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Opinión

28 de Mayo de 2014

Gonzalo Rojas rechaza el aborto: “A los fetos no se les reconoce derecho alguno, son igual que los esclavos”

En su habitual columna de El Mercurio, el abogado Gonzalo Rojas aseguró que la legalización de las diversas formas de aborto en el mundo constituye la vuelta de la esclavitud, etapa en la que los fetos serían “los primeros sujetos a los que no se les reconoce derecho alguno”. “Son cosas, igual que los esclavos, […]

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En su habitual columna de El Mercurio, el abogado Gonzalo Rojas aseguró que la legalización de las diversas formas de aborto en el mundo constituye la vuelta de la esclavitud, etapa en la que los fetos serían “los primeros sujetos a los que no se les reconoce derecho alguno”.

“Son cosas, igual que los esclavos, y aunque resulte insólito, son cosas con deberes: es su obligación haber sido engendrados sin violencia, deben asegurarles a sus mayores que van a lograr sobrevivir y, finalmente, deben dar garantías de que no pondrán en riesgo vital a los cuerpos habitualmente fuertes y maduros de quienes los cobijan”, expone en la publicación.

“¿No será mucho pedir a unas pocas células, a unos embriones que se mueven entre los milímetros y los centímetros? ¿No será un acto de injusticia supina exigirles todo aquello que poco después -nueve, siete, tres meses apenas- jamás se osaría pedirles una vez ya nacidos?”, pregunta el también historiador.

Para Rojas, al discutir cuándo comienza la vida “el peso de la prueba recae sobre quienes sostienen que los fetos son cosas con deberes, no personas con derechos”.

“Los abortistas del mundo tienen una deuda intelectual simple y primaria. La tienen con los 40 millones de seres abortados cada año y la tienen con los miles de millones de humanos vivos, y es esta: ¿qué acto exterior al propio feto le otorgaría la calidad de persona en la semana no sé cuánto? Porque si no es exterior, está claro que viene con él, que le fue dada esa condición desde el primer momento”, plantea el columnista.

“En Chile, el proyecto abortista toma, además, un carácter especialmente grotesco. El mismo gobierno que dice combatir la segregación no trepida en proponer su práctica con los más débiles. El mismo gobierno que se lamenta de la escasa inclusión de los pobres les exige a los más indefensos que presenten certificados de diversas riquezas. El mismo gobierno que cacarea la gratuidad pide que se pague muy caro -con la propia vida- el crimen de haber comenzado a existir en condiciones no planificadas”, sentencia.

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