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Cultura

31 de Mayo de 2013

Marco Layera, el director que cuestiona a Allende y la UP: “La juventud ya no se conforma con el mal menor”

Este fin de semana son las últimas funciones de “La imaginación del futuro”, la última obra de la compañía la Re-sentida en una co producción con la Fundación Teatro a Mil. Con José Soza interpretando al ex presidente, el director de la obra se pregunta sobre la violencia política, la viabilidad del proyecto socialsita de los '70 y el de los movimientos sociales de hoy día. Este fin de semana son las últimas funciones.

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La compañía La Re-sentida venía de una residencia en Italia y de haber presentado su obra anterior, Tratando de hacer una obra que cambie el mundo, en Bélgica. Fue una obra exitosa, pero ahora estaban en busca de algo distinto: “era muy simpática, entonces dijimos que el teatro debería a volver a ser más insolente y provocador”, cuenta Marco Layera a The Clinic Online, director de La Imaginación del futuro.

Se trata de una de las compañías nacionales jóvenes con más proyección a nivel internacional. En su última co-producción con la Fundación Teatro a Mil, Allende -interpretado por José Soza- es visitado por asesores contemporáneos, tecnócratas que lo asesoran para que, conociendo el futuro que se avecina, el presidente renuncie. La idea, como cuenta Layera, es cuestionarse sobre temas que le generan contradicciones: “son temas que generacionalmente no tenemos resueltos”, dice.

Es por eso que, a partir de los movimientos sociales de los últimos siete años, Layera se cuestiona sobre la viabilidad de estas propuestas, a través de la puesta en duda del proyecto de la Unidad Popular: “yo encontré que estas reivindicaciones eran muy parecidas al proyecto que se trató de instalar en 1970. Entonces para mí era muy interesante ver cómo terminó tan mal ese proyecto y cómo pretendemos que estas reivindicaciones sociales se concreten. Es como decir, ‘cuidado, que cuando una persona de la clase dirigente lo trató de hacer, miren lo que pasó’. Entonces me interesa ver cómo salimos de ese sistema y hacia dónde”.

Se trata de una obra incómoda que es apreciada de distinta forma por generaciones jóvenes y las que vivieron los ’70 y la dictadura. Se habla de balas locas, de la violencia política, de la clase política indolente hacia los problemas del pueblo y de un humor macabro, que no le cae bien a todos: “El público joven no se siente tan violentado, hay otros que se van indignados porque ven que es una obra detestable. También hay gente de derecha que se para indignada”, dice Layera. No se trata de mostrar un Allende ni una historia real, aclara. Es una ficción que busca cuestionar, básicamente, si valió la pena el proyecto de la Unidad Popular en comparación con los 17 años de dictadura: “ese es el ejercicio que no se ha hecho en este país de parte de la izquierda”, dice Layera.

¿Qué te interesaba de cuestionar la figura de Allende y la UP?
La figura de Salvador Allende me genera contradicciones, lo admiro absolutamente, a diferencia de Pinochet, de quien tengo una opinión muy clara. Y Allende también es un ícono para nosotros, entonces era preguntarle algunas cosas incómodas y descontextualizarlo. Contraponerlo con su pares de la clase política actual, que son unos tecnócratas, donde la ideología no es tan importante. También cómo la Concertación ha abusado de la figura de Allende porque a veces sirve y a veces no sirve. Entonces era ese manoseo el que me interesaba poner en escena y para mucha gente es medio violento también.Y la gracia es ir a este pasado y mostrarle este futuro: que vienen 17 años de una dictadura atroz, que viene una transición a la democracia que no es nada. Entonces es como, si Allende supiera ese futuro, a lo mejor renunciaría antes.

¿Qué ontradicciones te produce la figura de Allende?
Es que es un ejercicio doloroso. Porque preguntarle este tipo de cosas a este icono es molesto porque es como una figura intocable. En realidad es la pregunta de si realmente era viable este proyecto, que era súper bello y único, que nunca se ha hecho en la historia de la humanidad: la revolución socialista a través de la vía democrática, pacífica y desarmada. ¿Es posible? ¿Valió la pena ese esfuerzo? Lo que sí yo creo que es muy importante de Allende es que nos enseñó a tener esperanza pero cuando esas esperanzas parecían no existir. Obviamente no doy respuestas, para que cada uno se vaya con preguntas. Para que a cada uno le provoque pensamientos.

¿Por qué genera tanta incomodidad cuestionar a Allende?
O sea hay que entender que era un ser humano. Nosotros investigamos, estuvimos con personas que lo conocieron y en el estudio que hubo del personaje tampoco me interesó la representación de él. Todo lo contrario, imitar, inventar. Y cuando uno tiene una admiración profunda, uno se cierra a ciertas cosas del ser humano. No podemos negar lo bello que era el proyecto, o sea, uno lee las primeras 40 reformas y era algo utópico, fantasioso, bello. Pero parece que no tenía forma. Esto también es bueno para constatar que en ese tiempo la mitad de Chile pensaba distinto a uno y hoy en día también hay una mitad de Chile que piensa distinto a uno. Y es muy legítimo. Entonces a lo mejor en el teatro podría ser más interesante poner en duda la democracia, por ejemplo. Suena escandaloso decirlo, pero es una pregunta. Hay una mitad del país que no quiere cambios, que está muy bien con este país.

Y lo que piden hoy los movimientos sociales ¿te parece viable?
La agenda política está instalada por los movimiento sociales. Es muy revelador que el tema de la educación lo hayan tenido que poner los movimientos y no los políticos. Eso habla de nuestra clase política. Y yo creo que la juventud ya no cree en el mal menor. El escupo a Michelle Bachelet es un gran signo. Ya no existen los buenos. Cada uno tiene una yayita, algo que reprocharle, entonces ya como que no existe esa clase republicana, honesta, que quiere lo mejor para el país. Ya no existe eso.

¿Cómo es el trabajo con José Soza?
Es un cuerpo distinto, los otros actores son todos jóvenes, vigorosos. Es un cuerpo distinto, es una ideología que parece que quedó atrás, que está añeja, adormecida. Frente a estos cuerpos jóvenes, vigorosos, que le exigen que lo que le falta a su último discurso es casi que sea mas cool, que está muy dramático. Entonces ¿cómo le decís a un presidente de esa envergadura con un discurso trascendental: oiga, está muy dramático, le está poniendo mucho, tenemos que acercarnos a la gente, tiene que ser más liviano? Esa es la contraposición que a mí me interesa y que a veces es violenta para la gente.

Este fin de semana son las últimas funciones de La imaginación del futuro en Matucana 100.
Viernes y sábado a las 20:00 hrs. y domingo a las 19:30 hrs.

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