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Cultura

30 de Noviembre de 2014

Bibliotecario de Gabo: “Organizar bibliotecas privadas es convivir con gustos profundos, caprichos, manías”

En el marco de la Feria del Libro de Guadalajara, El País realizó un breve perfil acerca de Iván Granados, el bibliotecario de Gabriel García Márquez: “Él me dijo: ‘Acá está la biblioteca’”, e Iván Granados se puso a reorganizar los libros de Gabriel García Márquez en su casa de la ciudad de México. Empezó […]

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En el marco de la Feria del Libro de Guadalajara, El País realizó un breve perfil acerca de Iván Granados, el bibliotecario de Gabriel García Márquez:

“Él me dijo: ‘Acá está la biblioteca’”, e Iván Granados se puso a reorganizar los libros de Gabriel García Márquez en su casa de la ciudad de México. Empezó en 2006, o en 2007, no recuerda la fecha exacta. Granados, de 42 años, se queja de no acordarse con más precisión de cosas de las que debería acordarse automáticamente. Cuando habla de otros asuntos de su periodo de bibliotecario personal del Nobel, a veces se queda medio parado, detiene su explicación; sentado en un taburete del bar, mira callado hacia el vestíbulo de su hotel de Guadalajara, y a través de sus gafas de pasta gruesa se ven los destellos eléctricos de un árbol de Navidad.

“Organizar bibliotecas privadas es convivir con gustos profundos, caprichos, manías, partes de la personalidad con las que nadie convive: los gustos raros, los culposos, incluso los vacíos están en una biblioteca”. Granados ha venido a la FIL de Guadalajara para participar en el homenaje a García Márquez. Trabajó en su biblioteca hasta que murió, la primavera pasada, y sigue yendo de vez en cuando a organizarla. “Pero ahora ya no soy el bibliotecario de García Márquez, porque se murió. O a lo mejor, porque se murió, ya soy para siempre el bibliotecario de García Márquez”.

Lo conoció de pequeño, en la ciudad de México, porque su madre era amiga de él. Dice que era un señor con “un carisma muy llamativo”. Recuerda una tarde de los años ochenta, mucho antes de ser su bibliotecario, que apareció entusiasmado diciendo que la sonda Voyager había pasado cerca de Neptuno y que estaba mandando las primeras señales de lo que iba encontrando. Por esa época, Granados, que no era un niño de libros, empezó a leer sus cuentos. Le gustó mucho El verano feliz de la señora Forbes. Llevaba años viviendo en México, pero se volvió otra época larga a Colombia. Cuando regresó a la ciudad de México en los 2000, ya hecho un lector de verdad y con estudios en Literatura, sus amigos-genios colombianos seguían allí. Uno era Álvaro Mutis.

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