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Mundo

4 de Julio de 2013

Por qué EE.UU. no dice que hubo golpe en Egipto

Se dice que tuvo todas las peculiaridades de un golpe. Pero que no fue un golpe de Estado. Otros lo llaman “una intervención popular” o “la segunda parte de la revolución”. Lo que muchos se preguntan es: ¿cuándo un golpe no es un golpe? Lo cierto es que los últimos hechos que han sacudido a […]

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Se dice que tuvo todas las peculiaridades de un golpe. Pero que no fue un golpe de Estado.

Otros lo llaman “una intervención popular” o “la segunda parte de la revolución”.

Lo que muchos se preguntan es: ¿cuándo un golpe no es un golpe?

Lo cierto es que los últimos hechos que han sacudido a Egipto dejaron a las grandes potencias -Estados Unidos y la Unión Europea- tratando de encontrar cómo responder ante la decisión de un aliado (las fuerzas armadas egipcias) de destituir a un presidente democráticamente elegido (el ahora derrocado expresidente Mohammed Morsi).

Tras guardar lo que muchos describieron como “un sospechoso silencio” el miércoles, el presidente Barack Obama hizo una declaración en la que expresó su “profunda preocupación” por las acciones del Ejército. Pero nunca usó la palabra golpe.

Y el ministro de Relaciones Exteriores británico, William Hague, se mostró igualmente cauteloso cuando dijo que los hechos en Egipto habían sido “una intervención militar en un sistema democrático” pero agregó que ésta “fue una intervención popular”.

Ayuda militar

Los hechos han dejado al presidente Barack Obama, y a sus aliados europeos, en una encrucijada: por un lado están los esfuerzos en los que están involucrados para promover la democracia en el Medio Oriente.

Del otro lado están los U$1.500 millones de dólares de ayuda que Washington envía cada año a Egipto -más US$1.300 de éstos para las fuerzas armadas- según indica el Tablero de Datos de la Ayuda al Exterior del Departamento de Estado de EE.UU.

Según un informe publicado en junio de 2013 por el Servicio de Investigación del Congreso, Estados Unidos ha otorgado a Egipto, desde 1948, US$72.000 millones de ayuda. Y, según el documento, US$42.000 millones han ido a las Fuerzas Armadas.

Desde 1979, Egipto ha sido el segundo mayor receptor de ayuda bilateral de Estados Unidos, después de Israel.

Tal como señala el autor del informe, Jeremy Sharp, “los hacedores de política estadounidenses rutinariamente han justificado la ayuda a Egipto como una inversión en la estabilidad regional, pero particularmente en asegurar la cooperación militar y en mantener el tratado de paz firmado en Camp David entre Egipto e Israel en 1979”.

Lo que está en juego

Según el documento “la administración y el Congreso tienen varios intereses en juego en Egipto, además de ciertas palancas de influencia”.

Estos intereses incluyen mantener el acceso de la armada estadounidense al Canal de Suez y mantener el tratado de paz Israel-Egipto de 1979. En otras palabras, mantener la estabilidad en la región.

El informe del Congreso estadounidense menciona asimismo temores de que el (ahora depuesto) presidente Morsi, y su Hermandad Musulmana, “decidan no cooperar con Estados Unidos en ciertos asuntos de seguridad y económicos” o que “su gobierno actúe de forma no democrática, o que sea más beligerante con Israel, o limite su cooperación con Estados Unidos en asuntos vinculados a inteligencia y terrorismo”.

Ante estos temores, agrega el documento “algunos legisladores y ciudadanos estadounidenses están preocupados porque la continua ayuda militar de Estados Unidos y sus ventas de armas (a Egipto) algún día puedan ser utilizadas por un gobierno y un ejército que estén controlados por fuerzas islámicas hostiles a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos y a la paz con Israel”.

Para este efecto, el Congreso exigió, en 2012, cuando Morsi asumió el poder, la aprobación de una provisión que especificaba que “no deben otorgarse fondos a Egipto hasta que el secretario de Estado certifique que Egipto está apoyando la transición a un gobierno civil, incluida la participación en elecciones libres y justas y la implementación de políticas para proteger la libertad de expresión, asociación y religión y las garantías del derecho a un juicio justo”.

En efecto esto significa que si Estados Unidos declara que la destitución de Morsi fue “un golpe”, la legislación exige suspender los US$1.500 millones que le envía a El Cairo cada año.

¿Golpe o no?

Una etiqueta de “golpe de Estado”, además, no sería una buena tarjeta de presentación para los esfuerzos del presidente para promover la democracia en Medio Oriente.

Soldado egipcio 

Pero ¿fue un golpe de Estado? Aún cuando la oposición al ahora destituido presidente Morsi, era ya insostenible, es un hecho que fue un líder democráticamente elegido.

Tal como señala Edgard Jallad, editor del servicio árabe de la BBC, “estos hechos tuvieron todos los tecnicismos de un golpe. Pero no se le quiere presentar como un golpe porque ocurre en un contexto muy peculiar del cual no se tienen precedentes”.

“Egipto está tratando de practicar la democracia. Y no se puede practicar la democracia en unos cuantos meses”.

Según Jallad, es cierto que las elecciones de 2012 fueron vistas como justas y libres, pero “la gente reclama ahora que cuando éstas se llevaron a cabo las alternativas eran muy limitadas, después de casi 40 años del régimen de Mubarak”.

“Creo que lo que ha ocurrido hasta hoy puede ser algo positivo para Egipto. Porque se está dando otra oportunidad al país de reintegrarse al proceso de la transición democrática”.

“Sin embargo, es cierto que muchos en la región ven con sospecha la estrecha relación de Estados Unidos con las Fuerzas Armadas. Y también es cierto el papel clave que juega el ejército en la política del país”.

“Lo importante ahora, no es debatir si es un golpe o no, sino observar si los militares siguen al pie de la letra el proceso democrático que han prometido. Estados Unidos también estará vigilando muy de cerca”, señala Edgard Jallad.

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