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Opinión

3 de Junio de 2013

“Bergoglio dijo que el matrimonio homosexual era un pacto con el diablo”

Llevan 36 años juntos y tres de feliz matrimonio. Tienen una hija y dos nietos que los aman. La semana pasada estuvieron en Chile para participar en la marcha contra la discriminación. Su historia es para darle urticaria al senador Carlos Larraín.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
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Fotos : Cristóbal Olivares

La madrugada en la que Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en reconocer el matrimonio igualitario, Alejandro Vanelli (64) y Ernesto Larresse (63) dormían profundamente. Un resfrío con fiebre los mandó directo a la cama. Minutos antes que el Senado aprobara por fin la nueva ley, la pareja se entregó a los brazos de Morfeo. Y dejó grabando la sesión por la tele. Pero una llamada los hizo despertar. Era el hermano octogenario de Ernesto que les daba la buena nueva: “Boludo, qué hacés. ¡prendé la tele, acaban de aprobar el matrimonio!”.

Inmediatamente, a la pareja se les pasó la fiebre. Corrieron por la casa. Se abrazaron, lloraron, gritaron. Era la noticia que venían esperando durante tres largos años. Atrás quedaban los años en que los tildaron de enfermos degenerados por exigir igualdad de derechos.

Mientras ellos celebraban en soledad, la gente se agolpó en las afueras del Congreso para festejar con champaña. Recién a las seis de la mañana, la pareja recuperó el sueño. Pero nuevamente sonó el teléfono: eran las voces de sus pequeños nietos -Lucila y Tahiel- que le gritaban “¡Bolitos, bolitos, ya se pueden casar!”. Sus vecinos, a su vez, tocaron la puerta para regalarles flores y chocolates. Todos querían felicitarlos. “Fue como una película hollywoodense. Todos nos abrazaban y lloraban de felicidad”, dice emocionado Alejandro.

A la semana siguiente, Cristina Kirchner firmaba la ley. Y se desató una locura por casarse. Un municipio mexicano prometió un viaje a Cancún, con todo pagado, a la primera pareja gay que se casara en Argentina, lo que desató una locura por ser el primero en pisar el palito. Para las organizaciones pro derechos de gay, lesbianas y trans que trabajaron por esta ley, Alejandro y Ernesto debían ser los primeros. Pues habían sido los rostros de la campaña por el matrimonio igualitario. Pero para ellos la fecha no importaba. Preferían esperar un año más para casarse. Querían hacerlo cuando cumplieran 35 años como pareja. Pero cedieron a la presión. El 30 de julio de 2010 se transformaban en la primera pareja del mismo sexo que se casaba frente un juez. Su matrimonio fue televisado casi en cadena nacional. Nadie se quería perder ese hito. Una pareja quiso aguarles la fiesta y se les adelantó a la hora de casarse. Pero poco importó. Nadie les pudo quitar el título de los primeros.

La fiesta de boda, fue otro tema. La pareja prefería algo sencillo, con pocos invitados, pero nada de eso ocurrió. La ocasión ameritaba tirar la casa por la ventana. Todo el mundo quiso ser parte de la primera boda gay. Y armaron una “fiesta sponsorizada” para 700 invitados que incluyó alfombra roja, comida y bailes a destajo, y una gigantografía de los recién casados cuando los declararon “marido y marido”. De esta manera, se cerraba un círculo que habían iniciado el 13 de junio de 2007 cuando recibieron una respuesta negativa a sus deseos de legalizar el vínculo en un registro civil bonaerense.

36 años juntos

Alejandro Vannelli y Ernesto Larresse llevan más de la mitad de sus vidas juntos. Se conocieron en el Teatro Estrellas, en Buenos Aires, pocos meses antes que se desatara el golpe militar en
Argentina, en 1976. Alejandro era mánager de artistas y Ernesto, un reconocido actor. El flechazo no fue de inmediato. La sensación de ambos fue de rechazo. No se soportaban. Ernesto encontraba a Alejandro como un niño bien, altanero, de familia acomodada y más encima con ideas de centro derecha. “No me cayó bien, para nada. Era todo lo contrario a mí, una persona de nivel más bajo”, dice. Alejandro tenía los mismos prejuicios. Pero le echó el ojo. “Yo lo encontraba guapo y pensé que podríamos tener una especie de touch and go, algo pasajero, pero nada más”, confiesa Alejandro. Pero a los pocos días empezaron a hablar más seguido en medio de los ensayos. “Me cayó bien, reparé que tenía ojos celestes y empecé a ver otras cosas que antes no le veía”, dice Ernesto. Y pincharon. Pero no pasó a mayores. Alejandro se fue unos meses a Europa y el Golpe lo pilló allá. Y siguió pensando en un antiguo amor que lo había dejado muy mal.

Ernesto siguió con su vida, pero todo cambió con el regreso de Alejandro al país. Una noche, Alejandro fue a ver la obra en la que participaba Ernesto y cuando terminó lo fue a visitar a su camarín. “Me tocó el hombro, me doy vuelta y lo encontré tan guapo. Uf, qué guapo qué está, me dije. Venía todo bronceado. El verano europeo le había hecho tan bien. Se había dejado crecer el pelo, la barba”. Salieron a comer y luego se fueron para la casa de Alejandro. “Llegué con mi cepillito de dientes, mi bolsa de ropa y nunca más me fui”, dice entre risas. Ese fue el comienzo de una larga relación que ya va para los 37 años.

Sus familias nunca les preguntaron sobre su relación. Tampoco ellos se ocultaron. “Vivíamos en la misma casa, dormíamos en la misma cama matrimonial, usábamos la misma ropa, íbamos a las fiestas familiares juntos. No llevábamos novia ni nada. Éramos nosotros. Si había curiosidad de amigos o de la familia que no supiera, no teníamos ningún problema de decirles ‘sí, somos pareja, nos amamos y qué’”. La hija de Alejandro, fruto de una antigua relación, los apoyó desde el principio. Para ella, Ernesto es un padre. Los nietos también los aceptan. De hecho, fueron de los primeros en llamarlos para decirles “bolitos, ahora se pueden casar”.

Hasta el 2007, eso sí, mantuvieron su relación alejada de la prensa. Como ambos son reconocidos en el ambiente artístico, no querían dar a conocer su historia. Fue recién el 2007 cuando decidieron salir del clóset públicamente. El periodista Bruno Bimbi, militante de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FALGTB), andaba buscando rostros para participar en una campaña a favor del matrimonio igualitario. Se acercó a Alejandro- sin saber que era gay- buscando que lo ayudara a conseguir respaldo entre los famosos. Al poco rato conversando, salió el tema y Alejandro le contó que llevaba más de 30 años conviviendo feliz con otro hombre, que tenían una hija, nietos, es decir, una familia. Fue en ese entonces, que el periodista les propuso lanzarse a la piscina. “¿No te gustaría que con tu pareja fueran los primeros en ir a pedir hora al registro civil?”. La idea de Bimbi era iniciar con ellos una movida mediática, para poder movilizar el proyecto de ley de Matrimonio Igualitario que descansaba en el Congreso desde hacía ya un par de años.“Que tuviéramos hija, nietos, ¡familia!, nos convertía en un caso poco frecuente y atractivo para la prensa”. Bimbi le dio 24 horas para pensarlo. Alejandro y Ernesto nunca tuvieron planes de casarse. Ambos no comulgaban con esa idea. Pero, luego de no pegar una pestaña en la noche, dijeron “por qué no, total nos dirán que no, jajaja”. Luego de un “tsunami emocional” tomaron la decisión de presentarse, hacerse cargo y subirse al tren del proceso que se estaba gestando. A partir de allí, no pararon. Se transformaron en el rostro visible de una campaña que movilizó a todo un país.

La guerra con dios

En su lucha para reconocer el matrimonio igualitario, Alejandro y Ernesto debieron aguantar que senadoras los trataran de “degenerados y enfermos”. Y escucharon una decena de argumentos, sin ningún fundamento, que rayaban en el absurdo. “Hubo una senadora (Liliana Negre de Alonso) que viajó por todo el país buscando gente no partidaria al matrimonio y obviamente se juntó con puros obispos y a una de las conclusiones que llegó fue que con el matrimonio igualitario habría ¡tráfico de semen! Una boludez. Otra senadora, Chiche Duhalde, salió diciendo que iba a venir gente de todo el mundo a llevarse a nuestros niños”.

Cosas sin ninguna base.
A: Salen con el argumento de que la familia se disolverá o que el país no está preparado. Eso no es verdad.
¿Cómo es?
A: Ahora en julio se cumplen tres años del matrimonio igualitario y no se ha disuelto ninguna familia que no se iba a disolver por sí misma. De hecho, tras la aprobación hubo una fiebre por casarse tanto en heteros como en gays. Obviamente, han habido divorcios, pero es lo normal como en todos los matrimonios que no resultan. Hay gente que simplemente no está preparada para casarse. Pero eso pasa con los gays, con los heteros, con las lesbianas.

Bergoglio, en su calidad de cardenal, maldijo el matrimonio homosexual.
E: Decía que esto era un guerra de dios y que el matrimonio homosexual era un pacto con el diablo
A: Bergoglio es una persona muy inteligente, muy político, muy capaz. Sin embargo, durante el proceso por la aprobación de la ley, hizo declaraciones como la que mencionas que le jugaron políticamente en contra. Por pensar, no por él, sino a través del dogma al que adscribe, se equivocó. Aunque no estuvo solo en esa cruzada: también lo acompañaron acólitos de otras sectas. Conocida es la homofobia de evangelistas, judíos, musulmanes o budistas solo por nombrar las principales. Es entendible que él esté en contra del matrimonio para personas del mismo sexo, pero la verdad es que no puede declarar una guerra. Él debería estar a favor de la paz, la unión, pero no de la guerra.

El lobby de Bergoglio debe haber sido heavy…
E: Sí, pero le jugó en contra. Fue negativo.
A: De hecho, su campaña nos sirvió.

¿Por qué?
E: Fue como un boomerang. Los que faltaban para aprobar la ley, se dieron vuelta a favor.
A: Al ver sus comentarios, la gente dijo “no puedo estar al lado de una persona que dice que esto es una guerra de Dios”. Se hizo un poco de sentido común y sensatez. Al final, sus palabras se desinflaron. Mientras más hablaba, más se enterraba.

¿Qué les parece que ahora sea Papa?
E: No nos sorprende. La Iglesia es homofóbica. Y tiene que tener a alguien como él.
A: Ahora tenemos la idea de pedirle que nos reciba y decirle que la homosexualidad no es una enfermedad.

¿Creen que los reciba?
E: Si conseguimos el matrimonio igualitario, esto no es nada. Queremos que nos reciba y pedirle que la Iglesia acepte la homosexualidad como algo común. O, por último, para que dejen de decir que somos los enviados del diablo, los enfermos, y terminen con ese discurso.

¿Con qué otras trabas u obstáculos se encontraron en su lucha?
A: El mayor obstáculo fue la inconsciencia. Es decir, la falta de información realista y despojada de dogmatismos y preconceptos. Eso fue lo más difícil. Cambiar paradigmas, siempre lo es. Y seguimos trabajando para eso, porque si bien la ley produce en sí misma un cambio en la mentalidad colectiva, no es suficiente para generar una nueva forma societaria de pensar. Seguirá habiendo mentes cerradas y obtusas -como los asesinos de Zamudio- que intentarán volver a lo anterior, pero están perdidos: el proceso evolutivo es irreversible.

Cristina y Chile

Cristina Kirchner se la jugó por el matrimonio homosexual.
E: Cómo no estar con un gobierno que nos puso en igualdad como ciudadanos. A Cristina la amamos.
Ahora salieron acusaciones de lavado de dinero. Lanata salió mostrando una bóveda donde ella guardaría los millones ilegales.
A: Ésa es una típica operación de prensa en época de elecciones. Rascan el fondo de la olla y buscan desestabilizar porque no se les cae ni una idea… o lo que es peor: las ideas que se les caen son más de lo mismo. Por último, no creemos que la opinión de Lanata sea importante. No tiene autoridad ni credibilidad para nosotros. Ha dejado mucha gente en la calle con su diario Crítica y hasta ahora, que recordemos, todas sus acusaciones jamás han sido comprobadas. Queremos destacar que con Cristina y Néstor, hemos recuperado el orgullo de ser argentinos y latinoamericanos. Y aunque alguna de estas acusaciones fuese cierta, nadie nos podrá quitar algo que ellos nos dieron: un cambio de paradigma que hizo más igualitario, más independiente y más feliz a un pueblo.

Ustedes siempre exigieron el matrimonio igualitario. Nunca quisieron la Unión Civil.
A: “Los mismos derechos y con los mismos nombres”, fue una de las banderas. Esto significa que una sociedad moderna y evolucionada, no puede tolerar el apartheid. Los impuestos se llaman igual para todos y cuando cumplimos con nuestras obligaciones no nos preguntan con quién nos acostamos. Lo mismo debe suceder en el plano de los derechos. No hay que confundir el concepto que pueda ponerle tal o cual secta porque no se trata de un tema religioso. Estamos hablando exclusivamente de derechos humanos civiles. No tiene ninguna connotación -o al menos no debe tenerla- con las creencias religiosas de cada uno. Ponerle otro nombre al mismo derecho es como decir que todos somos iguales ante la ley, pero algunos son más iguales que otros.

Entonces, no están de acuerdo con el Acuerdo de Vida en Pareja que se tramita en Chile.
A: No. Son matices pero no es el punto final. Es un paso. Hay que ir por más.

Llama la atención que algunos políticos digan sí a la unión civil, pero no al matrimonio gay
A: Y sabes por qué. Si tuvieran el mismo nombre, con los mismos derechos, serían iguales. Entonces, no quieren que seamos iguales.
E: No quieren parecerse a los homosexuales. Quieren sectorizar a la gente. No entienden que la sexualidad es una sola y tiene todos los colores del arcoiris.

Más allá de eso, ¿cómo ven a Chile respecto al tema del matrimonio homosexual?
A: Cada vez que volvemos, vemos a la sociedad chilena un poquito menos pacata y más liberada, dicho esto en el mejor sentido: cuando se sigue caminando después de haber dejado en el piso la maleta de los prejuicios, se camina más liviano. Observamos que el ciudadano de a pie está mucho más preparado para los cambios, de lo que están los políticos. Y siempre sucede así, acá, allá y en China. Hay que despertarlos y hacer que entiendan que están solo para servir a su comunidad. Creo que para Chile, la pregunta no es sí va a salir la ley, sino cuándo va a salir. Lo importante es que el proceso empezó y solo es cuestión de tiempo y esfuerzo. Nada muy difícil.

Luego de aprobar el matrimonio igualitario, ¿Cómo ha cambiado la sociedad argentina?
A: La gente se siente más libre. Nos sorprendió gratamente, la cantidad de personas que luego de expresarnos que “no soy gay”, nos decían que se sentían mucho mejor desde que existe la ley, con más libertad y más capacidad de amor al prójimo. Vivimos situaciones muy emocionantes cuando familias enteras, matrimonio con niños, se acercaban a felicitarnos o a abrazarnos o a sacarse una foto con nosotros.

Se respira otro aire.
A: Todo el mundo se siente mejor y más feliz porque no hay que olvidar que las personas LGBT, también tenemos, padres, hermanos, primos, tíos, amigos y conocidos que sufren y se alegran por nuestras cosas como nosotros por las de ellos. Entonces, alguien que es feliz porque recuperó un derecho, también hace feliz a su entorno y eso es invalorable.

La libreta erotizante

¿Por qué no querían casarse ustedes?
E: Abomino del instituto matrimonio. No me parece algo natural. Me parece una cosa inventada por el hombre muy contranatura. Pero hicimos el sacrificio de casarnos por un tema de militancia, para que la sociedad esté mejor. En el sentido, que no haya gente que sea considerada de segunda clase, sino que tengamos todos el estatus de ciudadanos de primera, porque los homosexuales en la Argentina, como en la sociedad chilena, no teníamos ese mismo derecho. En aras de eso, lo hicimos.
A: No lo habíamos pensado. Bueno, Ernesto dijo una frase famosa cuando le preguntaron ¿por qué después de 34 años te casás? ¿por amor o qué?

¿Qué respondiste?
E: Que me casaba por dinero. Porque por amor ya estamos 34 años juntos. No necesito a ningún juez, ningún cura, ningún rabino, que me venga a autorizar nada, ni a dar su bendición, porque el amor es suficiente para unirnos.
A: Y la familia está establecida. No nos casamos por amor, sino para regularizar una situación económica y para que también nuestra hija y nietos tengan la cosa organizada legalmente, nada más.

¿Cuánto les ha cambiado la vida estando casados?
E: La libretita roja nos erotizó bastante. Parece que es verdad que tiene ese no sé qué. Como que nos hizo sentir distintos, como de novios otra vez.

¿Se les pasó la idea adoptar hijos?
A: No, estamos grandes. Y siempre decimos que el momento más feliz es cuando llegan los nietos y el otro cuando se van, jajaja.
E: No estoy para cambiar pañales. Si esto nos hubiese agarrado a los 30, quizás sí. Pero así estamos bien.

¿Cuál es la receta para llevar tantos años juntos?
A: Él para mí es lo primero, pero no lo único. Y del otro lado igual.
E: Respetamos mucho el mundo del otro. Hay cosas de él que no sé y que no quiero saberlas. Él tiene su mundo y yo el mío. Si quisiera podría entrar, pero no me interesa saber más. Lo otro es el humor. Yo me sigo divirtiendo con él, como el día que lo conocí, con sus ocurrencias y sus payasadas.
A: Y elegí bien: en 37 años, mirá, lo guapo que está. Tengo muy buen ojo.

¿Algo más que quieran agregar?
A: Un consejo nada más. En Argentina, nos decían que no íbamos a lograr nada. Y mirá tú.
E: Y a los políticos que se oponen, el mensaje es que no tengan miedo. Todo será para mejor. No hay que tener miedo que ciertos grupos sociales accedan a más derechos. No hay nada de qué temer.

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