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Mundo

9 de Diciembre de 2013

Volcanes, tifones, terremotos y naufragios se ensañaron con Filipinas en 2013

Las catástrofes, en forma de volcanes, tifones, terremotos y naufragios, se ensañaron en 2013 con los habitantes del archipiélago filipino, causando miles de muertos, millones de damnificados y pérdidas onerosas. Los infortunios empezaron el 7 de mayo, con una explosión freática del volcán Mayón, que lanzó una nube de ceniza y rocas y mató a […]

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Las catástrofes, en forma de volcanes, tifones, terremotos y naufragios, se ensañaron en 2013 con los habitantes del archipiélago filipino, causando miles de muertos, millones de damnificados y pérdidas onerosas.

Los infortunios empezaron el 7 de mayo, con una explosión freática del volcán Mayón, que lanzó una nube de ceniza y rocas y mató a una turista española, tres alemanes y el guía filipino del grupo que se encontraba cerca del cráter.

Al mes siguiente, la tormenta tropical Emong recordó a los filipinos que había comenzado la estación de los tifones y causó el desplazamiento de cerca de 100.000 personas en el sur del país.

El tifón Utor, la colisión de un transbordador con un buque y la tormenta tropical Trami se sucedieron en agosto con un saldo de 138 muertos y dos millones de desplazados.

El hecho de que el buque mercante implicado en el naufragio perteneciese a la empresa “Sulpicio Express” recordó a los filipinos el hundimiento del “Doña Paz” en 1987, de esta misa compañía y en el que perecieron 4.317 personas, el mayor siniestro de la historia de la navegación comercial.

En octubre se produjo un terremoto de magnitud 7,2 grados que sacudió la región central del archipiélago y mató a 215 personas y causó 3,2 millones de damnificados.

Cuando el país aún no se había repuesto al destructivo seísmo, se presentó el 8 de noviembre el tifón Haiyan, el más intenso de los registrados y que dejó localidades completamente devastadas y al menos 7.500 muertos y desaparecidos, así como más de 4 millones de desplazados.

El impacto del huracán, con vientos de más de 300 kilómetros por hora, tuvo tal envergadura que no fue hasta 36 horas después de su paso cuando se lograron transmitir las primeras informaciones sobre la devastación que había ocasionado y las miles de personas que habían muerto ahogadas por el ascenso del nivel del mar.

Las zonas más dañadas fueron las islas de Leyte y Samar, hogar de más de 3,6 millones de personas que habían quedado incomunicadas.

Los preparativos de las autoridades fueron en vano, como reconoció a Efe la coordinadora humanitaria de la ONU en Filipinas, Luiza Carvalho, ya que la subida de la marea causada por el tifón, que en algunas zonas llegó a ser de 10 metros, arrasó todo lo que encontró por delante.

A pesar de la situación en Leyte y Samar, donde cientos de miles se habían quedado sin hogar y no tenían acceso a alimentos ni a agua potable, y los cadáveres se acumulaban en los laterales de las escasas calles transitables, la mayoría de la ayuda humanitaria tardó más de una semana en llegar.

“Honestamente, creo que nadie se esperaba algo así. Fue apabullante”, afirmó Carvalho en referencia a las numerosas críticas que ha recibido la respuesta humanitaria al desastre de Filipinas.

Mientras miles de personas intentan huir de la zona afectada por carretera, mar o aire, los equipos de rescate filipinos y numerosas organizaciones de ayuda intentaban llegar a los damnificados, pero el pésimo estado de las infraestructuras, que habían quedado muy dañadas, dificultó en gran medida los traslados.

“Estamos extremadamente frustrados. Este es el sexto día y aun no hemos podido llegar a todos los damnificados”, declaró la jefa humanitaria de la ONU, Valerie Amos, a Tacloban, una de las localidades más afectadas.

El Gobierno fue muy criticado por la desorganización y la lentitud en la respuesta, causada, según las autoridades, porque en los primeros días no conseguían contactar con los responsables del área más afectada, que se había quedado sin red telefónica y sin electricidad.

La oposición filipina denunció la falta de preparación de las autoridades que deberían contar con más medios, teniendo en cuenta que entre 15 y 20 tifones visitan cada año Filipinas, aunque en 2013 su número ascendió a 25.

Según el medio local Rappler, el Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Riesgo de Desastres carece de teléfonos satélite, tiendas de campaña o generadores para cuando ocurre una catástrofe natural.

Finalmente, y con el apoyo destacado de los militares estadounidenses, las agencias nacionales e internacionales y las ONG consiguieron desplegar en las áreas afectadas a más de 35.400 expertos y cooperantes, así como 1.300 vehículos, 112 embarcaciones y 162 aeronaves.

En total, el Haiyan afectó a más de 11,2 millones de personas, de los que alrededor de 4,6 millones se vieron desplazados, y destruyó por completo unas 600.000 viviendas.

El Gobierno aún recaba datos sobre los daños a la agricultura y la infraestructura, que asciende por ahora a más de 35.200 millones de pesos (802 millones de dólares o 590 millones de euros).

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