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Opinión

28 de Octubre de 2015

Despenalizar el aborto y el feminismo de Soledad Alvear

Soledad Alvear propuso a la Democracia Cristiana un proyecto sustitutivo del Proyecto de Ley que despenalizará la interrupción voluntaria del embarazo en 3 causales: el Proyecto de Ley sobre Acompañamiento a Madres con Embarazos Complejos. En la prensa usa como uno de sus principales argumentos para la presentación de su iniciativa, la protección de las […]

Irma Palma
Irma Palma
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Soledad Alvear propuso a la Democracia Cristiana un proyecto sustitutivo del Proyecto de Ley que despenalizará la interrupción voluntaria del embarazo en 3 causales: el Proyecto de Ley sobre Acompañamiento a Madres con Embarazos Complejos.

En la prensa usa como uno de sus principales argumentos para la presentación de su iniciativa, la protección de las mujeres, afirmando sistemáticamente que la oposición al Proyecto de Ley del gobierno es, a contrario sensu, una expresión de progresismo porque defiende la dignidad de la vida y protege a las mujeres.

Soledad Alvear define feminismo y a la izquierda como sus adversarios. Invierte las cosas: a los conservadores de siempre, los deja como progresistas y al feminismo, le disputa su defensa de las mujeres. Es parte del discurso de los opositores al Proyecto de Ley. El 2 de septiembre en La Tercera dijo sobre la iniciativa legal: es una “(…) solución fácil, machista y conservadora del aborto (…)”.

La noción de “solución fácil”, o “camino fácil”, ha sido sistemáticamente usada por ella cuando no comparte las propuestas de políticas públicas hechas por los gobiernos de la coalición política que integra. En 2006, cuando era senadora, usó los mismos argumentos en contra la anticoncepción de emergencia.

Su tesis era – como consigna La Nación del 6 de septiembre de 2006 que la entrega de la píldora del día después implicaría seguir el “camino fácil” y podría promover una sexualidad precoz y expandir el sida,(…) y por otra se les niega (a los jóvenes) el derecho a esa responsabilidad en sus conductas sexuales”. Dijo que su colectividad “está por la vida” y por “fortalecer a la familia”.  

Ahora, cuando es sólo una militante DC, usa la misma frase para criticar el Proyecto de Ley para la interrupción voluntaria del embarazo por 3 causales. Soledad Alvear dice que lo hace en nombre de las mujeres porque “necesitan ser protegidas del aborto”. El 14 de octubre de 2015, en La Tercera afirmó: “(…) no hay nada más progresista para proteger la vida, la maternidad y los derechos de las mujeres, que aspirar a transformar la sociedad, haciéndola cada día más justa e inclusiva; y que, en cambio, la simple alternativa del aborto legal para las mujeres que hemos dejado en el abandono, no es sino la más conservadora y fácil de las respuestas”.

En esta parte seguiré a la académica de la Universidad de Yale Reva Siegel con su análisis sobre los debates en torno a la ley de aborto en EEUU. En lo fundamental, el argumento basado en la protección de la mujer es que las mujeres que abortan son coaccionadas o confundidas, y sufrirán remordimiento y traumas por actuar contra su naturaleza. Para Alvear, criminalizar el aborto protege la libertad y la salud de las mujeres.

No es nuevo dicho argumento. Ha sido difundido por el movimiento antiaborto durante décadas en otros lugares del mundo. Inicialmente, quienes se oponían a él se concentraron en la protección del feto, mientras el movimiento feminista subrayaba que las leyes penales de aborto amenazaban la salud de la mujer, afirmando el derecho a no ser legalmente coaccionadas al embarazo. Más tarde, cuando el movimiento antiaborto no logró revertir las leyes en EEUU, sus argumentos en contra de la interrupción del embarazo también los centraron en las mujeres, en parte, derivaron de sus adversarias feministas.

Soledad Alvear se equivoca al usar el argumento basado en la protección de la mujer. No es posible pensar que las mujeres, al decidir sobre un embarazo no previsto, sean controladas, sometidas y obligadas a abortar, porque ellas “naturalmente” y por su sola voluntad, nunca lo harían. No lo es para una mujer en Finlandia, en Alemania o en Inglaterra, ¿por qué tendría que ser así en Chile?
Si se reconoce la autonomía de las mujeres sobre el resto de los asuntos de su vida privada y pública, ¿por qué no en este? Pensar a las mujeres ante la posibilidad de optar por interrumpir un embarazo como desamparadas, es situarlas en una condición de inferioridad. Esta representación se encuentra en el argumento de la protección debida: sin la madurez ni las capacidades para tomar una decisión por sí misma, de manera autónoma y libre, carentes de recursos y sin capacidad de agenciamiento de la propia vida, con vidas precarias. Se representa a las mujeres impelidas al aborto, condenadas por sus circunstancias.

Según Reva Siegel “el argumento antiaborto basado en la protección de la mujer es profundamente convencional en términos de género: el movimiento antiaborto advierte que rechazar la maternidad es contrario a la naturaleza de la mujer, afirma que ninguna mujer podría voluntariamente rechazar la maternidad, y argumenta que las mujeres sufrirán daños si lo hacen. Sin embargo, el movimiento antiaborto expresa estos mensajes ajustados a los roles de género utilizando una retórica feminista y pro-elección, aunque invertida: el movimiento antiaborto ahora afirma que debemos criminalizar el aborto para proteger la salud y la libertad de las mujeres”.

Los opositores al aborto traen de vuelta el viejo paternalismo de género. Siegel afirma que: “la característica decisiva, y moralmente problemática de esta tradición de paternalismo de género, era su costumbre de reparar la dominación del hombre mediante normas que le daban poder al hombre y le quitaban poder a la mujer”. La protección de las mujeres que demanda Soledad Alvear no es nueva en Chile. La exclusión de las mujeres de la esfera pública tuvo muchas veces como argumento protegerlas en el cumplimento de sus funciones naturales, recluyéndolas al mundo doméstico.

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