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Opinión

16 de Marzo de 2017

Columna de Marcelo Mellado: Episodios para enfrentar un año que terminó antes de comenzar

"A veces me meto al Moneda de Oro y veo un partido tomándome una chela, solito, como corresponde a un amante del fútbol, sin huevones gritones cerca".

Marcelo Mellado
Marcelo Mellado
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1.- La producción
El Colo Colo y la Unión Española fracasaron rotundamente en la Copa Libertadores. Fueron eliminados de manera humillante por adversarios sin mayores pergaminos. La misma suerte correrán la UC, Palestino y O´Higgins en las competencias internacionales. La paradoja del fútbol chileno es que a nivel de clubes es una mierda. Vive uno de sus peores momentos, pero su selección ha sido la más exitosa de nuestra historia deportiva. El fracaso de los clubes es porque el modelo del fútbol profesional es miserable. La razón es simple: los ricos de Chile no invierten en ese espectáculo, porque en general no tienen proyecto deportivo nacional. El fútbol interno debiera reflejar los logros externos, eso le pide una hinchada hambrienta que es seducida toda la semana con una inmensa oferta internacional que tiene a algunos de nuestros futbolistas como protagonistas.

Quiero y no quiero hablar de fútbol, quiero hablar de Chile, y la pelota es mi refugio. Quiero referirme a mi país falli(a)do. Aunque quizás no lo sea tanto. A veces me meto al Moneda de Oro y veo un partido tomándome una chela, solito, como corresponde a un amante del fútbol, sin huevones gritones cerca (a veces es irremediable), casi siempre me voy al medio tiempo, porque la calidad del juego de los chilenos no da para entusiasmarse, excepto el espectáculo del fútbol europeo en el que militan algunos jugadores nuestros. Me estoy volviendo débil, porque me puedo conformar con un buen partido para pasar el día.

2.- El Paisaje
Ahora que tengo la cosa política demasiado cerca -lo que me repele un poco-, siento mayor necesidad de ver fútbol, espero que regularizando lo del yoga, ahora en marzo, mejore mi ánimo. Y se nos viene la cuestión electoral que es lo que más le gusta a la política tradicional, probablemente, la menos interesante o la más insustancial elección chilena de todos los tiempos. Lo más impresionante es la persistencia mediática por darle lugar a algo que no tiene lugar. Nos obligan a verlos y a escucharlos en las noticias, como si fuera interés de la población. Amigos muy cercanos se aferran a esa posibilidad porque lo que ocurrió en mi barrio les sirve de modelo.

Sí, me refiero al Frente Amplio que aparece como una alternativa. La vieja política de alianzas que llene el nicho vacío que dejara la gloriosa UP. Vi llorar a viejos upelientos en la Plaza Victoria cuando ganó Sharp acá en Valpo, yo también me emocioné. El problema de nosotros es más afectivo que político, por eso el triunfo de los que parecen más buenos que los otros nos apela en lo más íntimo. ¿Y todavía tenemos a favor la superioridad moral?

Muchos de mis cercanos entran a trabajar al municipio y me alegro por ello. Y yo cada día me intereso más por la Copa de Europa y el destino de Alexis Sánchez. Él me tinca más en el fútbol italiano que en el español.

3.- La/mi ficción
En la mesa de mi casa porteña, que es un carrete de cable negociado en una bodega de una empresa eléctrica y que me sirve tanto de comedor como de escritorio de trabajo, escribo un cuento referencial llamado La Mesa Política, en que la política, sin ir más lejos, aparece como el último reservorio del machismo clásico. Ahí, se narra la torpe comparecencia de un sujeto equívoco y desubicado en una instancia asesora y propositiva, tipo comisión, que debe proveer de insumos a un municipio posible para implementar de manera óptima un programa.

El conflicto es que todo poder, por mínimo que sea, tiende a impedir la diferencia y que siempre hay un Perkins (o un Beria, que era la mano derecha de Stalin) que impide el disenso por orden de su jefe o por necesidades estructurales. Y para eso es necesario tener siempre funcionando sistemas de fiscalización paralelos del autoritarismo.

Pero a pesar de ese impase de la historia, el sujeto en cuestión siente que en su ciudad se instala la esperanza. No deja de ser hermoso que en algún lugar del territorio surja una lucecita posible de lo que podría ser el país.
Una ciudad puerto con un municipio que tiene a la ciudadanía como protagonista es una buena señal de transformación, con algo de histeria, pero necesaria para el relato. Es un proceso en construcción que busca sus metodologías participativas y de implementación de un programa que todavía está en ajuste. El sujeto consigna que la irrupción de la mujer en la arena política ha sido fundamental en la gestión metodológica y para controlar-fiscalizar al gorilismo básico que tiende, por endemia, a manejar los procesos políticos. Valpo puede ser esa ciudad símbolo de un nuevo habitante y de un nuevo modo de habitar las ciudades. Y en esa estamos.

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