Mundo
1 de Mayo de 2015Se mosquean en China con Katy Perry por saludo en concierto al independentismo taiwanés
Compartir
El concierto que esta semana dio Katy Perry en Taipei, la capital taiwanesa, ha generado inesperadas tensiones a ambos lados del Estrecho de Formosa, a raíz de que la estrella estadounidense, quizá involuntariamente, brindara sobre el escenario un gesto de apoyo al independentismo taiwanés.
Perry, quien estos días actúa en China y Taiwán como parte de su gira planetaria “The Prismatic World”, ha dado mucho que hablar en ambos lugares a raíz de que en su concierto en Taipei decidiera cantar uno de sus éxitos luciendo una bandera de la isla a modo de capa.
El régimen comunista chino no reconoce a Taiwán como país, y por tanto no reconoce esa enseña nacional, que de hecho fue la que representaba también a China antes de la guerra civil que terminó con la escisión entre ambos territorios (1945-49).
La artista cantaba en el momento de lucir la bandera -que le había regalado alguien del público- la canción “Unconditionally” (“Incondicionalmente”), en la que declara su amor sin fisuras a algo o alguien, que para muchos fans taiwaneses bien pudo ser esa vez la isla de Taiwán.
Para colmo, la artista combinó la bandera con un vestido adornado con girasoles, otro símbolo, desde el año pasado, de la rebeldía taiwanesa ante China.
Con esa flor como emblema, cientos de estudiantes ocuparon en marzo y abril de 2014 durante 23 días el Parlamento taiwanés en protesta por los acuerdos de integración comercial entre China y la isla, en el llamado “Movimiento de los Girasoles”.
Perry, que hoy y mañana actúa en Macao, seguramente no conocía el significado político en Taiwán de esos girasoles -una flor que ha lucido en muchas otras ocasiones, hasta en un reciente concierto en la ciudad china de Shanghái-, pero ello no impidió los alborotos entre los seguidores chinos y taiwaneses en las redes sociales.
Mientras muchos de ellos en Taiwán elogiaban el gesto de la superestrella californiana, algunos aficionados chinos se lamentaban de que Perry hubiera cometido esos “errores”, ya que es posible que, de acuerdo a las leyes chinas, no vuelva a poder actuar en el país.
“Me temo que no tendrá más posibilidades de volver a China, aunque supongo que le dará igual. Esos artistas que se meten en la política de otros países son lo peor”, escribía uno de ellos en la popular red social Sina Weibo.
Por el momento, quien sí ha actuado es la censura china, que ha retirado fotos de Perry con la bandera taiwanesa en buena parte de las webs del país y ha bloqueado el acceso a ellas desde el popular buscador Baidu, el equivalente local de Google.
Mientras, al otro lado del estrecho, se leían opiniones de internautas como Rocky Chen, quien aseguraba en un comentario en el diario Liberty Times que el gesto de Perry sería “un gran sopapo a los fans chinos comunistas”.
“Su acción ha tocado un nervio sensible en las relaciones entre las dos partes del Estrecho. Algunos de sus seguidores están preocupados de que la coloquen en la lista negra, por eso instamos a que no difundan esa foto en microblogs”, decía por su parte el diario taiwanés Apple Daily.
Desde 2008, año en el que la cantante islandesa Bjork gritó consignas a favor de la independencia del Tíbet en un concierto en Shanghái, el Ministerio de Cultura chino prohibió la entrada en el país de artistas que “amenazaran la soberanía nacional”.
Una prohibición que en todo caso no debería afectar a las actuaciones de Perry este fin de semana en Macao, excolonia portuguesa con amplia autonomía respecto al resto de China.
La artista estadounidense ha optado por ignorar la polémica, de la que nada ha comentado esta semana, ya que nunca ha mostrado excesivo activismo en cuestiones políticas, menos aún acerca del viejo contencioso chino-taiwanés, con más de 60 años de historia.
Cuando anunció que su tour incluiría ciudades chinas y taiwanesas la cantante se refirió a ellas como “algunos de mis lugares favoritos de Asia” y el pasado año, en Pekín, asistió a un concierto de la estatal Orquesta Nacional de China en la que se emocionó cuando los músicos interpretaron algunos de sus grandes éxitos adaptados para instrumentos orientales.