que el 78% de los argentinos cuenta con un animal doméstico (tal como señala el último relevamiento realizado por Millward Brown Argentina).

Según los distintos abogados consultados, existe un crecimiento en el número de consultas sobre acuerdos de divorcio que incluyen desde régimen de visitas y tenencia compartida hasta pensión alimentaria de las mascotas en cuestión.

“Luego de una separación es cada vez más común el planteo de la tenencia de las mascotas, porque muchas parejas consideran a los animales domésticos sus propios hijos. Y en los casos en los que hay niños, pese a que la mascota tiene prioridad de estar en ese hogar, existen muchas situaciones en las que ambos miembros de la pareja insisten en ejercer la tenencia”, expresa el abogado especialista en derecho civil Emilio Daniel Argüello.

Casos

Romina aceptó dejar la casa que compartía con su ex novio, pero no quería dejar de ver a su perra. “Combinamos después de separarnos que Sasha pasara una semana conmigo y otra con él. Al tiempo empecé a verla los fines de semana. Pero por cuestiones de tiempo y demás, el régimen pactado se fue modificando”, cuenta Romina, que pasó un año y medio con esta modalidad de visitas.

“Hay que tener en claro que el perro necesita un lugar cómodo para estar, según cada raza. Sasha es bóxer y por eso acordé con mi ex que viviera con él porque en mi departamento no tendría espacio para jugar o correr. Lo llamativo era que ella se comportaba distinto con cada uno. Nos conocía las mañas; conmigo no dormía en la cama como con mi ex”, sostiene Romina, que finalmente cedió por completo la tenencia del animal.

Otro caso similar es el de Florencia y su querida bulldog francés, Lola. “Al principio de la separación Lola iba y venía, siguiendo el mismo régimen que tenía mi ex pareja con nuestra hija. Por una complicación en el acuerdo del divorcio pasé un año sin verla. Hasta que finalmente terminé pidiéndole a mi abogado que pusiera en el acuerdo la tenencia de Lola para firmar el divorcio”, cuenta.

“Yo estoy segura de que Lola sufrió la separación como cualquier persona o mascota que queda en el medio de una situación que no elige. Es una perra muy inteligente, juguetona, tranquila, y muy compañera. Adora a mi hija y juegan mucho. Por eso fue importante para mí recuperar su tenencia”, agregó.

Sobre el tema, la abogada Ana Rosenfeld explica que no hay legislación ni regulación a nivel nacional. “Las mascotas no tienen forma de registrarse.

Para ser más claros: en la puja de los bienes, la situación de las mascotas se compara con la pelea por un mueble; no hay forma de comprobar quién es el dueño, salvo en ciertas excepciones, como por ejemplo que alguno de los dos tenga la factura de compra donde se aclarare quién es el titular del animal”, dice Rosenfeld.

La abogada de famosas también añade: “Conocí el caso de un juez que al divorciarse realizó un acuerdo para ver dos veces por semana al perro de la casa, porque quedó bajo la custodia de la ex mujer. No le importaba nada material, sólo quería asegurarse mantener contacto con el animal”, recuerda.

Con ella coincide la doctora Mirta Núñez, especializada en temas de familia, que menciona casos en los cuales en el listado donde se describen los gastos compartidos para mantener a los hijos en común, las parejas incluyen gastos del paseador, vacunas, veterinario, alimento balanceado y ropa canina.

“No hay una patria potestad sobre un animal. Por eso en algunos conflictos uno de los miembros de la pareja renuncia al can a cambio de que la otra parte le compre su mitad”, dice Núñez.

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