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Poder

1 de Julio de 2013

El Longueirazo: cómo se impuso en la derecha, contra todo pronóstico, el candidato del “chencho chochial”

Sorpresa y euforia hubo en la UDI al constatar el inesperado triunfo en las elecciones primarias del ex ministro de Economía, Pablo Longueira. El postulante derrotó al favorito del sector, Andrés Allamand, y aunque Bachelet prácticamente duplicó la votación de los dos candidatos aliancistas, en la derecha confían en que Piñera podrá traspasarle el 40% de respaldo del Gobierno. Los ministros comenzaron la misma noche a hacer campaña.

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Más de una vez, la mañana del domingo, el candidato presidencial de la derecha, Pablo Longueira, se asomó a saludar desde la terraza del hotel Cap Ducal -ubicado al frente de la sede gremialista- tras desayunar con sus partidarios y su familia en el recinto.

El ánimo, en ese minuto, apenas daba para sonreír: en la UDI y en el comando del presidenciable se asumía una casi segura derrota frente al RN, Andrés Allamand, que llevaba cinco meses de ventaja en campaña. Aún así, había espacio para bromas: cerca de las 10.30 el jefe de comunicaciones de Longueira, Gonzalo Cornejo, recibió una llamada del generalísimo, Joaquín Lavín: “Pablo está en el balcón…Oye, huevón, si es el mismo día supongo que no será yeta, ¿cierto?”, le comentó al ex ministro en alusión a la fallida celebración que planificó Pablo Zalaquett en las municipalidad de Santiago.

Contra todo pronóstico, 11 horas después Longueira, ya triunfador, se asomó al balcón de la casona UDI, sonriente y con una botella de champaña: la suerte había estado de parte del ex ministro de Economía y la celebración en el “partido popular” -al que llegaron casi todos los ministros de gobierno- era una mezcla de euforia y sorpresa.

El pueblito se llama Las Condes
“Estamos mal, a cruzar los dedos”, fue la frase que al mediodía se escuchó entre los integrantes del equipo longueirista. Al acompañar a votar a la esposa del ex ministro, Cecilia Birkamn, la Chichi, los miembros del comando constataron que la convocatoria a las primarias era mucho mayor a la esperada -cerca de tres millones de personas- y Allamand había instalado con éxito la tesis de que entre más gente votara, peor sería el resultado para la derecha dura. Sólo cabía rezar.

El presidente del partido, Patricio Melero, que se jugaba la continuidad en el cargo, intentaba rebajar la factura que, se sabía, le iba a llegar si Longueira fracasaba. Bajo su conducción había caído como abanderado, a fines de abril, Laurence Golborne y sufrir ahora una derrota, obligaba a asumir el costo: “la UDI cuando va a estar realmente puesta a prueba va a ser en las parlamentarias”, afirmaba intentando esquivar el posible remezón.

Durante la tarde, con más dudas que esperanzas, los dirigentes de la tienda comenzaron a reunirse en Suecia 286. En el primer piso, los militantes. En el segundo, el núcleo duro: la directiva, Cristián Leay, Jovino Novoa, entre otros. El candidato estaba en la casa de sus padres, que celebraban el aniversario matrimonial, y no pretendía llegar a la colectividad hasta estar seguro de cuál era la tendencia electoral.

En contraste, en Renovación Nacional se había preparado un escenario -con la bandera chilena de fondo- para celebrar. En un par de ocasiones, los líderes partidarios de Antonio Varas comentaron que tal vez era “muffa” el triunfalismo instalado. Pasadas las 18.30 horas comenzaron a constatar que el temor era fundado.

A esa misma hora, en la UDI los rostros empezaron a cambiar. Primero, porque no había en ningún resultado preliminar 12 puntos de diferencia con Allamand, como habían indicado sondeos previos; luego, porque la diferencia se hizo cada vez más estrecha, hasta que en el tercer cómputo online del Registro Electoral, Longueira se puso arriba, pero por pocos votos. La euforia estalló. En rigor, la candidata opositora, Michelle Bachelet, en la práctica los duplica (más de un millón y medio de sufragios frente a 800 mil de los dos postulantes de la Alianza sumandos) y la contienda para noviembre se perfila más que difícil, pero ninguno de esos cálculos importaba en ese minuto. La única batalla relevante ayer era la del bloque y por lo mismo, en la segunda planta, se sacaron botellas de whisky y cuando se contabilizaron los votos en Santiago Oriente, y la diferencia con Allamand se hizo definitiva, Leay bajó, vaso en mano y sonrisa en el rostro, a reafirmar lo que ya era sabido: Longueira era el candidato de la derecha con el 51,37% de las preferencias.

Al poco rato, Novoa también descendió: “Era muy difícil. Hicimos un trabajo importante en terreno y una campaña poderosa. Nunca creí en las encuestas”, aseveró.

La balanza la inclinó, contrario a toda teoría política, Las Condes. En esta comuna, votó el 42% del electorado, más incluso que en las municipales, y el sufragio de élite, que se creía era de Allamand, benefició a Longueira y terminó siendo decisivo. De forma extraña, la UDI perdió, por ejemplo, en la región del Bío Bío -donde tiene una alta representación parlamentaria- lo que fue atribuido a los conflictos internos del gremialismo en la zona.

Pasadas las 21.00 horas, ya con los resultados consolidados, Longueira arribó a la casa partidaria, entre vítores, afirmó que “es posible un Chile más justo”, descorchó champaña, y recibió el tibio saludo, sin cámaras, en un pasillo de la sede, de su rival, Allamand, quien nunca había estado tan cerca de ser presidenciable del sector y que resintió el feroz golpe atribuyendo la responsabilidad al sector ABC1.

La derrota inesperada de Allamand

A principios de abril, cuando Golborne aún era la carta de la UDI, Allamand hizo una jugada maestra. Aseveró que sondeos internos de la Alianza lo daban por empatado con el ex titular de Obras Públicas. En pocos días, sin mostrar ningún papel, su teoría se dio por cierta. Por lo mismo, cuando se conoció el fallo de Cencosud y luego la existencia de un compañía en un paraíso fiscal, la UDI se operó sin anestesia del rostro del rescate minero. Fue un triunfo del otrora titular de Defensa.

Entonces llegó el momento de Longueira y los estudios de opinión, admitían en privado en la UDI, esta vez sí estaban con Allamand: 12 puntos arriba, confesaban reputados líderes gremialista, aunque se hacía la precisión de que en las municipales las encuestas habían sido un desastre y que, por lo tanto, aún no estaba nada escrito.

La verdad es que esto último no lo creía nadie. A regañadientes, se daba por sentado que Allamand sería el candidato que enfrentaría en noviembre a Bachelet. “Vota para ganar” era la consigna y el rugbista, que había mordido el polvo en otras elecciones, se preparaba sin disimulo para su revancha de la mano de su esposa, Marcela Cubillos, quizás la más jugada de todo su equipo y, por lo mismo, quien más lloró por el fracaso. Si alguien se había preparado toda la vida -desde el colegio- para postular a La Moneda, ése era Allamand, y ahora, que estaba a un paso de lograrlo,¿qué podía salir mal?

En La Moneda la hipótesis, según altas autoridades consultadas por The Clinic Online, es que la ansiedad le jugó en contra al postulante RN. La presión por sacar a Luciano Cruz-Coke del gabinete forzó la salida de Joaquín Lavín -muchas veces derrotado, pero nunca muerto-, quien “ordenó la campaña y reforzó el terreno y en dos semanas dio vuelta la elección”.

El autor de La Travesía del Desierto mordió el polvo y quedó con la sangre caliente: “Ganamos en las comunas más populares y emblemáticas de Santiago. Lamento que mi mensaje no haya llegado a la gente de Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea”, afirmó en un discurso poco conciliador en la casona de Renovación. Tras ello, hizo una visita exprés a Longueira a la UDI y después se retiró, por la puerta trasera, tal como lo hizo Golborne dos meses antes, cabizbajo y sin hacer más declaraciones.

El aterrizaje del Gobierno
Mientras Allamand partía, Magdalena Piñera subía rauda, junto a la jefa de prensa del Presidente, Carla Munizaga, al segundo piso de la UDI a coordinar el desayuno que brindara esta mañana el jefe de Estado en su hogar al candidato ganador.

En la sala de prensa, en tanto, Longueira recibió al ministro de Interior, Andrés Chadwick, y a los ministros que acudieron, junto a la directiva de Renovación, a comprometer su respaldo. “La prescindencia duraba hasta tener un candidato único, siempre lo dijimos”, aseguró la portavoz Cecilia Pérez, dando cuenta de la nueva fase en que el gobierno pretende traspasar, a través del trabajo en la calle de sus ministros durante los fines de semana, el 40% de respaldo al abanderado derechista.

Al final de la jornada, cerca de las 23.00 horas, Longueira hizo sus últimas declaraciones. Afirmó que Golborne lo había felicitado y que con eso, por ahora, bastaba, sin detallar si se va a integrar o no su a comando; aseveró que entendía el difícil momento de Allamand y que, por lo mismo, no haría un tema de lo informal del saludo de felicitaciones, aunque recalcó que no había triunfado sólo por el voto elitista; y hasta se dio tiempo de agradecer la imitación de Stefan Kramer que, dijo, le ayudó a dar un último impulso: “Cada cosa tiene su aporte, así es que también agradecer a Kramer que nos dio un momento de alegría, porque cuando lo vi me morí de la risa, y aunque no fui su mejor imitado, hay que reconocer que tiene un talento espectacular”, dijo el candidato del “chencho chochial” que se impuso a contracorriente y que reafirmó aquello de que “nunca he perdido una elección”.

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