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Poder

11 de Septiembre de 2015

El discurso completo de Bachelet en un nuevo “11”: “Hoy es un momento de reflexión para los chilenos”

"Al conmemorar 42 años de una tragedia que desgarró el alma de Chile, lo hacemos sabiendo que un país de todos sólo se construye si es capaz de reconocer su propia historia y de tener un juicio moral compartido. Y ese juicio es uno solo: ¡nunca más el poder de la muerte, sólo el de la vida!", dijo la Mandataria.

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bachelet

Pese a que este viernes se dio a conocer una nueva encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), donde la popularidad de la Presidenta Michelle Bachelet nuevamente aparece mermada con una histórica caída, la agenda en Palacio estuvo marcada no por ese hecho, sino por los actos conmemorativos del 11 de septiembre, cuando se cumplen 42 años del golpe de estado liderado por el dictador Augusto Pinochet.

En ese sentido, la Mandataria pronunció un discurso, en medio de un acto ecuménico, cuya médula estuvo centrada en la figura del ex presidente Salvador Allende Gossens.

“Cuesta sacar la voz después de escuchar los premonitorios versos de Pablo Neruda, escritos más de 20 años antes del golpe de Estado de 1973.

Cuesta contener la emoción al repasar, uno a uno, los nombres de 38 compatriotas muertos o hechos desaparecer desde el Palacio de La Moneda.

Cuesta, pero es nuestro deber hacerlo, porque sin memoria no hay presente con sentido, ni futuro con esperanza.

Ustedes saben que la canción que acabamos de escuchar, esas líneas de Pablo Neruda, provienen del Canto General.

Y permítanme citar el poema que las precede, titulado “Están aquí”:

He de llamar aquí como si aquí estuvieran.

Hermanos: sabed que nuestra lucha

continuará en la tierra.

Hoy recordamos a estos hermanos nuestros, el Presidente Allende y sus colaboradores, para traer su gran lección al presente: que por la democracia es preciso darlo todo, porque sólo se puede vivir con dignidad en democracia.

Al conmemorar 42 años de una tragedia que desgarró el alma de Chile, lo hacemos sabiendo que un país de todos sólo se construye si es capaz de reconocer su propia historia y de tener un juicio moral compartido. Y ese juicio es uno solo: ¡nunca más el poder de la muerte, sólo el de la vida!

Hemos aprendido que la convivencia entre los chilenos, ese “cuidarse unos a otros” del que hablé cuando se cumplían 40 años del golpe de Estado, es un bien que debemos preservar. Sin ello no hay patria común. Ése debe ser el fundamento sólido de nuestras instituciones republicanas y de nuestra convivencia democrática.

No la fuerza bruta.

No la arbitrariedad.

No el desprecio.

Sino el cuidado que se deben los ciudadanos y el diálogo respetuoso de sus diferencias.

Hoy es un momento de reflexión para los chilenos. Hoy el país se vuelve sobre sí mismo para reflexionar sobre nuestra historia, nuestra convivencia, la solidez de nuestras instituciones y la calidad de nuestra democracia.

Con juicio sereno podemos decir que a pesar del dolor y sufrimiento, Chile hoy es muchísimo más fuerte que ayer.

Y lo es porque hemos aprendido de las lecciones de nuestra historia.

Hemos aprendido que con el divorcio de los demócratas no gana nadie y pierde la patria entera; que vale mucho más el encuentro que la distancia; más el diálogo que el enfrentamiento.

Por eso todos nuestros actos deben fortalecer la convivencia democrática, porque sin ella no será posible enfrentar las grandes tareas que tenemos por delante.

Por cierto, no ha sido fácil, porque ha habido que curar las heridas y reivindicar a los humillados. Hemos tenido que buscar la verdad, hacer justicia y reparar el dolor. Y hemos debido reconstruir, paciente y esforzadamente, las instituciones de la República y la cultura de la paz.

Es cierto, no ha sido fácil, pero hemos sido capaces de transformar una tragedia como la que nos tocó vivir hace 42 años, en una victoria de la democracia, una derrota de la muerte a manos de la vida.

Con avances, a veces con algún tropiezo, hemos sido capaces de construir entre todos un país que resuelve sus diferencias en el seno de sus instituciones republicanas.

Un país en que, por más estruendosas que sean las críticas, la democracia es el sustrato común de todos.

Tenemos cuestiones en las que debemos avanzar en la calidad de nuestra convivencia y en la plena vigencia de los Derechos Humanos, claro está.

Aún faltan seres queridos cuyo paradero debemos saber.

Aún falta verdad por conocer y justicia por aplicar. Debemos derribar los muros de silencio que nos impiden avanzar.

Aún hay privilegios que el Chile nuestro de hoy día ya no tolera. La conciencia de Chile nos exige superarlos. Me encargaré de que el cumplimiento de la justicia sea igual para todos. Es un compromiso ineludible que asumo personalmente.

Al mismo tiempo trabajamos en una agenda que busca, por un lado, abordar el pasado para más verdad, más justicia y reparación, y por otro, ir modelando un futuro donde la dignidad humana sea el punto de partida de toda la acción pública.

Un lugar central tendrá en el desarrollo de esta agenda la nueva Subsecretaría de Derechos Humanos. Ella le va a dar coherencia y persistencia a nuestras acciones en la materia. Su ley está pronta a aprobarse en el Congreso, y cuando se ponga en marcha, liderará las tareas de verdad, justicia y reparación. Pero también impulsará una tarea de futuro: defender los derechos humanos de nuevas amenazas y hacer de ellos una cultura que impregne todas nuestras relaciones.

Donde los iguales derechos de todos y todas se expresen cotidianamente, en las políticas públicas, en nuestras instituciones, en la convivencia, en la formación de nuestros niños, niñas y jóvenes.

Podremos así ser dignos herederos de la lección de dignidad que tuvo lugar entre estos muros hace 42 años. Y construir un porvenir de hombres y mujeres libres, que caminan por las anchas alamedas de la tolerancia, el entendimiento y la justicia social.

Amigas y amigos:

Los Derechos Humanos no tienen fronteras. Esto que aprendimos de nuestra historia es una lección también para lo que podemos hacer hoy por nuestros hermanos extranjeros.

En el pasado, muchas manos acogieron a quienes fueron perseguidos y salvaron vidas en un Chile sitiado. Hoy, cuando vemos una crisis humanitaria casi sin precedentes en Europa y el Mediterráneo, seremos nosotros quienes también podremos tender nuestras manos y abrir las puertas del país para socorrer a quienes lo necesitan.

Lo que el mundo hizo por Chile, hoy Chile lo hace por el mundo.

Es nuestro deber. Porque el dolor de los otros no nos es indiferente, ni lo será nunca.

Porque somos todos parte de un destino común y titulares de derechos universales.

Hoy, Chile vive un día de memoria y emociones. Un día de homenaje a quienes defendieron con su vida la democracia y que nos entregaron un ejemplo moral y cívico que aún resuena.

Es con esa entrega y con el reencuentro de los demócratas que hemos podido hacer de Chile un país que da cabida a todos.

Un país que es capaz de hacer frente a las exigencias del presente con instituciones sólidas, y que aun cuando son perfectibles, permiten una convivencia asentada en el derecho y el respeto al otro.

No olvidaremos el pasado que nos enseña, ni apagaremos el recuerdo de los compañeros que nos inspiran, ni dejaremos de construir sobre su senda el país más libre, más pleno y más justo que nos piden nuestros hijos y nuestras hijas”, cierra el discurso pronunciado por la Jefa de Estado este mediodía en la ceremonia ecuménica que se realizó este viernes en La Moneda.

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