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Cultura

21 de Febrero de 2016

Álvaro Bisama barre el piso con la gala de Viña pero salva a Luli, “la heroína accidental”

"Rubén Campos usó el adjetivo "divino" hasta la náusea; Francisca García Huidobro interrumpió a Campos y gritó encima de él todo lo que pudo; Julio César Rodríguez elogió de modo patético y empalagoso las colleras de Francisco Mandiola (director ejecutivo del canal) y le miró obscenamente el escote a todas las mujeres que entrevistó".

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En su columna en La Tercera, el escritor y crítico de televisión, Álvaro Bisama, comentó la gala del Festival de Viña del Mar, realizada el pasado viernes.

En ella, criticó buena parte del show, aunque rescató ciertos momentos como la aparición de Luli, vitoreada por el público.

El escritor cuestionó la apertura con Ricardo Montaner y su “pianito”, catalogándolo como “perturbador”. “Montaner es una estrella pop pero también un sinónimo del ridículo que puede llegar a aterrizar en Viña, de ese vértigo donde todo queda suspendido en el aire mientras el Festival se convierte en un agujero negro que se devora la pauta noticia de una semana completa. Aquello es algo que pasa hace décadas y sigue pasando ahora”.

A renglón seguido, Bisama escribió que “la alfombra roja sirvió para que todos los rostros contratados cumplieran su papel con eficacia. Rubén Campos usó el adjetivo “divino” hasta la náusea; Francisca García Huidobro interrumpió a Campos y gritó encima de él todo lo que pudo; Julio César Rodríguez elogió de modo patético y empalagoso las colleras de Francisco Mandiola (director ejecutivo del canal) y le miró obscenamente el escote a todas las mujeres que entrevistó”.

“Así lo mejor de “la gala de las galas” fue lo que se salió de ese libreto; lo inesperado, lo extraño, lo vulgar. Ahí, quizás, fue más impresentable y entretenida la previa que transmitió el canal donde, en un arranque kitsch, exhibieron un maletín con 100 millones de pesos en joyas”, indicó.

“O la aparición imposible de Di Mondo, vestido con una máscara compuesta por varios rostros y fabricada con miles de cristales de colores. Di Mondo, que viene de Nueva York pero también de la provincia chilena, era un alien que exhibió en el show todo lo que Chilevisión quiso quitarle: delirio, surrealismo y sentido del espectáculo. O la aparición de Nicole Moreno, “Luli”, vitoreada por el público como una estrella inesperada”.

Bisama se rinde ante la figura de Moreno, que estrenó un look mucho más sobrio que su usual estilo en la alfombra roja. El novelista la calificó como una “figura excepcional, capaz de sobrevivir en el océano de crueldad de nuestra cultura popular a pesar de que todas las apuestas estuviesen en su contra. Eso la hizo lo más interesante de la gala porque terminó de apuntalar a una heroína accidental hecha a golpes de paradoja; acaso una estrella real construida con los materiales bizarros de nuestra cultura del espectáculo pero también con la ingenuidad de quien piensa que la tele es una utopía que permite alguna clase de cambio social. Por pocos minutos, Luli puso en pantalla todo lo que le faltó a la fala a pesar de su gigantesca producción y su atención mediática;: la condición impredecible de un falso riesgo televisivo, ese glamour plástico que es lo único que le podamos exigir a Viña”.

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