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Nacional

21 de Febrero de 2016

Columna en El Mercurio compara la Caravana de la Muerte con los tribunales de justicia

"En toda sociedad, hay ciertas culpas que, por una u otra razón, actúan como manchas en la historia y afectan el presente. Los aztecas por ejemplo necesitaban recurrir a los sacrificios humanos para asegurar que se mantendría el orden cósmico, que les aseguraba su poderío. Morían unos pocos pero por el bien del pueblo".

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exmilitares caso quemados A1

“¿Qué diferencia hay entre los tribunales de justicia y la tristemente célebre “Caravana de la muerte”? Muchísimas, sin duda, aunque ambos consideren que su función es hacer justicia”.

Así comienza su columna titulada “La Caravana de la Corte”, el profesor de la Universidad de Los Andes, Joaquín García-Huidobro. En ella realiza una dura crítica a los tribunales por condenar a violadores de los Derechos Humanos con avanzada edad, como ocurrió hace unos días con cuatro criminales de la siniestra unidad de criminales que recorrió Chile exterminando disidentes.

El tribunal “tiene que juzgar de forma pareja e incluso debe tener presente si el imputado está en reales condiciones de ejercer sus derechos”, escribe, citando además la película de Steven Spielberg “Puente de Espías” para preguntarse: “¿Vamos a reconocer a nuestros enemigos ciertos derechos básicos, como el debido proceso o -como pensaba la gente de la CIA- cuando se trata de un espía ruso estamos dispuestos a hacer una excepción y saltarnos nuestras propias reglas?”.

A renglón seguido, critica la figura del secuestro permanente, tesis judicial que ha permitido el encarcelamiento de violadores de los DDHH. “Nuestros tribunales vienen haciendo cosas que saben que no son verdad, como sucede con la tesis del secuestro permanente. Es una solución ingeniosa, qué duda cabe, que tiene buena prensa, y no trae consigo ningún costo, salvo la degradación en que incurre quien sabe que está juzgando con falsedad. Pero esa forma de corrupción no es punible, aunque signifique una perversión de la justicia”.

Además, dice que tal como la Corte Suprema respetó la prescripción en el caso de Galvarino Apablaza, debería hacer lo mismo con los militares condenados por violar los Derechos Humanos al amparo del Estado.

En relación a uno de los involucrados en la Caravana de la Muerte y su traslado a Punta Peuco la semana pasada, el columnista dice que “en nuestras cárceles comunes no hay personas 89 años, que estén afectadas por un cáncer que difícilmente se pueden mover y cuya mujer padece cáncer terminal al pulmón y al colon, salvo que sean militares condenados por gravísimos delito”.

Enseguida, pone en cuestión la veracidad de los relatos de la Caravana de la Muerte. “Si los relatos que se cuentan sobre la “Caravana…” son verdaderos, entonces eso es una razón más para alejar cualquier resto de arbitrariedad en el juicio y condena de sus integrantes”.

En su visión, todo se trata del pago de una culpa. “En toda sociedad, hay ciertas culpas que, por una u otra razón, actúan como manchas en la historia y afectan el presente. Los aztecas por ejemplo necesitaban recurrir a los sacrificios humanos para asegurar que se mantendría el orden cósmico, que les aseguraba su poderío. Morían unos pocos pero por el bien del pueblo”.

“En nuestros tiempos los procedimientos son más sofisticados. Alguna vez fue el marxismo, al que había que extirpar como uno se opera de un cáncer (lo que casualmente coincidía con la extirpación de los marxistas). Eso nos dejaba tranquilos, porque nos hacía pensar que la locura de la UP se explicaba tan solo por la maldad de una ideología y de sus adherentes, sin que tuviésemos que examinar la conciencia. Ahora son los militares condenados por derechos humanos”.

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