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Opinión

10 de Enero de 2016

Genaro Arriagada: “La Presidenta corre el riesgo de quedar en la historia como la persona que le entregó dos veces el poder a la derecha”

Es un histórico militante de la Democracia Cristiana y una de las voces más escuchadas de la antigua Concertación. En los últimos dos años, se ha convertido en uno de los políticos más críticos de la Nueva Mayoría, sobre todo por cómo se han implementado las reformas. En una de las semanas más tensas entre su partido y el gobierno, Arriagada sale a defender a los desencantados, pide más acuerdos, y vaticina un nefasto escenario si su partido no defiende sus principios: “Si el precio de estar en la Nueva Mayoría es perder la identidad, la DC se suicida”, explica.

Jorge Rojas
Jorge Rojas
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Despejemos dudas, su nombre sonó como de asesor del segundo piso. ¿Lo llamaron?
No, eso es una locura.

¿No se ve en ese lugar?
No, yo creo que la Presidenta necesita un segundo piso potente y en consecuencia debe buscar a personas que tengan dos características: que sean de su absoluta confianza y de una inteligencia política superior.

¿Cómo evalúa al actual segundo piso? ¿Existen esos dos elementos?
A la Presidenta le falta un segundo piso de calidad. Lo mismo le falta a todos los partidos. Hoy tenemos una política que está muy atravesada por personalismos, por reacciones inmediatistas, lo que los gringos llaman un sound bite, un mordisco de sonido. Si quieres aparecer en la prensa, y especialmente en la televisión, no hagas ningún argumento, haz una agresión. Bajo el régimen militar estos eran los martes de Merino. Hoy día tenemos algunos políticos de la Concertación, de la Nueva Mayoría y de la oposición, que hacen todos los días sus martes de Merino. Algo que sea jocoso, hiriente e irrelevante. Hay una decadencia de la expresión pública de la política.

El segundo piso no es el problema de fondo en la relación de la DC con la Nueva Mayoría. ¿Qué es lo que pasa ahí?
El problema es muy de fondo y se ha sobresimplificado. Las acusaciones de que la Democracia Cristiana es díscola y que el PPD no quiere a la Democracia Cristiana, es la nada misma. El problema es que la Democracia Cristiana y la izquierda –el PS, el PPD, el Partido Radical y el Partido Comunista- deben entender que si ellos rompieran con la DC, dejan de ser la Nueva Mayoría para pasar a ser, como dijo Sergio Bitar, “la Nueva Minoría”. Se van a transformar en una coalición inútil, que en las próximas décadas no va a acceder nunca al gobierno. Aquí no hay Nueva Mayoría si no hay un entendimiento entre la izquierda y la Democracia Cristiana. Ahora, también es cierto que la DC sola no es nadie.

¿Están obligados a coexistir en el mismo espacio si es que quieren llegar al poder?
Están obligados, pero no en un acuerdo puramente instrumental. Si el precio de estar en la Nueva Mayoría es perder su identidad, la DC se suicida. En consecuencia, deben ser capaces de defender aquellas cosas en que cree.

¿Ha tenido ese espacio?
El gran éxito de la Concertación fue una muy sana convivencia, pero en el último tiempo la Nueva Mayoría está muy atravesada no por una idea socialista, sino que por un populismo agresivo que está en todos los partidos, pero que está más presente en el PPD. La idea de la retroexcavadora es un populismo gratuito. Creo que frente a la reforma universitaria, es muy legítimo que alguien llegue y diga que se cumpla la ley y que no haya lucro, pero sentar toda una política universitaria en el tema del lucro y la gratuidad es una manera de simplificar. No sé si me explico. Entiendo más a un socialista ortodoxo, que cree en la propiedad estatal y que no haya empresarios privados, que un populista que hace un discurso muy duro contra los empresarios, pero que no propone un modelo alternativo. El gran peligro que ronda a la Nueva Mayoría es que nos encontramos constantemente en un discurso que no tiene un contenido de reforma social, sino uno puramente de reparto, de entrega de derechos.

¿Se ha ninguneado a la DC?
No me gusta la palabra.

¿Es poco precisa?
No, yo creo que es más grave. Si hay un sector de izquierda que detesta a la Democracia Cristiana, que lo diga.

¿Los hay?
Por supuesto, hay sectores dentro de la izquierda que detestan a la Democracia Cristiana. En los últimos 25 años, la DC ha perdido diez puntos de respaldo electoral y eso no lo ha ganado ni el PS, el PPD, el PC, ni el Partido Radical.

¿El episodio de Burgos y la Araucanía es parte de esa lógica?
El viaje de la Presidenta a La Araucanía fue un autogol. Una cosa mal hecha de principio a fin.

¿Le pareció grave?
A mí me parece que la reacción de Burgos fue apropiada.

O sea, era grave.
Claro, seamos francos, Burgos es el primer ministro que renuncia al cargo. Y si renunció es porque le pareció grave. El problema son los tipos que son extremadamente agresivos contra la Democracia Cristiana y que disparan contra ella como si fueran dueños de la verdad. Nosotros estábamos de acuerdo en una reforma tributaria que aumentara la carga tributaria, pero no de la forma en que se hizo. Lo mismo pasó con la reforma educacional, donde el gobierno ha tenido seis o siete criterios distintos respecto a la gratuidad. Es evidente que se ha creado un cuadro de desorden donde todo el mundo se siente incómodo.

Se suponía que todo esto se corregía con la llegada de Jorge Burgos y de Rodrigo Valdés.
Yo creo que Burgos y Valdés han hecho su trabajo, pero la política es una faena difícil. Si sacamos las reformas para afuera, este ha sido un año muy difícil desde el punto de vista económico y este gobierno cometió errores en esa materia. Subestimó la crisis china, el impacto de la caída de las materias primas, y el gasto que iban a significar ciertas cosas, por ejemplo la gratuidad universal. Así se creó un cuadro complejo y tenemos que mirar con mucho realismo el año 2016.

¿Qué implica ser realista?
No es políticamente correcto, pero en este cuadro de inseguridad prefiero que la reforma laboral sea acotada, donde la CUT ni la Confederación de la Producción y del Comercio se sientan vencedoras. Si los empresarios se sienten derrotados, vamos a crear una nueva inseguridad en la economía en un momento muy difícil. Hay algunos simplistas que dicen es que eso es neoliberalismo. Por favor, los ajustes de Cuba son feroces, para qué decir los ajustes que hizo la política económica soviética cuando tuvo dificultades.

Eso va a generar discusión desde la CUT.
En eso consiste el liderazgo. Se necesita alguien que corte el queque con sentido nacional. En eso consiste la política, es el arte de lo posible y quienes no son capaces de arbitrar esas fuerzas contrarias hacen mala política.

Cuando Michelle Bachelet llegó al gobierno lo posible era todo.
En la política nunca todo es posible.

¿Cuál ha sido el error de la Presidenta en llevar adelante su programa?
Siempre he dicho que en los titulares estoy de acuerdo. Sí a la reforma tributaria, sí a la reforma educacional, sí a una reforma laboral que fortalezca el poder de negociación de los sindicatos, sí a una reforma constitucional.

¿Y cuál es el error?
Que la reforma tributaria fue mal hecha, mal diseñada, que la educacional ha sido el ejemplo de como no se debe hacer una política pública.

¿La Democracia Cristiana es el ala neoliberal de la Nueva Mayoría?
El neoliberalismo está muerto desde hace mucho tiempo. Es un eslogan sin sentido. Que haya equilibrio fiscal, que las políticas monetarias se hagan de manera responsable, tener un Banco Central autónomo, que se cuide la inflación, son políticas que aplican todos los buenos gobiernos en el mundo. No le llamemos a eso neoliberalismo. Hoy día, el gran tema es cómo regulamos el capitalismo. Entonces, decir que la Democracia Cristiana es neoliberal es un sinsentido, es como si dijera que a la izquierda le corresponde la irresponsabilidad fiscal y la corrupción. Esas son caricaturas.

A las exautoridades DC que firmaron la polémica carta que circuló en El Mercurio los trataron de neoliberales.
Quiero reivindicar el derecho de una persona a criticar la política de su partido. Lo contrario es stalinismo. Otra cosa es que esté de acuerdo. A mí me pareció que la carta no tenía propuestas concretas. Lo importante de esto es respetar el derecho a expresar los matices.

¿Y eso se ha respetado?
Yo creo que algunas reacciones frente a esa carta han sido destempladas. Descalificar a la gente diciendo no, es que estos son el ala empresarial, por favor.

“Los aristócratas de la DC”, decía una nota en un diario.
Entonces los otros serán los rotos. Por favor, no olvidemos la tolerancia. Así no se discute. A este país le hacen falta unas dosis de tolerancia. Qué queremos, que esto sea una estructura stalinista donde solo habla el súper jefe y los demás obedecen. Un partido democrático es un partido donde la gente viene y dice sabe qué más, yo no estoy de acuerdo. Más que la carta, me molestó la reacción de algunos, de descalificar a quienes la firmaban, porque no era necesario, porque es injusto e impide el debate.

¿Cuánto pesa hoy día la Democracia Cristiana dentro de la Nueva Mayoría?
Yo creo que pesa bastante. Lo peor que le podría pasar a la izquierda es que producto de no haber contrapeso terminara volviendo a ideas añejas. En cambio, el hecho de que adentro de la Nueva Mayoría haya estas visiones obliga a una convergencia.

¿En esta crisis salió más empoderado Burgos?
Yo creo que salió bien. Primero, porque al presentar su renuncia demostró que no está apernado al poder y al hacerlo en términos correctos demostró una actitud de respeto a la presidencia y hacia los partidos. En la vida política chilena, gestos como el de Burgos son muy valorados.

No faltaron quienes dijeron que estaba posicionado para Presidente…
Siendo bien franco, la pereza intelectual se produce cuando juzgamos la política y la primera pregunta es quién va a ser presidente. La verdad es que faltan dos años, encuentro que es absurdo.

¿Usted se siente convocado por la Nueva Mayoría?
Yo me siento convocado a un buen pacto de centro izquierda. Ahora, creo que fue mucho más eficiente como pacto la Concertación.

¿La Nueva Mayoría tiene posibilidades de salvarse como pacto?
Yo sería partidario de que se salvara. A mí me gusta un acuerdo de centro izquierda, creo que para este país es lo mejor que le puede pasar, pero también eso se puede destruir. Si eso pasa, eso significa abrirle las dos puertas a la derecha para que entre al poder.

Da la sensación de que esa opción toma fuerza.
A este país no le gusta la derecha. La única manera de que la derecha pueda volver es que nosotros terminemos haciendo un muy mal gobierno.

Parece que no están tan lejos.
Yo creo que ese es un problema. Si el gobierno no acota su programa a un conjunto de metas posibles y se diluye en un número indeterminado de reformas, ninguna de las cuales resulta, la Presidenta corre el riesgo de quedar en la historia como la persona que le entregó dos veces el poder a la derecha. Eso es muy grave y si fuera su asesor, le diría que de esto nos tenemos que preocupar. Eso no es una agresión a la Presidenta, es una advertencia de lo que nos puede pasar.

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