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Nacional

14 de Marzo de 2014

Los furgones fúnebres de Carabineros

La muerte del comerciante ambulante Jorge Aravena Retamales (44), dentro de un furgón policial en la Primera Comisaría de Rancagua, el 17 de febrero pasado, encendió nuevamente las alarmas en el recinto policial más grande de la Región de O´Higgins. Un año antes, Jesús Conejeros (61), falleció en extrañas circunstancias dentro de otro vehículo perteneciente al mismo recinto policial. En el primer caso el Instituto Nacional de Derechos Humanos se hizo parte a través de una querella criminal. Seis funcionarios de carabineros fueron desvinculados de la institución.

Daniela Yáñez
Daniela Yáñez
Por

Más de 30º grados a la sombra marcaban los termómetros cuando el suboficial de Carabineros Jorge Alarcón le informa a Jorge Aravena, recién aprehendido por no contar con dinero para pagar una cuenta en un céntrico local de comida peruana en Rancagua, que estaba en calidad de detenido. Minutos antes, alrededor de las 2:20 de la tarde, Aravena había llegado al negocio junto a un amigo la tarde del 17 de febrero pasado.

Ambos pidieron suculentos platos de fondo. Luego de una hora uno de comensales sale del recinto y no regresa más. Aravena, según cuenta hoy su hija, había sido invitado por su amigo y éste lo habría dejado botado luego de decirle que iba a buscar plata a un cajero. En buen chileno, hizo perro muerto. La cuenta superaba los 50 mil pesos y el personal del restorán decidió llamar a carabineros.

Aravena, según consta en los testimonios de los empleados, no opuso resistencia y se sentó a esperar el arribo del furgón policial, insistiendo en que había sido invitado por su amigo. También le contó a los garzones que se ganaba la vida como comerciante en la calle del Mercado de Rancagua, para ayudar a mantener a sus dos hijos, una hijastra y a su ex esposa que vivía en Villa Alegre.

Veinte minutos más tarde llega al restorán, ubicado en calle Campos 28, un furgón proveniente de la 1ª Comisaría de Rancagua, con dos carabineros a bordo: Carlos Cheuquiante, jefe de patrulla, y el cabo segundo, Pablo Urrea. Ambos, hoy en prisión preventiva.

Las instrucciones, luego de dar cuenta de la detención al fiscal de Rancagua, Claudio Riobó, fueron claras: si existía una orden judicial pendiente debían retener a Aravena; de lo contrario, debía ser puesto en libertad en espera de la citación a la Fiscalía local. Los policías debían llevarlo a constatar lesiones al hospital regional, pero nada de aquello sucedió. Sin siquiera atender a los protocolos de detención, Aravena fue llevado directamente a la comisaría donde, a las 15 horas, fue consignado su ingreso. La aspirante a oficial Camila Hidalgo (20) fue quien recibió la documentación sin notificar debidamente el ingreso. Fue el inicio de una “comedia de errores” –según describiría con posterioridad Carabineros- intentando explicar lo inexplicable. Jorge Aravena, de un segundo a otro, pasó de detenido a desaparecido.

Luego de un periodo aún indeterminado por la justicia, funcionarios de la 1ª Comisaría de Rancagua, al percatarse que había un detenido y nadie sabía dónde se encontraba, se movilizaron en búsqueda del desaparecido. Sin encontrarlo y temiendo una grave sanción, la subteniente oficial de guardia, Maritza Díaz, decide escribir la constancia de salida en libertad del detenido, firmada por Carlos Ulises Villarroel, carabinero que se ofreció para falsificar la firma de Aravena.

-En su declaración, la aspirante a oficial, Camila Hidalgo, señala que efectivamente hubo un acuerdo tácito entre el cabo primero, Cristián Orellana, el Carabinero Carlos Villarroel y la subteniente Maritza Díaz, para efectuar la salida del detenido y firmar en su nombre-, contó el relator de la Corte Marcial durante los alegatos.
Sólo alrededor de las 21 horas de aquel día, Aravena es encontrado dentro del furgón policial, patente Z-6180, sentado en una orilla, completamente mojado, semi desnudo y ocupando como almohada una polera que llevaba puesta. Al lugar asistió personal del SAPU a confirmar lo que se temía: Jorge Aravena había muerto dentro de un furgón policial. La historia se volvía repetir.

El Antecedente
Dos días después de la muerte de Jorge Aravena, vaya a saber uno si por casualidad o apremio mediático, ingresó al Tribunal Militar de Santiago una diligencia pendiente del Servicio Médico Legal luego de un año de espera. El documento que buscaba esclarecer la causa de muerte de Jesús Conejeros (61), encontrado sin vida dentro de un furgón policial el 6 de enero del 2013, luego de ser detenido por funcionarios de la Primera Comisaría de Rancagua, no entregó antecedentes nuevos. El doctor se declaró incompetente y la autopsia se rotuló como “indeterminada”.

Conejeros, un jubilado fundidor de El Teniente y padre de tres hijos, fue a comprar con su hija menor al mercado aquel día. Cuando regresó a su casa, a eso de las siete de la tarde, decidió salir donde su hermana luego de beber algunas cervezas. Lo hizo en su camión pese a los reproches de su hija. Esa fue la última vez que Paula lo vio con vida.

Tres horas más tarde, Carabineros llama avisando que Jesús Conejeros había sido detenido por manejar en estado de ebriedad. Rápidamente su hija y un sobrino llegan al lugar donde se encontraba el furgón con los funcionarios Carlos Carabante Ojeda, Jordan Quintana Contreras y Marcelo Riquelme Rodríguez. Conejeros había hecho una mala maniobra, pasando a llevar el espejo de un auto y el cuidador, al percatarse que estaba en estado de ebriedad, decidió llamar a Carabineros. Los familiares del detenido y los funcionarios policiales conversaron apenas 10 minutos. Luego, asegura Paula Conejeros, los funcionarios se retiraron junto a su padre, dejando una de sus linternas al interior del camión del detenido.

-Los estaban llamando para otro procedimiento, era cerca del lugar donde estábamos y, por el apuro, pasaron a toda velocidad por el lomo de toro que hay en esa calle-, recuerda Paula Conejeros.

Acá es donde todo se enreda. Al igual que en el caso de Jorge Aravena, los carabineros faltaron al reglamento interno. “Aquellas personas sorprendidas en la vía pública que evidencien síntomas de intoxicación alcohólica, no deberán ser llevados a la Unidad Policial, sino que serán trasladados por el medio más rápido a la Asistencia Pública para su adecuada atención”, describe el documento.

Casi dos horas después de la detención de Conejeros, Carabineros llegan al Hospital Regional y se percatan que el detenido estaba sin vida. Alarmados, llaman a un paramédico para que lo confirme y lo obligan a bajarlo del furgón, a pesar de que este les solicita que esperen al fiscal.

– Necesito que vengan rápido al Hospital Regional. Su papá está grave. Creemos que está sufriendo un infarto-, le comunica el cabo primero Marcelo Riquelme a uno de los hijos de Jesús Conejeros, a las 00:44 horas.

Paula y su hermano llegan desesperados al hospital. Lo primero que les dicen los carabineros es si habían traído la linterna que se les había quedado en el camión de su padre. Luego de entregársela, sin la menor delicadeza, le explican que su padre había llegado fallecido al hospital y que ellos no se dieron cuenta. Paula no lo podía creer. Sólo atinó a increparlos: “cómo mierda no revisan si mi papá estaba bien, se fueron a otro procedimiento y salieron rajados con mi papá atrás sin ningún cuidado”. Los carabineros, agrega Paula, sólo atinaron a bajar la cabeza.

Cabos sueltos
Las muertes de Jorge Aravena y Jesús Conejeros en manos de funcionarios de la Comisaría más grande de la Región de O’Higgins, no sólo impresionan por su similitud, si no también por la cantidad de versiones y omisiones que han entregado los involucrados. En el caso del minero jubilado de El Teniente, recién el 19 de febrero pasado se pudo esclarecer la causa de muerte, a la que la familia apelará a través de su abogado Roberto Román.

-Un año después de la muerte del señor Conejeros, el Servicio Médico Legal determinó muerte por intoxicación alcohólica. Nosotros nos oponemos, puesto que las pruebas y declaraciones de testigos dan cuenta que, probablemente, esa no sea la causa de muerte– explicó el abogado.

Esta situación indignó a Paula Conejeros y su familia, pues creen que las muestras de alcohol en la sangre están alteradas. En los exámenes realizados en Rancagua la alcoholemia arrojó 2,8 y en la nueva resolución, hecha en Santiago, 3,3. Una diferencia importante que, aseguran los familiares, es necesario esclarecer.

No es la única contradicción. El departamento de Criminalística de Carabineros, Labocar, en su informe entregado a la Fiscalía Militar de Rancagua determinó que la causa de muerte de Jesús Conejeros fue un infarto.

En el caso de Jorge Aravena, las diligencias han sido un poco más rápidas, debido a la colaboración de los seis funcionarios que hoy se encuentran imputados por cuasi delito de homicidio y falsificación de instrumento público: el sargento segundo Carlos Cheuquiante, el cabo segundo Pablo Urrea, el cabo primero Carlos Villarroel, la subteniente Maritza Díaz, el cabo primero Cristián Orellana y la aspirante a oficial Camila Hidalgo.

Según antecedentes entregados por el abogado de la familia Conejeros, Roberto Román, el parte policial que se le tomó a Jesús por manejar en estado de ebriedad fue avalado por el comisario Iván Antonio Guajardo Rojas, teniente que lleva más de 25 años de servicio en Carabineros y que ya contaba con una sanción el año 2012 por abuso policial en contra de 10 secundarios del Liceo María Luisa Bombal (ver recuadro). Lo curioso del asunto es que el mismo funcionario es quien regresó como jefe a la unidad luego de la muerte de Jorge Aravena.

La familia de Jesús Conejeros asegura que la noche en que murió su padre los tres funcionarios policiales acudieron a otro procedimiento con el ex trabajador de El Teniente. Adentro del furgón, aseguran, subieron a tres detenidos menores de edad por rayar paredes.

La declaración de los menores, según los familiares, fue contradictoria. Paula Conejeros cuenta que uno de los jóvenes aseguró que su padre estaba vivo y el otro que ni siquiera hablaba. Los menores fueron trasladados a la Primera Comisaría de Rancagua. Recién después de esta diligencia Jesús Conejeros fue trasladado al Hospital Regional. No llegó vivo.

La Tortura
A los pocos minutos que el furgón policial fue estacionado en la Primera Comisaría de Rancagua, la temperatura al interior subió a más de 40º grados. La estadía de Jorge Aravena en el vehículo, según las pericias realizadas por la Brigada de Homicidios de la PDI, se transformó en una completa tortura. El furgón, sin ningún sistema de ventilación y ante una baja importante de oxígeno, provocó en el detenido fiebre y dificultad para respirar. Con el pasar de las horas, y sin saber cuánto tiempo el hombre de 44 años estuvo consciente, la sensación térmica dentro del carro se elevó a más de 60 grados. Un shock de calor que le causó la muerte por asfixia de contenido gástrico.

La reconstrucción de las etapas por las que Jorge Aravena tuvo que pasar en ese momento, se conocieron el pasado 7 de marzo, gracias a los primeros peritajes realizados por la Brigada de Homicidios. Una exacta simulación de lo ocurrido ese día, permitió saber que el comerciante estuvo más de 6 horas expuesto a pleno sol y agonizó por varias horas antes de morir.
-¿Cómo nadie se preocupó de él? Sólo dijeron que se les había olvidado. No les importa la gente humilde- reflexiona ahora Carolina, la hijastra de Jorge Aravena.

Otras dudas que buscaron responder los peritajes fue si los carabineros pudieron o no escuchar los llamados de auxilio de Aravena. Las pruebas de audio determinaron que los gritos provenientes del furgón, ubicado a sólo 5 metros de los dormitorios de solteros, eran perfectamente perceptibles. En declaraciones de los policías, sin embargo, ninguno admitió haber escuchado al comerciante.

– Siempre tuvieron la posibilidad de hacer las cosas bien e impedir un mal mayor. No creemos que Jorge haya sido olvidado en todo momento, porque cuando llega a la comisaría, había claridad absoluta que había un detenido y la primera cosa que hacen es no bajarlo del furgón. Nadie se preocupó porque sólo era un vendedor ambulante – explica el abogado de la familia, Cristián Cruz.

El Instituto de Derechos Humanos (INDH) decidió querellarse en contra de todos los que resulten responsables por apremios ilegítimos con resultado de muerte. Tanto el INDH, como el abogado querellante de la familia, Cristián Cruz, creen que este caso no debe ser juzgado por la Justicia Militar ya que, aún en el caso de encontrar culpables, la pena será mucho menor a la que se exponen en la Justicia Civil: apremios ilegítimos y secuestro con resultado de muerte.

– Creo que estamos todos claros que la forma en que murió Jorge Aravena fue tortura y el que me diga lo contrario, no entiende nada. Su muerte fue inhumana y por eso nos querellamos por secuestro y tortura con resultado de muerte– aclara el abogado Cristián Cruz.

Los seis funcionarios involucrados en la muerte de Jorge Aravena se encuentran en la actualidad desligados de la institución. En el caso de Conejeros, en cambio, los tres carabineros supuestamente responsables sólo han sido interrogados en calidad de testigos. Yessica Orellana, la viuda de Conejeros, solo pide que se haga justicia: “No puedo creer que mi esposo está muerto, ni tampoco como murió. Que los juzguen como se merecen. Ellos asesinaron a mi marido”.

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