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Opinión

1 de Diciembre de 2016

Entrevista póstuma a Juan Reinaldo Sánchez, exguardaespaldas de Castro: “Fidel no renunció a vivir la vida de manera capitalista”

Durante casi veinte años fue parte del anillo de seguridad del comandante. Conoció todos sus secretos, lo cuidó incluso de posibles ataques -era el primero en meterse al mar por si un tiburón lo atacaba- y terminó por descubrir la faceta menos glamorosa del líder de la revolución cubana: su intimidad. Un día decidió renunciar y rompió el secreto profesional de no revelar nada en su libro “La vida secreta de Fidel Castro”. En enero de 2015, le mandamos un cuestionario para que Juan Reinaldo Sánchez lo respondiera en Miami, donde había llegado huyendo del régimen castrista que lo había encarcelado durante dos años. Poco tiempo después, fallecería de un cáncer fulminante. Aquí, el exguardaespaldas saca algunos trapitos al sol.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

Entrevista-póstuma-a-Juan-Reinaldo-Sánchez-foto-D.R

¿Qué lo llevó a contar la verdadera historia del comandante?
-La idea de contar La Vida Secreta de Fidel Castro me surgió en la prisión. Allí me di cuenta de toda la información que yo tenía por el solo hecho de querer separarme de él, al pedir mi jubilación, el propio Fidel me liberaba del llamado secreto profesional, o sea, de guardar toda la información que yo tenía con relación a su vida íntima. Otra motivación fue que siempre su vida íntima se había tratado en Cuba como secreto de Estado y la opinión pública tenía una idea de Fidel muy diferente a la realidad y era justo que conocieran al verdadero.

¿Cómo es la vida secreta de Fidel Castro?
-Difiere mucho de su vida pública, mientras que en público da la apariencia de ser un revolucionario honesto, sencillo, modesto, austero y amable, en su vida íntima está rodeado de los placeres del capitalismo que tanto crítica, es el centro, e impone su voluntad en todo momento.

¿Cómo llegó a ser su guardia personal?
-En realidad, ni yo mismo me di cuenta. Me enteré muchos años después, cuando ya era escolta, que desde la secundaria me estaban observando para ingresar a su grupo de seguridad personal. Ingresé como un muchacho más, pasé mi servicio militar, y desde ese momento fui tomando responsabilidades dentro de los diferentes anillos de protección que conforman la seguridad de Fidel Castro, hasta mayo de 1977, cuando me designan para formar parte de su escolta personal.

¿Lo admiraba en ese tiempo?
-En realidad, Fidel Castro para mí era lo más grande e importante que existía. Yo estaba dispuesto a dar mi vida por él en cualquier momento. Pero todo se vino abajo cuando oí una conversación entre él y su ministro del Interior donde compruebo que es Fidel Castro quien estaba dirigiendo el narcotráfico en Cuba. Ese ídolo ahí se me vino abajo y sentí una desilusión tan grande que decidí separarme de su lado. En ese sentido, Fidel tiene la mentalidad de un pirata del Caribe. Navega en la informalidad, sabe de contrabandos…

¿Cuáles eran sus labores como guardaespaldas?
-Mis responsabilidades consistían, principalmente, en garantizar la vida e integridad física de él en cualquier lugar y momento. Después me fueron asignadas misiones colaterales, como llevar las anotaciones de su diario personal, ser el responsable de toda la preparación y el entrenamiento de los demás miembros de la escolta y componer la avanzada de los viajes al exterior.

¿Lo hacían probar la comida de Fidel?
-Los alimentos que ingiere Fidel son analizados por especialistas en alimentos, pero en ocasiones no se contaba con el tiempo ni con los medios para analizarlos. Algunas veces no tuve más remedio que probar los alimentos y hacérselo probar a la persona que lo traía. Si esa persona no los probaba, entonces no permitía que llegaran a Fidel.

¿Cuántas veces han intentado matarlo? ¿Hay mucho mito en eso o no?
-La seguridad cubana plantea que a Fidel le han realizado más de 600 atentados. En realidad, esa es una cifra bastante exagerada porque en primer lugar a Fidel nunca le han realizado un atentado, ninguno se llevó a cabo. Sí hubo intentos, pero yo diría que menos de 100 tuvieron posibilidad de realizarse.

Es cierto que tenía que meterse al mar para proteger a Fidel de los tiburones o lavarle los calzoncillos aparte para no contagiarlos con radiactividad.
-No recuerdo haber realizado ninguna tarea ridícula. Las tareas y misiones que realicé tenían un sentido y un porqué. Y si es verdad que en las actividades de pesca submarina yo tenía la responsabilidad de protegerlo contra los posibles ataques de tiburones, barracudas y morenas, esa era mi misión en el mar. En cuanto a su ropa, no hay necesidad de que un escolta tenga que lavársela. Hay una lavandería en el Palacio de la Revolución que se encarga de todo eso. Nosotros únicamente la revisábamos con los equipos adecuados para detectar posible radioactividad o presencia de otros elementos que pudieran atentar contra su salud.

¿Era muy difícil trabajar con Fidel?
-Yo me mantuve tanto tiempo en la escolta porque siempre preservé la distancia entre él y yo. Fidel era el jefe y yo el subordinado. Si me dirigía la palabra, yo respondía “si o no”. No trataba de hablarle o sonsacarle ninguna conversación y, por supuesto, como tenía en mi poder su diario personal, eso me mantenía bien informado de todas sus actividades. Podía responderle objetivamente en caso de que me preguntara. Pero siempre guardé la distancia como una cuestión de respeto. También me tocó prepararlo físicamente a él y a la escolta: cuatro horas de footing, musculación y class combat una hora al día.

DOS PERSONALIDADES

¿Cómo era un día a día con él? ¿De qué estaba preocupado?
-Los días de trabajo eran muy dinámicos, siempre habían variantes en cuanto a lugares visitados y personas, por lo que el trabajo no es nada monótono.

¿Cómo definiría a Fidel Castro?
-La definición que puedo hacer de Fidel es que es un ser egocéntrico, necesita del reconocimiento de los que lo rodean y, además, una persona muy autoritaria, incapaz de asimilar una crítica y que en público hace un esfuerzo descomunal para dar la impresión de afable, comprensible, y abierto a cualquier crítica y sugerencia, pero con momentos de furia ante una situación que le incomoda. En su personalidad vemos un híbrido: una mezcla entre lo que aparenta ser en público y su vida privada. Podemos decir que él mismo maneja y utiliza dos personalidades diferentes.

¿Admira a alguien o solo a sí mismo?
-Fidel no es de admirar a alguien. Fidel respeta y tiene amistad con determinadas personas que pueden aportarle algo. Ha estudiado desde muy joven a grandes personalidades como Napoleón, Bolívar, Hitler, Alejandro Magno. Y ha tomado de ellos determinados elementos que ha utilizado en su propia vida.

¿Es de verdad austero o vive de lujos?
-En cuanto a su austeridad, solamente la manifiesta en público porque en su vida privada no es así. Fidel está rodeado de lujos. No bebe ron cubano, sino whisky Chivas Regal de 12 años. Tiene yates, cotos de caza, le gustan los buenos vinos, buenos quesos, los mariscos. De manera que la austeridad de Fidel Castro deja mucho que desear realmente. No renunció a vivir la vida de manera capitalista, ni optó por vivir en la austeridad.

¿Por qué nunca se ha cortado la barba?
-Fidel nunca se ha quitado la barba, así como usaba regularmente el uniforme verde olivo, lo hacía por una cuestión de comodidad. Él planteaba que era muy engorroso tener que levantarse todos los días y afeitarse, buscar combinaciones de ropas, y estar expuesto a las críticas que pudiera conllevar. Era mucho más práctico dejarse la barba y llevar el uniforme verde olivo.

¿Tiene fortuna?
-En el libro, detallamos no sólo su fortuna de más de 2 mil millones de dólares, sino de las mansiones y otras pertenencias que tiene dentro del territorio nacional.

¿Cómo es la relación de Fidel con su hermano Raúl? ¿Se llevan bien o no tanto?
-Las relaciones entre Fidel y Raúl son muy fuertes, yo diría que si hay una persona que Fidel aprecia sinceramente es a Raúl Castro. Siempre se ven, al menos dos veces por semana, se llaman constantemente por teléfono y Raúl es incapaz de hacer algo sin consultarle. Fidel es para Raúl como un padre, siempre estuvieron juntos, aun cuando Raúl era prácticamente un adolescente. Y sí, Raúl lo respeta mucho y teme cualquier crítica o señalamiento proveniente de su hermano.

¿Cómo eran las relaciones de Fidel con las mujeres?
-No era el típico mujeriego cubano, podía incluso tener 3 amantes, a la vez, pero esas amantes las mantenía durante años y, hasta donde sé, salvo algunas infidelidades que detallamos en el libro, mantenía esas relaciones por mucho tiempo. Yo le conocí al menos cinco amantes. Claro que antes de trabajar con él existieron otras, pero a esas no las conocí personalmente.

También era amante de las armas, dicen.
-Siempre tiene a su lado algún tipo de armamento. Por ejemplo, detrás de su asiento en su automóvil tiene su pistola y en los pies un fusil AKM. En el maletero, además, lleva su fusil preferido que siempre lo pone al lado de la cama en cualquier lugar que pasa la noche.

¿Si amaba tanto las armas por qué ninguno de sus hijos siguió la carrera militar?
-En la etapa en que fui su escolta lo vi como un padre poco afectuoso con sus hijos. Siempre primaba más el respeto que el cariño en las relaciones. Los hijos de Fidel con Dalia Soto nunca se han interesado por asumir una carrera militar. Siempre han vivido de su condición de hijos. Fidel ha enviado fuera de Cuba a miles de internacionalistas civiles y militares, pero ninguno de sus hijos ha sido uno de ellos. Exige sacrificios al pueblo de Cuba, pero sus hijos nunca se han sacrificado por ninguna de las ideas que promulga su padre, y él los ha apoyado en este sentido. Yo diría que los hijos de Fidel han vivido de la revolución y no han vivido para la revolución.

¿Cuándo terminó por defraudarse de él? ¿Por qué desertó?
– Yo aproveché la oportunidad que tuve en el año 1994, cuando ya tenía mis años de trabajo requeridos y mi edad para solicitar mi retiro del lado de Fidel Castro. Ese fue el botón que estalló el explosivo. Nunca antes ningún escolta había solicitado por voluntad propia separarse de su lado. Ahí empezaron mis penas. Fui a prisión dos años, y después de salir de ella, sufrí el constante hostigamiento por parte de la seguridad del Estado sobre mi persona. Sabían la información que yo tenía y querían tenerme controlado. Afortunadamente me escapé de Cuba ilegalmente en el 2008 y gracias a eso hoy puedo contarle al mundo sobre Fidel Castro.

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