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Opinión

2 de Marzo de 2017

Columna: La polémica gaviota de plata que desplumó el aborto en Viña del Mar

El Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar es el evento artístico – cultural más vistoso e importante de cada temporada estival que cumplió 58 años de existencia en Chile. De un festival de canciones de verano terminó convertido en un certamen de artistas y shows estelares con invitados de fama internacional. Todos […]

Victor Hugo Robles
Victor Hugo Robles
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El Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar es el evento artístico – cultural más vistoso e importante de cada temporada estival que cumplió 58 años de existencia en Chile. De un festival de canciones de verano terminó convertido en un certamen de artistas y shows estelares con invitados de fama internacional. Todos los años la competencia de canciones pasa casi inadvertida frente a la promoción de los artistas y las bandas musicales que acompañan sus agitadas e iluminadas presentaciones. Este 2017 fue distinto por la insólita controversia que desató la representante de Cuba, Danay Suárez. Desde un principio su música gustó y llamó la atención su rap espiritual alimentado de letras repletas de sentimientos. El público la aplaudió y recibió una alta valoración del jurado. Sin embargo, en la penúltima jornada festivalera, cuando Danay debía presentarse por tercera vez, decidió cambiar la letra de la canción incluyendo evidentes mensajes cristianos y antiabortivos, según consignaron todos los reportes de la prensa acreditada. La misma cantante cubana terminó su actuación señalando: “Sé que acabo de perder la Gaviota pero para mí es importante salvar una vida”.

El hecho se transformó en un caso inédito y obligó a los productores a revisar las bases del concurso. Finalmente, la comisión organizadora junto a la Municipalidad de Viña del Mar, decidió descalificar a la representante de Cuba por el cambio de la letra pero -sorprendentemente- premió su osadía e “inspiración”, regalándole una Gaviota de Plata y 30.000 dólares, el mismo premio del triunfador del certamen, el represente de España, opacando así a la canción ganadora. Los precipitados premios a Danay fueron entregados por la pinochetista alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato que –seguramente- imaginó en este gesto público un símbolo contrario a los discursos feministas y pro abortivos expresados a viva voz en la Quinta Vergara. La “Tía Coty”, como la llaman en la TV, se veía feliz, la misma alegría que dicen sintió una despechada Mariana Aylwin que no perdona el rechazo a su visa turística – política a la isla.

El suceso festivalero fue coronado con un sorprendente discurso de la misma Danay Suárez en el escenario de la Quinta Vergara señalando que ella era una “enviada” de Dios, que su mensaje era para el pueblo chileno, transformándose así de cantante internacional en inoportuna evangelista caribeña. Los medios de comunicación y la prensa especializada destacaron lo curioso, bizarro e increíble del acontecimiento nunca antes visto en la historia del certamen. Las redes sociales de inmediato especularon que el mensaje de la nueva letra de la cantante era un mensaje contrario al aborto. Por su parte, Danay indicó a la prensa: “La canción tiene demasiados mensajes en un espacio de tiempo. Tiene que ver con muchas cosas, entre ellas el aborto”.

El hecho fue desconcertante e inoportuno porque se transformó en una evidente provocación política e ideológica cuando el mismo canal de TV que transmite el certamen –Chilevisión- decidió no respetar las bases del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar 2017 y fuera de todo protocolo, “excepcionalmente”, premió a la descalificada representante de Cuba que de reconocida rapera terminó transfigurada en pastora evangelista anti aborto leyendo pasajes bíblicos en el mismísimo escenario. Lo desconcertante no estuvo en su legítima libertad de creación y expresión, sino en el contexto político – legislativo local en que se emitieron tales mensajes, siendo la misma Danay Suárez la que validó el hecho señalando a la prensa que prefería “aprovechar la audiencia para entregar un mensaje más espiritual. Preferí arriesgar y dar un mensaje, antes de poner un adorno en mi casa, preferí salvar una vida, quizás con una palabra, porque en ese público hay de todo”.

La performance cristiana de la representante de Cuba resultó impropia porque mientras en Chile luchamos por una ley de aborto terapéutico en tres causales en Cuba el aborto es legal y gratuito para todas las mujeres desde el triunfo de la Revolución Cubana. El aborto terapéutico existió en Chile desde 1931 hasta 1989 cuando la dictadura militar decide penalizarlo. La ley de aborto se ha transformado en estos tiempos de post dictadura en una de las más importantes demandas del movimiento social de mujeres, una demanda político – cultural que los activistas de la diversidad sexual hacemos propia. Desgraciadamente, la cantante cubana omitió que en Cuba el aborto es un derecho, mismo derecho que no tienen las mujeres chilenas, usando y abusando del escenario de la Quinta Vergara para sus exaltados intereses espirituales. “La Gaviota de Danay parece que voló a la derecha y no nos dimos ni cuenta”, ironizó el periodista y activista cubano, Francisco Rodríguez, conocido como “Paquito el de Cuba”.

La actuación de Danay Suárez en Viña del Mar atiza la discusión acerca de la presencia del discurso religioso en la esfera pública. Este tema llama la atención de varios estudiosos e intelectuales como Habermas. El hecho generó controversia en las redes sociales y entre grupos feministas y de las diversidades sexuales de Chile y Cuba. Junto con el rechazo al velado mensaje antiaborto de la cantante cubana está en cuestión el sermón cristiano en un escenario laico que busca expresar diversidades más allá de creencias religiosas y restricciones dogmáticas. Los movimientos de mujeres y de las diversidades sexuales en Chile nos hemos visto demasiado agobiados por campañas de la Iglesia Católica e integristas grupos religiosos evangélicos que usan y abusan de los escenarios públicos para condenar nuestras luchas por las libertades sexuales.

Danay Suárez está en su derecho de expresar lo que estime artísticamente pertinente y de librar todas las batallas espirituales que desee pero inquieta la utilización de un escenario público internacional para hablar de los “altares de maldad” porque esos discursos se hermanan a las prédicas de pastores evangélicos locales que persiguen y condenan nuestras diversidades. La Segunda publicó una carta de apoyo a la cantante cubana de un autodenominado “Observatorio de la Cultura de San Juan Pablo II”, firmada por Henry Boys, nuevo referente intelectual de la ultra derecha, sumando así agua santa a su propio molino. La misma Danay Suárez, entrevistada recientemente por Kike Posada en un medio de comunicación de Miami, valoró su actuación en Viña del mar, señalando: “La canción provocó un avivamiento en todas las iglesias de Chile”.

Finalmente, mirado hacia la misma Cuba, sorprende que medios de comunicación de la isla como Cuba Debate o el mismísimo Granma feliciten a una artista connacional, sin reparar en el mensaje cristiano contrario a las políticas públicas cubanas y a la abierta intervención en el debate político chileno respecto de una necesaria y urgente ley de aborto. El activista LGBTI cubano Yadiel Cepero lo señaló acertadamente en las redes sociales: “La noticia debió darse con todos sus elementos, por una parte reconociendo que Danay Suárez fue premiada con una Gaviota de Plata (excepcional) y al mismo tiempo analizando los contenidos de la canción y sus implicaciones para la sociedad chilena y los derechos de la mujer en general. No estamos ante un problema de libertad de expresión. Granma es el órgano oficial de un Partido Comunista que lidera una revolución marxista leninista y martiana, en un estado laico, donde se reconoce el aborto como un derecho de la mujer desde antes de 1959, entonces que aparezca un artículo elogiando a una cantante que gana un concurso no por modificar la letra y romper las reglas del concurso, sino por proyectar un discurso antiaborto, es cuando menos una incoherencia”.

*Por Víctor Hugo Robles, El Che de los Gays

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