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Mundo

9 de Noviembre de 2016

El editorial de New Yorker y el triunfo de Donald Trump: “Un suceso asqueroso en la historia de EE.UU.”

"La elección de Donald Trump a la Presidencia no es otra cosa que una tragedia para la república americana, una tragedia para la Constitución y un triunfo para las fuerzas nacionales e internacionales de nativismo, autoritarismo, misoginia y racismo...Es imposible reaccionar a este momento con nada menos que repugnancia y profunda ansiedad", escribió sin pelos en la lengua el medio gringo.

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Trump EFE

“La elección de Donald Trump a la Presidencia no es otra cosa que una tragedia para la república americana, una tragedia para la Constitución y un triunfo para las fuerzas nacionales e internacionales de nativismo, autoritarismo, misoginia y racismo. La triunfal victoria de Trump, su ascenso a la Presidencia, es un suceso asqueroso en la historia de Estados Unidos y de la democracia liberal. El 20 de enero de 2017, nos despediremos del primer Presidente afroamericano -un hombre de integridad, dignidad y espíritu generoso- y seremos testigos de la inauguración de uno que hizo poco para rechazar el respaldo de las fuerzas de la xenofobia y la supremacía blanca. Es imposible reaccionar a este momento con nada menos que repugnancia y profunda ansiedad”.

Así comienza el editorial realizado por The New Yorker, escrito en el que se advierte que “hay, inevitablemente, miserias por venir”. En esa línea mencionan que se percibirá “una Corte Suprema cada vez más reaccionaria; un endemoniado Congreso derechista; un Presidente cuyo desdén por las mujeres y las minorías, las libertades civiles y los hechos científicos, por no hablar de la simple decencia, ha sido repetidamente demostrado”.

A renglón seguido, el medio gringo afirma que el magnate será “una vulgaridad sin límites, un líder nacional libre de conocimientos que no sólo hará caer los mercados, sino que hará que el miedo entre en los corazones de los vulnerables, los débiles y, sobre todo, las muchas variedades de otros a quienes ha insultado profundamente”.

En este punto, el editorial señala que en los próximos años se verá realmente la fortaleza o fragilidad de las instituciones estadounidenses: “Será una prueba de nuestra seriedad y resolución”, dijo.

En otros pasajes del escrito, The New Yorker reconoce que el triunfo del multimillonario “es un golpe aplastante para el espíritu”. La sorpresa apunta a que “todo el tiempo, Trump parecía una caricatura retorcida de todos los reflejos podridos de la derecha radical… Es un evento que probablemente hará pasar al país en un período de incertidumbre económica, política y social que aún no podemos imaginar. Que el electorado, en su pluralidad, haya decidido vivir en el mundo de la vanidad, el odio, la arrogancia, la mentira y la temeridad de Trump, su desdén por las normas democráticas, es un hecho que llevará inevitablemente a todo tipo de declive y sufrimiento nacional”.

La publicación añadió que “George Orwell, el más intrépido de los comentaristas, tenía razón al señalar que la opinión pública no es más innatamente sabia que los seres humanos son innatamente amables. La gente puede comportarse de manera tonta, temeraria, autodestructiva en el agregado como puede hacerlo individualmente. A veces todo lo que requieren es un líder de la astucia, un demagogo que lee las olas de resentimiento y los monta a una victoria popular”.

“La cuestión es que la libertad relativa que disfrutamos depende de la opinión pública”, escribió Orwell en su ensayo “Libertad del Parque”. “La ley no es una protección. Los gobiernos hacen leyes, pero si se llevan a cabo, y cómo la policía se comporta, depende del temperamento general en el país. Si un gran número de personas están interesadas en la libertad de expresión, habrá libertad de expresión, aunque la ley lo prohíba; Si la opinión pública es lenta, las minorías inconvenientes serán perseguidas, incluso si existen leyes para protegerlas”, alertó.

Al mismo tiempo, el editorial afirmó que en el futuro próximo “los comentaristas, en su intento por normalizar esta tragedia, también encontrarán formas de desestimar el comportamiento destructivo del FBI, la interferencia maligna de la inteligencia rusa, el paso libre -las horas de cobertura ininterrumpida y sin mediación de sus manifestaciones- Trump por televisión por cable, particularmente en los primeros meses de su campaña. Se nos pedirá contar con la estabilidad de las instituciones norteamericanas, la tendencia de los políticos más radicales a reprimirse cuando sea admitido en el cargo. Los liberales serán amonestados como presumidos, desconectados del sufrimiento, como si muchos votantes demócratas no estuvieran familiarizados con la pobreza, la lucha y la desgracia. No hay razón para creer esta palabrería. No hay razón para creer que Trump y su grupo de asociados-Chris Christie, Rudolph Giuliani, Mike Pence y, sí, Paul Ryan- estén de humor para gobernar como republicanos dentro de los límites tradicionales de la decencia”.

“Resentimiento”. Esa es la plataforma que da sustento a la elección de Trump para The New Yorker. En esa línea enfatizó que “Trump no fue elegido en una plataforma de decencia, justicia, moderación, compromiso y el imperio de la ley… El fascismo no es nuestro futuro; no puede ser; No podemos permitir que sea así, pero esta es seguramente la manera en que el fascismo puede comenzar”.

Pese a que reconoció que Hillary Clinton era “una candidata defectuosa”, el medio resaltó que era “una líder inteligente y competente”, que bien, “nunca superó su imagen entre millones de votantes como indignos de confianza y derecho. Parte de esto fue el resultado de su instinto de sospecha, desarrollado a lo largo de los años después de un escándalo falso tras otro. Y sin embargo, de alguna manera, no importa cuánto tiempo y dedicó su serio servicio público, ella era menos de confianza que Trump, un flim-flam hombre que engañó a sus clientes, inversionistas y contratistas; Un hombre hueco cuyas innumerables declaraciones y comportamientos reflejan a un ser humano de sombrías cualidades: codiciosos, mendaces y fanáticos. Su nivel de egoísmo rara vez se exhibe fuera de un entorno clínico”.

“Todo es una imagen sombría. A última hora de la noche, cuando los resultados venían de los últimos estados, un amigo me llamó lleno de tristeza, lleno de ansiedad sobre el conflicto, sobre la guerra. ¿Por qué no dejar el país? Pero la desesperación no es respuesta. Combatir el autoritarismo, exhortar mentiras, luchar honrosamente y ferozmente en nombre de los ideales americanos, eso es lo que queda por hacer. Eso es todo lo que hay que hacer”, sentenció el editorial.

(Video) El discurso completo de Donald Trump: “Para aquellos que decidieron no respaldarme…” – The Clinic Online

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