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Cultura

30 de Agosto de 2014

Adrián Dárgelos: “Ser marginados por el propio sistema nos llevó a ser Babasónicos”

Babasónicos está de vuelta en Chile para tocar en el Rock&Pop Stage este sábado 30 de agosto a las 19:30 horas en el Caupolicán, junto a Zero Kill y Rey Puesto, las bandas del hijo de Gustavo Cerati y de Jean Philippe Cretton, respectivamente.

Por

babasonicos

Son las 19:30 en el hall del hotel de Providencia donde se está hospedando Babasónicos, cuando se me acerca un tipo bajo -para la media de la gente, no para mí-, delgado, con una camisa a cuadrillé apretada, con una cadena en el cuello, y con una barba canosa y de varios días que acentúa la cara de cansancio que acumuló en el agotador día que tuvo. Es Adrián “Dárgelos” Rodríguez, que llegó ese mismo día a Chile con su banda, el que dedicaron por completo a dar entrevistas a distintos medios de comunicación.

“Hola. Adrián. Espera que me pido algo, antes de que me desmaye, que no paramos ni siquiera a almorzar”, dice el argentino después. Acto seguido se mete a la barra donde se encuentra un trabajador del hotel y le pide algo salado. Se acerca con un plato con maní a la mesa donde me encuentro y comienza a contarme su ajetreado día con su ritmo lento y pausado. Luego comienzo con mi cuestionario.

¿Ha cambiado mucho Chile desde la primera vez que vinieron en el 94?

Sí. Cuando empezamos a venir, la escena de la música de jóvenes era incipiente. No habían muchas radios que pasaran ese tipo de música. Ahora sí. En ese tiempo empezaron a abrirse al pop, al estándar de la música americana. Y yo he visto cambiar mucho Santiago. En una época siempre estaba en obras, porque los alcaldes eran urbanistas. Vi a la ciudad crecer, vi nuevas zonas donde antes no había nada y de pronto vi hoteles y edificios.

Su último disco, Romantisísimo, parece ser su disco más alegre y bailable, ¿no es así?

Yo siempre tuve las ganas de hacer un disco bailable pero nunca nos salió. Y este, sin darnos cuenta, se transforma en uno de los más bailables. Porque veníamos de un disco con canciones más lentas, que era a propósito, porque era un disco más hipnótico. Tampoco contenía la palabra amor, este lo dice un par de veces. De ahí viene el nombre. Lo llamamos Romantisísmico como un chiste al disco, porque habla del amor, pero no del enamoramiento, sino del amor como sustantivo.

¿Y por qué ocupar la palabra amor ahora si antes no lo hacían?

Es sólo por un disco, disfrutenla que la digo ahora, nada más.

¿Qué te pasa con el tema del amor?

Te dicen que existe esto y esto otro y que en vos está elegir cuál de las dos te sirven. Para mí, las dos son extremadamente ridículas. ¿Por qué? Porque siento que las relaciones que armamos los hombres no se parecen a lo que deberían ser; a cosas más fluidas y no establecidas dentro de instituciones. Básicamente a eso le empezamos a decir Romantisísmico; el “simbronazo” de la realidad de las relaciones. Idealmente todo es fantástico, pero cuando uno lo lleva a la práctica todo choca con sus aristas. Yo le he cantado más al desamor que al amor, o al destrato.

¿Y a qué más le cantas?

Las canciones son a partir de reaccionar con el mundo, de estar en contra de algo. Manifestar otro ángulo de vista que no comparto con la mayoría o con el status quo de la situación. De eso se trata Babasónicos: De discutir con el mundo. Porque las canciones son pequeñas ideas que parecen envasadas dentro de la música y van por el aire. Te atraviesa tu retícula, tu mácula del oído y quedan impresas dentro de tu cerebro como un juego de algo, y que sin tener voz te pueden contagiar, te puede gustar y pueden cambiar tu forma de ver algún punto de vista. Componer música es tratar de atrapar esos pequeños motivos y lanzarlos. Pero para eso tu te tenés que cargar de ansias y motivos, sino por qué vas a hacerlo.

¿Todavía sientes nervios al subir al escenario?

No, porque ese yo que está en el escenario es una persona segura, sabe lo que tiene que decir y hacer. Yo en mi vida no lo sé. Esa persona sabe cual es la primera letra de la canción y cuál es la última.

Supe que te gustan mucho los libros. ¿Estás leyendo algo ahora?

Acabo de leer un libro que se llama “Te quiero” de un escritor argentino que se llama JP Zooey, que no muestra la cara, no se le conoce. Y ahora estoy leyendo algo de un argentino que se llama Rodolfo Wilcock que se llama “La sinagoga de los iconoclastas”. También he podido disfrutar de escritores chilenos, de venir a Chile y comprar libros.

También te gustan los vinilos. ¿Cuál fue el último que te compraste?

El último fue el de Jungle, que creo que es una banda inglesa, que parece música de negros pero no los he revisado en Internet así que no sé qué son. Pero es un disco bailable, no tecno, como de negros. Y también me regalaron uno de Kanye West que ya lo tenía en CD, pero que en vinilo son tres discos.

Desde el 91 que son Babasónicos. ¿Qué los motiva a seguir haciendo música después de tantos años?

Creo que como somos buscadores, y no sabemos cuál es el objeto de nuestra búsqueda, lo que nos motiva es estar pegados a la búsqueda, estar siempre buscando el sonido, la canción, la melodía que maravilla. Hacer música tiene cierto de alquimia, de transmutar una voluntad en una idea con sonidos e impactarlo en otros como emoción. Ser un poco magos, lograr algo que trascienda porque llega a otra persona, no porque sea importante en la historia. Ser artífice de esa pequeña emoción es un montón.

¿Qué los llevó a ser Babasónicos como concepto?

Es que no sé bien qué es lo que es Babasónicos. Sé que somos un combo provocador que lucha por sostener ideas en un mundo donde las ideas ya no son valoradas. Pero el no poder incorporarse a ningún sistema de producción laboral, ser marginados por el propio sistema nos llevó a ser Babasónicos. Nunca hicimos otra cosa que no fuera música.

¿Es bueno trabajar con un hermano?

No, no es tan bueno. No sé porqué.

En el Rock&Pop Stage de este sábado tocarán con el hijo de Gustavo Cerati. ¿Te produce algo esta situación por tu relación con Gustavo?

Qué puedo responder a esa pregunta. Me da alegría tocar con el hijo de Gustavo. Toqué con él, y creo que es un chico con talento y que tiene una personalidad particular y única que puede desarrollar algo que llegue a gustar mucho. Lo que pasa es que hay una presión por juzgarlo enorme. Ese mundo de mierda que arma la crítica de espectáculo y que en realidad es puro chisme y chisme. Ese mundo televisivo está tratando de formar chisme con este chico. Sos la única persona sensata a quién le puedo preguntar por qué me preguntan por él, los demás no lo van a entender. Le ponen mucha presión al chico, y no es un buen momento para él.

¿Qué te pasa con lo de Cerati?

Hay que dejarlo, dejar al árbol que crezca, que las cosas sucedan, al viento no se le puede cambiar la dirección en que sopla. La música es un momento muy pequeño de la vida, es tiempo que uno desea tomarlo para sí y generar placer con él. Es un mundo donde está mal visto perder el tiempo, porque qué se hace con el tiempo, producir dinero. Qué hacen las personas más ricas del mundo, comprar tiempo. Entonces leer es una actividad anti productiva, porque no produce dinero. Sólo es ocio. En este mundo no se mide tu nivel de interioridad, tu espiritualidad o tu capacidad de concepción de la realidad. Sólo se mide con lo que tenés. Y eso está mal, al menos yo no voy a dejar que me digan qué hacer y no hacer. Por lo menos la música me dio autonomía para discutir qué es lo que me importa.

¿Te gusta ser Adrián?

Más o menos. Me gustaría ser siempre otro, miles de otros, todos los días. Por eso leo y puedo vivir en los personajes de las novelas, o por eso hago canciones y puedo vivir en esos personajes que creo. Por eso es lo de Dárgelos, de Cocteau. Me gustaría ser otro totalmente opuesto al que soy, como para no soportar la carga que provoca años de acumulación de mi personalidad. Tampoco me siento angustiado, ni atrapado en mí. Ni tampoco siento que soy tan importante como para generar el foco en mí. Me es más importante leer y escuchar música que pensar que existo yo.

Leí que no te gusta la democracia. ¿Es verdad?

No, no me gusta la democracia. No me gusta porque es falsa. Porque no es el gobierno de todos ni de la mayoría. Primero, puede ser el gobierno de la representación de la mayoría, no de la mayoría. Y segundo, porque la representación está manipulada. Así que ni siquiera en su estado idílico me parece bien. No es porque crea que exista una mejor forma de gobierno como la monarquía o la tiranía de los oligopolios, que es más o menos en la que estamos viviendo. Prefiero la anarquía. La democracia es una ilusión de que la gente vota para arreglar algo. De todas maneras, si les sacan esa pequeña ilusión sería peor.

¿Cómo te gustaría un sistema a ti?

Nunca pensé en una distopía, o una utopía que funcione bien, pero como todas funcionan mal son distopías. Porque tampoco los sistemas de gobierno y los sistemas de poder pasan por el eje de mi fantasía. En la democracia, como la información es manipulada, los que llegan a los lugares de poder en la democracia son los que han sabido con el carisma fingir delante de la manipulación para convencer a los votantes, no los que realmente tienen ideales y creen en una forma de administración que contenga a los desamparados y que limite la expansión de la concentración de capital.

¿Qué opinas sobre Cristina Fernández?

Es lo mejor que pasó. Fue la que menos mal hizo y la que más reforzó la calidad institucional del país. Pero lo que pasa es que tampoco me gusta el sistema a mí, qué quieres que te diga. Porque no me gusta trabajar para vivir. No me gustan las bases en las que está sentada la sociedad, el sistema capitalista judeo-cristiano no me gusta. No me gusta. Me parece que es alienante, que se vive persiguiendo cosas que ni siquiera hacen bien. Se trabaja para comer; no producir es un acto casi subversivo en el sistema en el que vivimos.

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