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Opinión

9 de Junio de 2016

Columna de Nayo Aragón: Perú (una vez más) eligiendo el mal menor

Si bien un Fujimori no será presidente, dados los antecedentes de Kuczynski, no sería extraño que este se termine alineando con los representantes o valores del fujimorismo. No hay que olvidar que estos últimos ostentan la mayoría absoluta en el Congreso, con 78 representantes. Esta es una historia que se repite una y otra vez en el Perú. Hace cinco años Ollanta Humala entró apoyado por una coalición cercana a la izquierda, pero a los dos meses ya estaba transando con la derecha. Estas pateadas de tablero son clásicas en mi país.

Nayo Aragón
Nayo Aragón
Por

Kuczynski EFE

Mientras escribo estas líneas, y con el 99.069% de los votos escrutados por la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Pedro Pablo Kuczynski aventaja a Keiko Fujimori por aproximadamente 57 mil votos, convirtiendo a esta en una de las elecciones más reñidas de la historia del Perú.

Si bien aún faltan por procesar 988 actas (de un total de 77.307), y a pesar del alboroto generalizado en las calles por la cada vez más estrecha diferencia de votos entre los candidatos, muchos especialistas coinciden en que la derrota de la heredera de Alberto Fujimori es irremontable. Por lo mismo, me atrevo a sacar algunas conclusiones. Pero antes, hagamos un poco de historia.

Pertenezco a un medio de comunicación llamado La Mula. Comenzamos el 2009 como una plataforma web de periodismo ciudadano, un soporte para que cualquier persona pudiera armar su blog y escribir en él. Al poco tiempo, nos vimos en la obligación de conformar un equipo editorial y de redacción estable, que actualmente tiene como colaboradores a más de 200 blogueros, entre colectivos, ONG, instituciones, individuos y agrupaciones políticas.

En el Perú, más del 70 por ciento de la totalidad de los medios –radio, papel y televisión- es propiedad del Grupo El Comercio. En ese contexto surge La Mula, con la intención de democratizar el mapa mediático y ocuparnos de la pauta que los medios hegemónicos dejan de lado. Hacemos periodismo ciudadano y riguroso. Conformamos una comunidad con ideas claras y ganas de bregar hacia el mismo lado.

Fuimos uno de los actores principales de las marchas conocidas como “Keiko no va”. En período de campaña, nos ocupamos de promover la convocatoria de las tres manifestaciones que se sucedieron en contra de Keiko Fujimori y, de cierta forma, de coordinar a los distintos actores sociales. Estas marchas lograron congregar, sólo en Lima, a más de 70 mil personas cada una y en ellas desfilaron distintos movimientos sociales, referentes políticos progresistas y de izquierda como Verónika Mendoza, excandidata del Frente Amplio. Fuimos el único medio en transmitir en directo toda la última gran manifestación contra Keiko el 31 de mayo pasado. Es curioso como esta masividad nunca pudo ser replicada en los mítines de Keiko o PPK, quien recibió un tremendo apoyo de agrupaciones sólo por el hecho de no tener el apellido Fujimori. El grueso de los votantes de PPK, son personas autoconvocadas de distintas corrientes políticas que no necesitan sentir una real simpatía por el “Gringo”, les basta desdeñar la idea de otro período fujimorista.

Quiero creer que con La Mula hemos hecho un buen trabajo sensibilizando a la gente no sólo del terrible pasado de la familia Fujimori, sino que además de las nefastas proyecciones que hubiese tenido su gobierno. El líder del fujimorismo, Alberto, está condenado en un juicio que se enseña en las aulas de derecho de todo el mundo. Sería majadero recordar la cantidad abrumadora de pruebas de lo corrupto que fue su gobierno y de las aberraciones que cometió en materia de Derechos Humanos.

El hasta ahora improbable –esperemos que siga así- triunfo de Keiko hubiese significado la reivindicación de ese pasado, la instauración de la extrema derecha en el gobierno y el consecuente recorte de los derechos sociales que se han ido ganando en los 15 años de democracia en el Perú.

En estas elecciones, la complicada geografía del Perú nos ha jugado una mala pasada. Ella ha dificultado el conteo y posterior registro de las mesas de votación alojadas en las zonas más lejanas y de difícil acceso del país, como la amazonía. El margen es muy estrecho, y eso ha generado cierto pánico en la población. Por momentos pareciera que todos en la calle se volvieron estadistas. A esta hora, la gente en los bares y las plazas no hace más que sacar cuentas y hablar de cifras entre ellos. Pero pese a algunas opiniones más pesimistas, lo más probable es que para el fin de semana tengamos un resultado de quién ganó la presidencia.
En este escenario, hay que posicionarse en qué se viene para el Perú con PPK al mando.
Kuczynski es un hombre que históricamente ha priorizado el modelo económico neoliberal por encima de la democracia, la historia y la dignidad del país.

En 2011, cuando Humala y Fujimori pasaron a segunda vuelta, PPK apoyó pública y abiertamente a Keiko. Recuerdo un acto público en la Plaza Dos de Mayo donde él comprometió su trabajo, para, en sus palabras, generar un gobierno “tan bueno como el de su padre”. Cuando se esfume parcialmente el pánico actual, será hora de recordar quién es PPK y qué es lo que verdaderamente representa.

Si bien un Fujimori no será presidente, dados los antecedentes de Kuczynski, no sería extraño que este se termine alineando con los representantes o valores del fujimorismo. No hay que olvidar que estos últimos ostentan la mayoría absoluta en el Congreso, con 78 representantes.
Esta es una historia que se repite una y otra vez en el Perú. Hace cinco años Ollanta Humala entró apoyado por una coalición cercana a la izquierda, pero a los dos meses ya estaba transando con la derecha. Estas pateadas de tablero son clásicas en mi país.

La gobernabilidad también será un dolor de cabeza para PPK. Hay que recordar que en primera vuelta, los votos nulos, blancos o viciados sumaron más que los votos obtenidos por Keiko, quien fue la candidata con mayor preferencia en esa ocasión.

Entonces, con un Congreso fujimorista –pero que no es representativo de la población- y un amplio sector del país con los que PPK nunca dialogó durante la campaña (si a eso que hizo se le puede llamar “campaña”), va a ser un escenario, cuando menos, turbulento.

Pareciera que como sociedad tuvimos, una vez más, que inclinarnos por el mal menor. Ahora nos corresponde un desafío mayor, que es el de fiscalizar muy de cerca a la nueva administración. Porque si PPK resulta ganador de la elección, lo será gracias a la movilización de la sociedad civil, al apoyo de Verónika Mendoza y a todos los indignados que no olvidaron las atrocidades cometidas por el fujimorismo. Ya que si fuera por sus ideas, o peor, por su carisma, Pedro Pablo Kuczynski nunca habría ganado.

*Antropólogo y redactor de La Mula (www.lamula.pe)

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