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Cultura

28 de Enero de 2014

Joan Báez: “Obama debería pedir disculpas por lo que hizo EEUU en América Latina en los 70”

Marzo será la segunda venida a Chile de la cantautora y activista Joan Baz. La primera vez, en dictadura, tuvo que cantar escondida en una parroquia en Ñuñoa. “Una de las cosas más increíbles que he hecho en mi vida fue cantar en esa iglesia y tener a esos otros músicos acompañándome, aún sabiendo que la policía estaba fuera, ganándoles esa batalla con música”, recuerda.

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A pesar de que no viene a Chile hace 33 años, la cantante norteamericana, Joan Báez, recuerda como si fuera ayer su actuación en la parrroquia Santa Gemita de Ñuñoa en 1981, cuando la dictadura de Pinochet le prohibió tocar públicamente para todos sus seguidores en nuestro país. Al teléfono desde Estados Unidos, Báez dice que está muy emocionada con los conciertos que dará el próximo 14 y 15 de marzo en el Teatro Caupolicán, los que le permitirán saldar esa deuda de más de tres décadas.

La artista emblema de la canción de protesta en los ’60 y ’70 en EEUU, a sus 73 años, sigue preocupada de los Derechos Humanos y de los artistas que se convirtieron en un ícono de lucha en esos duros tiempos. Por eso, cuando recuerda uno de sus discos titulado “Gracias a la Vida”, en homenaje a Violeta Parra, dice categórica: “Se ha convertido en un himno, ya dejó de ser solo una canción. Es conocida en todo el mundo”.

En esta entrevista, Joan repasa su carrera, su cercanía con la Nueva Canción Chilena y los múltiples atentados que sufrió a lo largo de su vida artística, como el bombardeo que aguantó en Vietnam en un búnker hasta las amenazas de muerte de un desconocido en la Argentina de los años 80.

Joan, tu último disco salió hace casi cinco años, ¿qué has hecho durante este tiempo?
-Bueno, algunas cosas se me vienen a la cabeza. Mi madre estaba en sus 90 años y yo ayudé a cuidarla hasta que cumplió 100, cuando murió. Eso fue este año (2013), en abril. Y además he estado pintando en acrílico. Empecé hace dos años y estoy muy emocionada con eso y mi sensación ahora sobre volver a grabar es que en esta etapa de mi carrera volveré a grabar solo si tengo una idea fantástica, pero no voy a hacer un disco simplemente por hacerlo.

No has vuelto a Sudamérica desde 1981, ¿qué esperas de tu retorno después de todo este tiempo?
-No sé qué esperar. Si no vas a un país por un largo tiempo hay dos opciones: o se olvidan de ti o te conviertes en algo realmente importante, jajaja. Espero que este sea un tour exitoso y tener la oportunidad de agradecerle a tanta gente en Latinoamérica.

En Chile tuviste que tocar en la Parroquia de Santa Gemita, en Ñuñoa, por la prohibición de la dictadura de Pinochet. Según los archivos el lugar estaba rodeado de policías mientras estabas actuando…
-Fue una visita extraordinaria, como seguro sabrán. Una de las cosas más increíbles que he hecho en mi vida fue cantar en esa iglesia y tener a esos otros músicos acompañándome, aún sabiendo que la policía estaba fuera, ganándoles esa batalla con música. Fue un momento maravilloso. Recuerdo escuchar que nos advertían que no cantáramos, de lo contrario la policía entraría. El hacer caso de ello fue lo único que mantuvo a la policía fuera de la iglesia. Solo nos tuvimos que apegar a ciertas mínimas reglas para que todo estuviera bien. También fue un episodio triste por todo lo que ocurría en Chile, recuerdo las historias que la gente me contaba y el trabajo de Amnistía Internacional. De todas formas, no suelo recordar mucho esos tiempos. Si lo recordara mucho, me volvería loca, ya que es muy triste.

En esa gira, durante tu paso por Argentina tuviste algunos problemas, ¿nos podrías contar algo sobre eso?
-La cosa más peligrosa que nos pasó en Argentina fue que nuestro equipo fue amenazado, literalmente, por un tipo en la calle con una pistola. Él les dijo “no dejen que Joan salga o puede desaparecer”. Personalmente no salí dañada. Pero me he hecho muchas preguntas en torno a eso. Al menos estoy feliz de que no le hice caso. Querían que mantuviera mi boca cerrada, ya que sabían que hablaba sobre Derechos Humanos. Ese tour por Latinoamérica se volvió un movimiento político muy importante.

GRACIAS A LA VIDA

En 1974 ya tuviste un acercamiento con Chile al grabar el disco “Gracias a la vida”, que además de tener temas de diferentes compositores latinoamericanos, fue dedicado a las víctimas del régimen de Pinochet. ¿Siempre estuvo presente el tema de los Derechos Humanos en tu vida?
-Toda mi familia pertenecía a los cuáqueros. Esta religión era la única que se oponía seriamente a la guerra y a matar. Muchas religiones comparten eso, pero cuando se trata sobre una guerra, nunca pelean esta guerra. Los cuáqueros son bastante estrictos sobre la no-violencia. Además se involucran en la acción política a su propia manera. Al menos eso me motivó a mí. Y creo que yo tuve suerte por el interés de mi familia de lograr un cambio social. Por alguna razón eso me marcó fuertemente, fue un sentimiento muy fuerte. Yo tuve suerte de poder cantarles a esas personas y mezclar la política con la música porque la música es la mejor forma.

¿Cómo llegaste a Violeta Parra y Víctor Jara?
Me lo mostraron unos buenos amigos que tuvieron que abandonar Chile, porque era muy peligroso. Luego nos juntamos con algunos músicos chilenos y creo que argentinos y planeamos ese álbum. Ellos ya conocían esas canciones. Finalmente fue una colaboración principalmente con chilenos en el exilio. Fue música muy importante. Es decir, para soportar un período como el de Pinochet tenías que aferrarte a algo. En mi opinión, en esas situaciones es cuando las cosas más creativas ocurren. El arte más creativo, la música más creativa sale de esas situaciones desesperadas. Una canción como “Gracias a la vida”, surgida desde un período de tanta miseria y terror, termina siendo extraordinaria.

¿Aún te emociona interpretarla?
-Bueno, “Gracias a la vida” se ha convertido en un himno, ya dejó de ser sólo una canción. Es conocida en todo el mundo. A pesar de no entender toda la letra, la gente la acompaña tarareando. Es algo tan simple que, por ejemplo, una vez estaba actuando en Praga, República Checa, le canté esa canción a Aung San Suu Kyi –Premio Nobel de la Paz, ícono de la resistencia a la dictadura birmana-, que se encontraba ahí como invitada en una reunión. Cuando le canté, pensé que la canción perfecta era “Gracias a la vida”. Tenía perfecto sentido para una persona que había estado detenida durante muchos años. Bueno, es la canción apropiada en todos lados.

El gobierno de Estados Unidos fue el responsable de varios golpes de Estado ocurridos en Latinoamérica durante los años 70’, ¿Cómo has observado la actitud de tu país con nuestro continente?
-Ha sido algo de décadas y décadas. Empezó en el siglo pasado, cuando los blancos, viniendo de Europa a conquistar y apropiarse de América sin preocupación alguna por la gente nativa, dijeron “estos son las costumbres de las grandes naciones”. Lo hicieron los ingleses, lo hicieron los holandeses… y claro, somos particularmente culpables en la relación con Latinoamérica. Esa fue claramente una de las razones por las que hice las cosas que hice durante mi vida.

¿Crees que Obama u otros que vengan deberían pedir perdón por su intromisión en otros países?
-Creo que el mejor ejemplo de lo que se debería hacer es Sudáfrica, donde se logró la paz y la reconciliación. Ellos se disculparon, pudieron decir “lo siento”. Sudáfrica lo necesitaba. Es una situación extraordinaria cuando alguien está dispuesto a pedir perdón. Por supuesto que Obama debería pedir disculpas por lo que hizo EEUU en los 70 en Latinoamérica.

Cuando viajaste a Hanoi, en 1972, sufriste en carne propia uno de los peores bombardeos de Estados Unidos en tierras vietnamitas. ¿Qué recuerdos tienes de ello?
-A veces pienso que esas experiencias son tan profundas que ni siquiera las puedo sentir mucho cuando vuelvo a casa. De hecho, volví a Hanoi el año pasado. No sé si saben, pero ellos redescubrieron los búnkers anti-bombas e hicieron un hermoso memorial, además de un tour para que la gente pudiera tener una experiencia de cómo fue. Incluso ponen las grabaciones que hice mientras bombardeaban. Creo que hicieron una gran labor educacional. De alguna manera, cuando estuve ahí, fue una de las pocas veces que sentí algo sobre aquel bombardeo en estos 40 años. Fueron demasiadas cosas para sentir cuando estuve ahí.

¿Sabías que Salvador Allende estuvo en el mismo búnker en el año 1968, cuando era senador?
-No sabía de ello, es la primera vez que lo escucho. Hubo muy pocos búnkers. Al parecer ese fue el mejor, jajaja.

OBAMA

Tocaste en la Casa Blanca en el año 2010, en un evento de Obama como homenaje a la música a favor de los Derechos Humanos. ¿Qué tal estar en la Casa Blanca?
-No me gusta tocar en la Casa Blanca. Me cae bien Obama y quería darle una oportunidad, además de aprovechar de celebrar los derechos civiles. No estuve para nada cómoda ahí, ¿sabes? De algún modo tuve que hacer el sacrificio de estar en esa atmósfera, pero realmente no estuve cómoda.

¿Qué piensas ahora de Obama?
-Creo que ha pasado tiempos excepcionalmente difíciles en los cuales él ha intentado hacer de todo. Hay momentos en los que me he sorprendido de su juicio, en los cuales no entiendo el porqué de no hacer esfuerzos por eliminar Guantánamo y cosas de ese tipo. Es una combinación de no entender cómo funciona su mente, mientras que sí vemos cómo funcionan sus discursos. Son brillantes. Sus ideas también son brillantes. Creo que pelear contra el Tea Party le ha hecho casi imposible el realizar cambios.

¿Qué se te vino a la cabeza cuando Obama recibió el Premio Nobel de la Paz?
-Lo encontré ridículo. Y creo que él también lo encontró así, jajaja. Obama no había tenido una oportunidad para demostrar lo que vale. Las personas estaban muy emocionadas. Bueno, yo también lo estaba, y aquello no es algo propio de mí. Sus características se asemejaban mucho a las del doctor (Martin Luther) King. Si él se hubiese quedado a un lado de la política, podría haber hecho cosas similares a las que logró el doctor King. La gente estaba tan unida por él… pero una vez que entró a la Casa Blanca, mucho de su poder se esfumó. Eso es lo triste de haber perdido a Obama, ya que él fue la primera persona desde que terminó la guerra de Vietnam que nos unió. Y no sólo en este país, era algo mundial. Cuando nos dejó, volvimos donde estuvimos hace 40 años: gente intentando hacer cosas buenas, pero sin el contexto de una gran comunidad mundial es bastante desmotivante.

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