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Mundo

17 de Diciembre de 2015

La historia del hombre que lleva un año tomándose el “pichi”

"El asco y el rechazo hacia el sabor te duran la primera semana; después se pasan. Ya me acostumbré. No es que me encante, pero es mejor que el aceite de bacalao y esas cosas que tomaba de pequeño. Y, desde luego, más sano que los tratamientos tan agresivos que tomé los primeros veinte años de mi vida. Diría que me compensa", cuenta Xabier, de 50 años.

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orinadrogas

Aunque parezca extraño y hasta asqueroso hay personas que se curan de ciertas enfermedades bebiendo su propia orina. Se le llama urinoterapia y es una práctica que data de tiempos inmemoriales, detalla una crónica del sitio vice.com, que narra la historia de Xabier, un español que todas las mañanas bebe un sorbo de su propio “pichi” para tratarse una psoriasis.

“El asco y el rechazo hacia el sabor te duran la primera semana; después se pasan. Ya me acostumbré. No es que me encante, pero es mejor que el aceite de bacalao y esas cosas que tomaba de pequeño. Y, desde luego, más sano que los tratamientos tan agresivos que tomé los primeros veinte años de mi vida. Diría que me compensa”, responde el hombre de 50 años.

Al describir el tratamiento, dice que “tomo un vaso de mi primer pis de la mañana en cuanto me levanto. El chorro medio, es decir, ni el primer chorro de pis ni el último, sino el trozo de en medio. Todos los días. Y también me aplico un poco en las zonas en las que solía salirme la psoriasis. Mi chica lo toma sólo en momentos puntuales. Para un dolor de garganta, por ejemplo. Y las niñas lo mismo, sólo cuando están enfermas. Si se caen y se hacen una herida, ellas mismas se ponen un poco de su propia orina sobre la herida, sin que les digamos nada”.

Cuenta que la primera vez que escuchó hablar de este tipo de curaciones fue en Alemania. “Estuve allí visitando a unos amigos. Tendría unos veinticinco años. Una noche hubo un accidente y un tipo se quemó los brazos, el pecho y parte de la espalda en una hoguera. Una señora mayor neozelandesa que vivía allí y que había sido médico en su país nos hizo orinar a todos en un cubo y se lo aplicó al hombre en las quemaduras con unos trapos. La mejoría fue inmediata. Después tuve una amiga que, para curarse de una cistitis crónica que sufría, acudió a un homeópata que le preparó y aplicó vacunas de su propia orina”.

El uso de su propia orina

Xabier confiesa que para tratar la psoriasis ha vivido en tratamientos de distintos tipos antes de probar con su “pichi”.
“Algunas de ellas mejoraron mi psoriasis, pero ninguna fue tan eficaz como el tratamiento que sigo desde hace un año. Mi chica y yo nos leímos el libro Urinoterapia, de la doctora alemana Flora Peschek-Böhmer, y fue cuando decidí tratarme con mi propia orina”.

En el texto a que hace alusión, la experta plantea que las bacterias que expulsamos del cuerpo a través de la orina ya le son familiares a nuestro organismo. En consecuencia,  si se reintroducen aumenta la aversión del cuerpo hacia estos microorganismos y el sistema inmune se fortalece. En síntesis, se trata del mismo principio que el de las vacunas, que contienen un agente semejante al microorganismo que se quiere vencer.

 

 

 

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