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Opinión

25 de Abril de 2017

Columna de Claudio Nash: ¿Museo Memoria bajo “fuego amigo”?

"Las violaciones de derechos humanos vividas bajo la dictadura militar no son aceptables ni justificables y no pueden volver a repetirse NUNCA MAS en Chile. Los intentos por “contextualizar” estas violaciones deben ser rechazados y no pueden abrirse brechas de ningún tipo para relativizar el horror vivido en Chile".

Claudio Nash
Claudio Nash
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Hace unos días recibí una invitación para asistir a un Seminario, organizado por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos (MMDH) y una Universidad privada, titulado “¿Era (in) evitable el Golpe?” En la invitación se sostenía que dicho evento “busca dialogar en torno a la pregunta sobre si el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 era imposible evitarlo, o bien si otro concurso de voluntades políticas podría haber imposibilitado el quiebre institucional de la democracia chilena”.

Me parece que este Seminario constituye un hecho preocupante ya que puede ser leído como un peligroso giro en la política permanente del MMDH sobre el rol que este espacio debe cumplir en la sociedad chilena.

Un poco de historia. El año 2012 el Museo fue objeto de una dura campaña en su contra dirigida desde el Gobierno de la época. El eje de la campaña estaba puesto en que el Museo no contextualizaba las violaciones de derechos humanos de que daba cuenta su exposición permanente y que era necesario dar a los visitantes al Museo una visión de los hechos previos al golpe.

El directorio del MMDH, en un hecho inédito, publicó una declaración que firmamos todos quienes en ese momento integrábamos su directorio. En dicha declaración sosteníamos una visión del rol del Museo que me parece pertinente reproducir íntegramente:

1. La tarea del Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos es promover una conciencia pública acerca de las violaciones masivas, sistemáticas y prolongadas a esos derechos acaecidas entre el 11 de Septiembre de 1973 y el 11 de Marzo de 1990, que es el período cubierto por las investigaciones de la Comisión de Verdad y Reconciliación, cuyos resultados se conocen como el Informe Rettig;

2. Esa toma de conciencia que el Museo promueve no tiene un propósito político, sino moral: transformar el respeto a los derechos humanos en un imperativo categórico de nuestra convivencia, es decir, en un deber de todos y cuyo cumplimiento ninguna circunstancia podría atenuar o debilitar;

3. La tarea del Museo, en consecuencia, no es historiográfica ni jurídica. Su propósito no es entregar información acerca de las causas que condujeron a esas violaciones o contextualizarlas, ni, tampoco, formular imputaciones individuales de responsabilidad, sino promover la idea que, con prescindencia de las circunstancias, ese tipo de hechos no deben ocurrir nunca más en nuestro país;

4. El Museo confía que sus actividades y muestras -que cuentan con apoyo estatal atendido el interés público de sus actividades- interpelen a la ciudadanía y, por esa vía, promuevan en nuestra esfera pública un debate y un diálogo reflexivo acerca del respeto de los derechos humanos.

5. Por último, invitamos a todos nuestros compatriotas a visitar el Museo y a formarse por sí mismos un parecer acerca de si cumple el objeto para el cual fue creado.

Esta era una postura unánime en un directorio plural y que guiaba el actuar del MMDH. Las violaciones de derechos humanos vividas bajo la dictadura militar no son aceptables ni justificables y no pueden volver a repetirse NUNCA MAS en Chile. Los intentos por “contextualizar” estas violaciones deben ser rechazados y no pueden abrirse brechas de ningún tipo para relativizar el horror vivido en Chile. Actos en este sentido no pueden ser auspiciados bajo ningún punto de vista por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.

En ese sentido, llama profundamente la atención el seminario convocado en abril de 2017 sobre la inevitabilidad del golpe en Chile. ¿Esta es una discusión legítima? Por cierto que sí. El punto no es censurar la discusión, la cuestión es preguntarnos si el MMDH es el espacio, no solo para discutir esto, sino que si debe el Museo organizar este tipo de debates. Las discusiones académicas, políticas, entre otras, son importantes, pero no debe usarse el Museo para relativizar su función reparadora.

Lo que uno puede preguntarse – legítimamente – es si un próximo paso no será organizar un Seminario sobre la (in)evitabilidad de las violaciones de derechos humanos ¿Una exageración? Para nada, este es el objetivo de las voces que llaman a “contextualziar” las violaciones graves y sistemáticas de derechos humanos. A estas alturas no podemos ser ingenuos.

Las preguntas que quedan, son ¿Qué ha cambiado en el Museo? ¿Qué se busca con estas actividades? ¿Estamos ante una nueva política sobre el rol del Museo?

A todos y todas nos debe preocupar la labor del Museo. Si bien es una Fundación privada, es financiada con fondos públicos y cumple un rol público esencial, cual es, la preservación de la Memoria en este país. Por ello, nos compete a todos y todas, cuidar este espacio para que siga cumpliendo su rol. Incluso, cuidarla de sus propias decisiones.

*Claudio Nash Rojas (Ph.D)
Coordinador Cátedra Derechos Humanos Universidad de Chile.
Miembro Directorio del Museo Memoria (2011-2014).

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